Estamos viendo al fascismo vestido con diferentes combinaciones de colores y actuando con caras y brazos diferentes, como en Donostia: un grupo de reaccionarios se ha movilizado en la calle contra las cenas solidarias que se organizan para personas sin recursos, y dichas cenas han sido prohibidas por el ayuntamiento (tendrá a la Policía a su lado para hacer cumplir esa prohibición). Unos señalan, otros ejecutan; pero todos van de de la mano alimentando la ola reaccionaria. Y la consolidación del fascismo ha encontrado una gran baza bajo el pretexto de la inmigración y la seguridad. Es lo que no te cuentan de Donosti y de tantas otras.
Quien todavía piensa que Euskal Herria es un oasis no tiene más que mirar a su alrededor. Ya que son tantas las que ven el origen de los problemas en algunas personas concretas que vienen de fuera. Parece que la inseguridad, los robos, la violencia machista, la escasez de recursos públicos, la pobreza, el deterioro de las condiciones de trabajo, la pérdida de un idioma y todo tipo de conflictos son originados y provocados por aquel o aquella que viene de fuera. Y no la estructuración social capitalista violenta que organiza a lo largo y ancho del mundo todo aspecto de nuestras vidas y que es en sí misma conflictiva; o todos los que sustentan, ejecutan o gestionan esa organización (que, por cierto, también son de aquí).
Y quien crea que las ideas racistas y fascistas también son como un mal que se contagia desde fuera, en el fondo comete un error similar, porque siempre ve fuera el origen del problema. Trata de excluir y dejar fuera de la ola reaccionaria (o de sus posibles raíces) a una misma, a su entorno o a su comunidad. Pero, desgraciadamente, nadie tiene un ADN antifascista de por sí, ya que formamos parte de la misma organización social de la que procede el fascismo. Algunas hablan de anticuerpos vascos propios para combatir el fascismo, pero también hemos visto, con mucho miedo, qué forma pueden adoptar estos genes y su organización en la actualidad: el odio organizado a las personas migradas y (sobre todo) a las personas pobres.
Organizémonos nosotras. Luchemos contra el fascismo, combatiendo toda barrera; también las barreras raciales y étnicas dentro del proletariado. Organizémonos para hacer frente a las causas reales de la miseria social, ya que no podemos olvidarlo: las causas de dicha miseria tienen un carácter de clase. Y esa misma miseria es el origen de un sinfín de cuestiones que se consideran problemas, no ciertos orígenes territoriales o culturales. No dejemos ni un espacio a los fascistas.