FOTOGRAFÍA / Guaglio
2023/10/01

Los derechos políticos, entendidos como derechos colectivos de participación en cuestiones generales que atañen a la organización de la sociedad, están totalmente restringidos en el capitalismo, principalmente a través del Estado como instrumento de dominación política de la burguesía. Estos sólo están garantizados bien como el derecho a participar en el Estado a través de su entramado institucional, o bien como el derecho a participar en la sociedad civil siempre y cuando no se cuestione el orden social burgués ni sus fundamentos. En esos dos límites se constata la condición para el ejercicio de los derechos políticos: el respeto por el régimen capitalista de acumulación.

Más allá de la igualdad formal a nivel jurídico, los derechos políticos emanan realmente de la propiedad y, por tanto, existe una división de clase en cuanto a su ejercicio

En ese sentido, más allá de la igualdad formal a nivel jurídico, los derechos políticos emanan realmente de la propiedad y, por tanto, existe una división de clase en cuanto a su ejercicio. La oligarquía, como fracción dirigente de la burguesía, dispone de pleno derecho para organizar la sociedad en base a sus propios intereses de acumulación, ya que dispone de los principales medios internacionales de producción y distribución de la riqueza, incluidos los estados. En cuanto a las clases medias, poseen cierto control sobre instancias de poder intermedias que les permite proteger su propiedad y su posición privilegiada, a través de la participación en los aparatos del Estado, entre otros. Finalmente, el proletariado, como clase desposeída y dominada, no tiene ningún derecho político garantizado, ya que sus intereses sólo pueden realizarse fuera de las dos restricciones antes señaladas: al margen de los límites del Estado burgués y del mantenimiento del orden social capitalista.

La burguesía anula los derechos políticos al proletariado principalmente a través de los aparatos represivos del Estado, que también actúan como un fuerte dispositivo cultural antiproletario. Entre estos aparatos se encuentran el ejército, la judicatura o la policía, encargadas de disciplinar al proletariado y de contener sus intereses históricos de emancipación. Cabe señalar aquí también el fascismo como mecanismo funcional y dependiente del Estado que ataca frontalmente las condiciones para la actividad política independiente del proletariado. Además, debemos tener en cuenta que la crisis o la incapacidad de la clase dominante de relanzar con éxito un nuevo ciclo de acumulación capitalista genera una serie de transformaciones en la forma de gobernar la sociedad, que se caracteriza por un reforzamiento autoritario del Estado, que endurece sus aparatos represivos, y por tanto, empeora considerablemente las condiciones de participación política para la clase trabajadora.

La burguesía anula los derechos políticos al proletariado principalmente a través de los aparatos represivos del Estado, que también actúan como un fuerte dispositivo cultural antiproletario. Entre estos aparatos se encuentran el ejército, la judicatura o la policía, encargadas de disciplinar al proletariado y de contener sus intereses históricos de emancipación

Debido a esta exclusión estructural del proletariado en la sociedad capitalista, debemos considerar que su derecho político histórico es el derecho a la revolución, entendido como el derecho de apropiarse de las condiciones de producción y distribución de la riqueza material y cultural que él mismo ha generado y de dar paso a una organización social fundamentada no ya en el del beneficio privado de una clase a costa de otra, sino sobre la base del acceso universal a la riqueza y al control colectivo sobre la organización de la sociedad.

Por tanto, el principal derecho político a reivindicar para el proletariado es el derecho a la revolución socialista. Ahora bien, esta reivindicación no puede adoptar la forma de peticiones al Estado, pues naturalmente es irrealizable en el capitalismo, sino que debe conquistarse el conjunto de condiciones políticas que la hagan posible. Desde esta óptica, los derechos políticos del proletariado son equivalentes a sus propias condiciones de lucha; al marco de posibilidad para la actividad revolucionaria, que, a su vez, es el resultado de la fuerza organizada del proletariado en cada momento.

El principal derecho político a reivindicar para el proletariado es el derecho a la revolución socialista. Ahora bien, esta reivindicación no puede adoptar la forma de peticiones al Estado, pues naturalmente es irrealizable en el capitalismo, sino que debe conquistarse el conjunto de condiciones políticas que la hagan posible

Es necesario avanzar en condiciones de lucha concretas tales como el derecho a la organización independiente, el derecho a la protesta o el derecho a la libertad de expresión y a la propaganda comunista sin restricciones, entre otras cosas, así como hacer frente a los mecanismos represivos que limitan o suprimen esos mismos derechos, y apuntar hacia su disolución. 

Estas luchas no deben limitarse al estrecho marco de los derechos jurídicos recogidos por la ley del enemigo, sino que deben desbordarla hacia la conquista de cada vez más condiciones para la revolución socialista.

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