FOTOGRAFÍA / Miren Alberdi
Irati Zubizarreta
2022/10/04

SITUACIÓN GENERAL: MIGRACIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO Y BENEFICIOS DE LOS PAÍSES RECEPTORES

Lejos de que el fenómeno migratorio sea una cuestión natural de carácter voluntario, debemos entenderlo como un movimiento impulsado por una situación de necesidad. Hasta hoy, el capitalismo ha creado miseria, hambruna, paro, catástrofes ecológicas, guerras, persecuciones políticas y otras tantas situaciones que obligan a la población a migrar. Aunque el número de migrantes se percibe relativamente bajo en comparación con la población mundial (3,6 % en 2020[1]), como veremos, se convierte en un elemento central del sistema capitalista en los intentos de desarrollo mundial, generalización o difuminación de las crisis.

Para empezar, de los 283 millones de migrantes internacionales que se calculan a nivel mundial, 164 millones (el 64 %) lo haría por motivos económicos, es decir, en busca de mejores condiciones de trabajo y de vida[2]. Esto caracteriza fundamentalmente la migración internacional actual como migración de fuerza de trabajo. Tanto la participación productiva de los migrantes (producción de plusvalía) como la reproductiva (producción física y espiritual de los obreros) contribuyen directamente al proceso de acumulación de capital en los países receptores. Por otra parte, aunque estos flujos migratorios se llevan a cabo desde países subdesarrollados (periferia capitalista) a países más desarrollados (centros o semicentros capitalistas), también se observa una tendencia inversa. Sin embargo, en estas tendencias inversas se sitúa con frecuencia en el país subdesarrollado la misma industria que la de los países desarrollados que emigra. Así, el empleo temporal de esta fuerza de trabajo cualificada, enviada en estos casos particulares, se da de forma separada a los nativos y en mejores condiciones. De modo que no se reparará tanto en este último caso.

Por tanto, si ubicamos nuestra atención en el movimiento centro periférico, en lo que respecta al primero, el país receptor, los principales beneficios que se obtienen del trabajador de origen extranjero serían los siguientes:

• El país receptor se ahorra el coste de creación de la fuerza de trabajo recién llegada, ya que no debe asumir la educación o la formación laboral de estas personas, entre otros. Además, una vez utilizado, le resultará más barato que la fuerza de trabajo autóctona.

• A falta de derechos formales (los expresados en papel) y reales reconocidos al trabajador de origen extranjero, se creará una fuerza de trabajo mucho más vulnerable y, por tanto, más manejable, que estará en mayor necesidad de prolongar la jornada en cualquier momento, aumentar la intensidad de trabajo... Para tener unas condiciones de trabajo y paro dignas y sin posibilidad de denunciarlas (especialmente en el caso de las personas consideradas migrantes ilegales). Así, a menudo se dará la sustitución de la clase obrera autóctona «conflictiva» o más cara por la mano de obra inmigrante más vulnerable.

• Así, como consecuencia de la presión de los trabajadores activos y desempleados (ejército de reserva), formados por inmigrantes, se profundizará en el empeoramiento de las condiciones salariales y laborales de los autóctonos; que en última instancia, estará ligada a la tendencia a la baja del salario de la clase obrera internacional.

• Por otro lado, está la irrupción de un nuevo trabajador activo que difumine el desequilibrio con el fin de dar solución a problemas agravados por el continuo envejecimiento de la población que viven los países receptores, como la duración del sistema de pensiones. O, al otro lado de la moneda, tendríamos una realidad aún más generalizada, un personal que no tendrá acceso a ese sistema de pensiones, ahorrándose el gasto social antes mencionado.

• Por último, lejos de una solidaridad organizada de la clase obrera, los elementos mencionados producirán una división y una enemistad mutua entre la clase obrera. No los elementos como tal, sino las lecturas interesadas que de ellos difundirán a los cuatro vientos instituciones, medios y medios de comunicación bajo el control de la burguesía. Esos mensajes serán generalizados y hegemónicos en la sociedad: los inmigrantes serán responsables de la decadencia de las condiciones de vida de la clase obrera autóctona (a menudo mediante «invasión»), es decir, serán quienes roben «el trabajo de los nativos y las subvenciones». Esa división supone, como no podía ser de otra manera, uno de los intereses vitales de la burguesía, ya que evitar la unidad de la clase obrera es una de las mayores premisas para impedir la potencialidad revolucionaria que ésta tendría unida.

En continuidad con ese último punto, la opinión pesimista que surgirá sobre los trabajadores de origen extranjero no es de poca importancia. Pues bien, creando una opinión social contraria a ella, esas miserables condiciones de trabajo y vida que encontrará en el país receptor serán aceptadas y normalizadas en el seno de la sociedad. Es decir, se creará el imaginario de un sujeto que «se merece» vivir en condiciones miserables o «se lo ha buscado» para que después, una vez aplicadas, nadie se alarme. En definitiva, se adaptará la opinión de la sociedad para que el Capital explote brutalmente sectores concretos de la clase obrera sin ningún problema.

Se creará el imaginario de un sujeto que «se merece» vivir en condiciones miserables o «se lo ha buscado» para que después, una vez aplicadas, nadie se alarme

Por otra parte, si atendemos a los beneficios de los países de origen, podemos observar que éstos también suelen obtener algún tipo de aportación cuando los trabajadores emigrados realizan remesas a sus familias, ahorrándose parte del coste de reproducción de ellas.

En un contexto de crisis general como el actual, además, se acentúa la importancia de los elementos mencionados. Y es que el burgués, para seguir aumentando sus beneficios, tiene una necesidad vital de que el coste de reproducción de la fuerza de trabajo sea lo más bajo posible. En este caso, como se ha visto, encontrará en el trabajador inmigrante el modo de saciar esa necesidad. Para ilustrar lo dicho, podríamos poner ejemplos de agricultura, construcción, hostelería o trabajos asistenciales. En ellas, en ausencia de un trabajador desempleado que esté dispuesto a subyugarse al inmenso nivel de explotación posibilitado por la situación de desprotección, difícilmente se lograría mantener la tasa de ganancia y hacer competitivos a estos sectores. Poniendo el foco en la agricultura, tenemos en primera línea la situación de la ciudad de El Ejido, en Almería. En la agricultura intensiva que se materializa en ella, más allá de los 12.000 trabajadores que trabajan de forma continuada en el día a día, tienen a su disposición 40.000 trabajadores preparados para lo que haga falta. Estos son usados de forma esporádica, por ejemplo para la cosecha. Si no fuera por la amplia población inmigrante en esa zona, sin posibilidades de negociación, sería difícil imaginar un escenario de estas características.

USO DE LA FUERZA DE TRABAJO DE LOS MIGRANTES

Con el fin de profundizar en lo dicho y, de paso, investigar la devaluación exacta de la fuerza de trabajo que sufre este sector en el seno de la clase obrera, los diferentes autores marxistas utilizan el concepto de «superexplotación», es decir, llevar la explotación hasta sus últimos límites, hasta la aniquilación de la fuerza de trabajo. Según ese concepto, a la clase trabajadora extranjera se le pagará su fuerza de trabajo por debajo de su coste mínimo. El límite de ese coste mínimo estaría definido por los recursos estrictamente necesarios para la supervivencia física. En otras palabras, la superexplotación de la fuerza de trabajo supone una reproducción atrofiada de la misma: no pudiendo acceder a los recursos necesarios para sobrevivir (luz, agua, vivienda, sanidad) o empeorando su calidad (fast food barato, por ejemplo). No hace falta mencionar las consecuencias que esas condiciones miserables tienen sobre las personas (desnutrición, enfermedades o imposibilidad de atenderlas), condenándolas a menudo a una muerte directa.

En consecuencia, es evidente que la situación que vive el trabajador inmigrante está caracterizada por la crueldad. Ahora bien, dentro de la condición de trabajador extranjero hay una serie de características que pueden hacer más vulnerable a la misma persona: su situación administrativa (estado de legalidad), su pertenencia a un grupo racial o étnico, las características del país receptor, las relaciones interburguesas entre el país de origen y el país receptor, el género, la edad, la rama de producción en la que trabaja recientemente…

CONTROL DE LA INMIGRACIÓN: CENTROS DE INTERNAMIENTO DE EXTRANJEROS

Es evidente, por tanto, que el capital se ve especialmente favorecido por la inmigración, en el marco del continuo ir y venir de la fuerza de trabajo barata. Sin embargo, bajo un régimen de gestión de la migración mundial, los diferentes estados llevan un estrecho control sobre estos flujos, introduciendo la fuerza de trabajo necesaria y conveniente y expulsando a los que les sobran (o pueden ponerlos en peligro). Es en este punto donde encontramos las llamadas fronteras internas: comisarías de policías, cuarteles militares, puestos de aduanas, puntos de tránsito internacional de puertos y aeropuertos... Pero, sobre todo, los famosos Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE). Hoy en día, en la Unión Europea hay más de 250 CIE, de los cuales 8 están el Estado Español. Según su justificación jurídica, el objetivo de estos lugares sería que la persona fuera retenida hasta ese momento para que la expulsión no fallase (dada la posibilidad de una fuga) hasta un máximo de 60 días (no necesariamente consecutivos). Sin embargo, la realidad es que este objetivo no se cumple, ya que el número de expulsiones que se ordenan a nivel mundial y que finalmente se materializan se sitúa entre el 30 % y el 40 %. Aunque hay diferentes motivos para el fracaso dicha expulsión, el principal consiste en que el país que la pase o al que vaya a asistir no la acepte. En estos casos, la persona será liberada y considerada «inexpulsable», manteniéndose vigente la orden de expulsión para que se lleve a cabo cuando sea posible. En ese momento comienza la locura tan generalizada pero tan secreta: estas personas tendrán que sobrevivir en la clandestinidad absoluta. Sin derecho a trabajar, sin posibilidad de alquilar un piso y una orden de expulsión en el bolsillo como documento legal de los mismos. Además, hay que recordar que también se realizan expulsiones a terceros países, es decir, no al país de origen. También es importante destacar la participación de las compañías aéreas en los vuelos privados y comerciales de deportación.

Bajo un régimen de gestión de la migración mundial, los diferentes estados llevan un estrecho control sobre estos flujos, introduciendo la fuerza de trabajo necesaria y conveniente y expulsando a los que les sobran (o pueden ponerlos en peligro)

Aunque legalmente se quieren separar de las prisiones, estas se convierten realmente en la prisión penal de la inmigración. Con dos grandes diferencias: por un lado, quienes son encarcelados ahí no han cometido delito, ya que no tener papeles corresponde a una falta administrativa. Por otro lado, la impunidad que le supone a los cuerpos represivos el control y gestión de estos centros por parte de la policía española. Agunos CIE españoles se ubican tanto en prisiones del pasado (como Madrid y Málaga) como en distritos militares (Algeciras). Asimismo, la mayoría de los detenidos en la CAV son trasladados al citado CIE de Madrid, ahora nombrado CIE Aluche pero que realmente es la antigua cárcel Carabanchel. No es difícil, por tanto, adivinar el aspecto y funcionamiento interior de estos centros: celdas a modo de dormitorios, presencia asfixiante de cámaras, inexistencia de actos de ocio, persecución insoportable de policías, espacios y alimentación insalubres en el CIE... Desde su fundación hasta la actualidad, se han dado a conocer diez muertes en el Estado Español, sin que haya ninguna investigación ni consecuencia penal posterior a las mismas.

Estos centros difunden la idea de que el extranjero indocumentado (denominado «irregular» o «ilegal») es directamente un delincuente peligroso y lanzan dos mensajes a la sociedad. Por un lado, un mensaje de tranquilidad, orden y control ante la clase obrera autóctona en pleno proceso de proletarización y, por tanto, de inseguridad en el futuro, controlados y fortificados por esos delincuentes que desde fuera pueden hacer aún más inestable su situación. Por otro lado, se hace llegar al proletariado de origen extranjero la idea de que se va a realizar un seguimiento, persecución y una feroz criminalización hacia él.

Estos centros difunden la idea de que el extranjero indocumentado (denominado «irregular» o «ilegal») es directamente un delincuente peligroso

Por si fuera poco, una de las situaciones más graves en el CIE radica en la presencia de jóvenes. La mayoría son detenidos en la frontera sin el acompañamiento de los adultos. En este caso el Estado Español ha sido denunciado reiteradamente por designar como mayores de 18 años a jóvenes menores de edad, incluso cuando los jóvenes podían demostrar lo contrario. En otros casos, los jóvenes sufren indirectamente el mismo CIE cuando se atrinchera a sus miembros familiares (generalmente al detener a mujeres a cargo de niños) y se quedan sin acompañamiento en la calle.

Por último, hay que añadir la situación que sufren las mujeres. De hecho, ya se sabe que muchas de las mujeres encerradas en estos centros son víctimas de de abusos sexuales y de tráfico de prostitución. No sólo eso, al expulsar a estas mujeres y hacerlas regresar a su país de origen, con frecuencia las devuelven a aquellas redes de las que querían escapar. De esta forma, el vínculo que mantienen estos centros con las redes de prostitución suele ser directo, bien porque cuando se da en su interior se ignora, bien porque hacen volver a ellas a quienes han huido de ellas.

LA INTEGRACIÓN SOCIAL A EXAMEN

A la idea de que la competencia desleal frente a los escasos recursos (puestos de trabajo, vivienda, subvenciones) y delincuentes peligrosos, se añade la de ser una amenaza a la identidad nacional. Es decir, los rasgos culturales del proletariado extranjero se identifican como rupturistas de la supuesta convivencia armoniosa y de la unidad del país receptor. Por tanto, esas llegadas comprometerían las bases supremas de las nación-estado. A primera vista, aunque parezca una idea reaccionaria y profundamente xenófoba/racista, esta idea tiene entre nosotros más aceptación social de lo que creemos. Desde aquellos que promueven asimilación total (eliminación de los distintivos culturales) hasta esos socialdemócratas que reivindican una integración más bonita bajo el paraguas de la «diversidad», al fin y al cabo se imponen maneras concretas de ser, de pensar y de actuar. Que no dañe el status quo local, que garantice la normalidad y que aporte al orden social burgués.

De todas formas, acudamos ahora a los servicios sociales, a destapar la máscara humanista de buen corazón de esta institución. Este ámbito, encuadrado dentro del Estado de Bienestar, respondería a la «cuestión social» mediante un trabajo asistencial de apoyo. Parece que es una respuesta voluntaria y mantenida a las diferentes problemáticas sociales, reflejo del compromiso social de la sociedad. La realidad, sin embargo, es muy distinta.

• Con estos programas asistenciales se busca, por un lado, neutralizar las contrariedades del Estado, favoreciendo su adhesión y aceptación en el seno del personal. Esto profundiza en la comprensión errónea de estas problemáticas, pues se traduce en que estas instituciones burguesas no tienen nada que ver con los acontecimientos que ocurren[3]. Por tanto, entendiendo por situaciones «defectuosas» las que se dan naturalmente en una organización social adecuada, su resolución se busca en ese mismo modelo de sociedad, frustrando la misma idea de superación de la misma. Esto a su vez incide en la despolitización de la clase trabajadora, arrinconándola de activa militante a pasiva espectadora.

• Más allá del objetivo mencionado, los programas asistenciales que se pongan en marcha están orientados a ser orientados desde la iniciativa privada, convirtiéndose en un ámbito de inversión de capital y/o beneficio fiscal. Esto pone en duda la calidad de la asistencia, que será subyugada a la rentabilidad de las empresas.

• De acuerdo con lo anterior, estos servicios asistenciales se convierten, total o parcialmente, en gastos sociales a cargo de la propia clase trabajadora, que se convertirán en préstamos monetarios de dichas empresas. De este modo, lejos de una igualdad de buena voluntad y de un reparto de salarios que el Estado quiere vender, lo que estará en la base será el aumento de la citada inversión de capital, que será justamente la base de la reproducción de estas diferencias sociales.

Lejos de una igualdad de buena voluntad y de un reparto de salarios que el Estado quiere vender, lo que estará en la base será el aumento de la citada inversión de capital, que será justamente la base de la reproducción de estas diferencias sociales

Así, con el fin de paliar la realidad a la que se ven sometidos los inmigrantes, podemos ver numerosas asociaciones que, indefectiblemente, son controladas por el Estado. En primer lugar, el Estado establecerá una estrategia global de respuesta a la inmigración desde los Servicios Sociales. En segundo lugar, cada comunidad autónoma diseñará un plan en consecuencia (líneas generales). A continuación, se diseñarán diferentes programas de acuerdo con este plan, que responderán a diferentes áreas (vivienda, empleo, educación, lengua). Por último, para la ejecución de estos programas se pondrán en marcha proyectos concretos. Pues bien, dicho proyecto, además de ser gestionado directamente por los departamentos integrados en los Servicios Sociales, contará con un buen número de asociaciones vinculadas al mismo mediante convenio. Por un lado, estos convenios permitirán a estas asociaciones una cuota de dinero[4] (que será necesaria para su funcionamiento); por otro, será la cadena que dará garantía al Estado de ese control. Así, el trabajo de estas asociaciones estará completamente determinado por los intereses del Estado (en esencia, del capital). Incluso, como se ha mencionado anteriormente, estas asociaciones son con frecuencia empresas privadas que buscan rentabilidad, como CaixaBank o el BBVA. Buscan mediante sus inversiones entorno a los inmigrantes un lavado de cara (para que la clase trabajadora los vea con buenos ojos) que se refleje después en sus ganancias económicas.

Sin embargo, como comunistas, sería contradictorio apostar por una reinserción social que reconozca el mismo orden social que pretendemos superar. Es más, nos daremos cuenta de que en la realidad el proletariado inmigrante ya está integrado, en el lugar asignado por el Capital para él: como potencial lumpenproletariado. Así pues, aunque pueda haber ejemplos que, guiados por la buena voluntad, pretenden calmar sus penosas condiciones de vida, en realidad no hacen más que adornar y perpetuar el mismo estado. Del mismo modo, no se trata de cuál sea la actitud de los que ostentan el poder en el gobierno con respecto a los extranjeros. Es decir, no es una realidad transformable por decisiones diferentes acordadas en ningún parlamento. Por el contrario, la transformación social general organizada internacionalmente por el proletariado es el único camino posible, derruyendo los fundamentos de la sociedad actual y construyendo unos nuevos en beneficio de todos. En este sentido, frente a quienes, con gran acento paternalista, piensan en cómo socializarlos y cómo no, nuestra elección sería fijarse ya en sus diferentes expresiones de lucha, entenderlos también como propios e integrarlos en la construcción del socialismo.

BIBLIOGRAFÍA

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Defensor del pueblo. (2020, junio). La contribución de la inmigración a la economía española. Estudio (N.o 2).

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• (2018, octubre). Pacto Social Vasco para la Migración. Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.

González Cámara, Noelia. (2011) Migrantes, procesos de irregularización y lógicas de acumulación y exclusión. Un estudio desde la filosofía política. Departament d'humanitats.

Harvey, D. (2007) Breve historia del neoliberalismo. Madrid. Akal.
Iamamoto, Marilda V. (1992) Servicio social y división de trabajo. Un análisis crítico de sus fundamentos. Brasil.

Marini, Ruy Mauro. (1973) Dialéctica de la Dependencia. México, DF. Ediciones Era.
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Molina, M. C. (2016, 19 octubre). ¿Por qué el CIE de Aluche es conocido como el «Guantánamo español»? El Salto.

Netto, J.P (1992) Capitalismo monopolista y Servicio Social. Cortes Editora.
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Peña López, A. A. (2013) Migración Internacional Y Superexplotación Del Trabajo. Ítaca.

Rodríguez, M (2021, 29 marzo). La muerte de Marouan Abouobaida en el CIE de València no tendrá responsables penales. El salto.

Tomé García, J. A. (2014) Internamiento preventivo de extranjeros conforme al nuevo reglamento de los CIE. Madrid.

Wallerstein, I. (2017). La izquierda global contra la derecha global: De 1945 a la fecha. Mexico. Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial (UNAM).

• (2021). El problema de las migraciones no puede ser resuelto dentro de este sistema-mundo. Nota antropológica.

• (2002). Inmigrantes. La Jornada.

REFERENCIAS

[1] Hay que tener en cuenta que las estadísticas disponibles no son del todo fiables. De hecho, para acceder a las cifras de migrantes a nivel mundial se recurre a los registros de datos nacionales. Esto plantea dos problemas: por un lado, cada estado utiliza diferentes formas de caracterizar las migraciones y de cuantificarlas. Por otro lado, en muchos casos los migrantes indocumentados (que estarían ilegalmente) no se contabilizan. Por lo tanto, es posible que estos datos sean realmente mayores.

[2] El futuro se ve oscuro en este punto. De hecho, la tendencia creciente de automatización del trabajo no cualificado basado en la inteligencia artificial podría conducir a una disminución del factor económico que favorece la propia migración. Es decir, la automatización del trabajo no cualificado habitual en los países desarrollados excluye en gran medida la necesidad de una fuerza de trabajo inmigrante que la materialice. Diversos informes burgueses hablan ya de sus consecuencias en Arabia Saudí, Bahrein, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait u Omán.

[3] Cabe tener en cuenta, además, que el aparato de Estado es la institución que decide si el inmigrante será legal o ilegal, y que determinará si será ciudadano o inmigrante en el país de destino. En este sentido, le corresponde la responsabilidad de la reproducción legal de la condición expropiatoria.

[4] La cantidad de dinero que permitan estos convenios dependerá del grado de satisfacción de la propia asociación con los objetivos que el proyecto gubernamental pretende cumplir. Es decir, cada vez más cumplir el deseo estatal, más cuota de dinero; y con ello correcta función disciplinaria.

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