El sábado por la tarde el PSOE enfrentó su declive electoral ante la derechización general echando la culpa, una vez más, a los bulos. Es cierto el poder de los medios para distorsionar la realidad y echar la culpa de todo a los migrantes, habitualmente a favor del PSOE por cierto. Sin embargo, explicar el auge del racismo, machismo y demás lindezas que cabalgan por nuestras calles como fruto de borregos engañados por fake news no se debe a la inocencia de los socialistas.
De hecho, señalar esta oleada como algo pasajero, como el temporal que hace falta capear, es la otra cara de la moneda de la estrategia de postularse para gobernar liderando ese cordón sanitario que disfrazan de frentepopulismo. Muy por el contrario, esta estrategia ya huele a podrido. Un buen ejemplo de ello nos viene de la UE, donde socialistas y verdes auparon "la mayoría Von der Leyen" para evitar que Meloni llegara, después Weber los convenció de incluir a la extrema derecha italiana para dejar fuera a los de Orban (por ser los primeros pro-OTAN) y esta semana han aprobado la nueva comisión con representantes de todos ellos. La misma estela siguen Portugal, Francia, Suecia o Alemania, azuzando la esperanza de que la "ignorancia" de la gente se irá como ha venido, mientras partidos de ultraderecha no paran de subir en las encuestas.
Todo este despropósito deja en evidencia la necesidad de una propuesta que admita lo obvio: que la reacción solo puede desaparecer eliminando la guerra y la pobreza de la que se alimenta. Es decir, que deje en evidencia la falsa radicalidad a la reacción, que sea verdaderamente subversivo expropiando la riqueza de los capitalistas en vez de ir contra minorías. Para eso extendía la mano a otros movimientos el sábado por la mañana EHKS, desde una preocupación de verdad, mientras en Sevilla otros seguían con su circo electoral.