FOTOGRAFÍA / Lander Moreno Lizarraga
Alain Arruti
2024/02/04

La relación metabólica entre el ser humano y la naturaleza nos ha traído a una situación en la que el primero domina por completo a la segunda. Hoy en día no se puede entender ningún proceso que se dé en la naturaleza sin tener en cuenta la huella que el ser humano ha dejado en ella. Es más: por primera vez en la historia del planeta Tierra, un elemento del complejo sistema de vida ha orientado, en la medida en que lo ha necesitado, la evolución histórica de toda la biosfera. La intervención humana se ha convertido en un problema en el mundo natural para su estabilidad. Sin embargo, lejos de ser una consecuencia necesaria de la evolución histórica del ser humano, este problema es consecuencia de la expansión mundial de la relación social del Capital. La conexión entre el capitalismo y la destrucción del mundo natural es, por lo tanto, el punto de partida de este escrito.

Lo que he querido abordar en estas líneas es una reflexión política en torno a la cuestión ecológica, siendo yo el único productor y, por tanto, responsable de las ideas que en ella aparecen. Pero tengo que decir que es una tarea urgente desarrollar tesis políticas revolucionarias en torno a la cuestión ecológica. Es decir, en la medida en que es un tema importante de nuestra época histórica, integrar la cuestión ecológica en la lucha revolucionaria del socialismo en todos los niveles.

EL CAPITAL Y LA NATURALEZA; UNA APROXIMACIÓN MARXISTA A LA CUESTIÓN

El joven Marx le dio importancia central a la relación entre la naturaleza y el ser humano en los Manuscritos de 1844[1]. En el primer manuscrito dice lo siguiente:

“La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre […] el trabajo enajenado 1) convierte a la naturaleza en algo ajeno al hombre, 2) lo hace ajeno a sí mismo, a su propia función activa. […] La producción práctica de un mundo objetivo, la elaboración de la naturaleza inorgánica, es la afirmación del hombre como ser genérico consciente […] el trabajo enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su producción, le arranca su vida genérica, su real objetividad genérica y transforma su ventaja respecto al animal en desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgánico”[2].

Por primera vez en la historia del planeta Tierra, un elemento del complejo sistema de vida ha orientado, en la medida en que lo ha necesitado, la evolución histórica de toda la biosfera

Uno de los pilares de la teoría de la alienación del joven Marx es que el capitalismo implica consigo la enajenación de las virtudes naturales del ser humano; ya sea a través de la pérdida de la propiedad de su cuerpo orgánico, es decir, la pérdida de la conciencia, ya sea a través de la pérdida de la relación con su cuerpo inorgánico (con la naturaleza). Este fenómeno se produce porque el marco de comprensión del ser humano hacia su propia existencia se adentra en la dinámica del trabajo abstracto, y porque la relación directa que ha sido establecida a lo largo de la historia con el producto producido por él mismo se convierte en una relación abstracta a través del dinero.

Por la vía de la teoría de la alienación, sin embargo, no se podría explicar la naturaleza de la ruptura en la relación histórica entre el ser humano y la naturaleza; puede explicarse el porqué de esta cualidad, partiendo de la concepción humanista-naturalista que tenía el joven Marx. No obstante, el estudio sistemático de las leyes internas del capitalismo, y de ahí la base científica del socialismo revolucionario, hay que encontrarlo en la obra del viejo Marx; sobre todo, en El Capital.

Los de la escuela de la ruptura metabólica[3] defienden que, contra lo que históricamente ha entendido el marxismo occidental[4], el viejo Marx no deja a un lado la comprensión que el joven Marx tenía de la relación entre el capitalismo y la naturaleza en su investigación sobre la economía política del Capital, sino que la integra dentro del concepto de metabolismo.

La teoría de la fractura metabólica viene a decir, dicho brevemente, que la sociedad se basa en la misma forma en que la naturaleza se basa en los ciclos y procesos bioquímicos. El ser humano, si quiere vivir, tiene necesariamente que construir una relación con el metabolismo universal de la naturaleza[5]. Esa relación es jerárquica. El metabolismo humano, es decir, la organización social necesaria para movilizar a la sociedad, forma parte del metabolismo universal de la naturaleza[6]. Sin embargo, con la llegada del capitalismo, ocurre una ruptura en la relación histórica entre el metabolismo humano y el metabolismo universal de la naturaleza. El ser humano condiciona por primera vez a su antojo los ciclos y procesos de la naturaleza, poniendo las necesidades del metabolismo social capitalista por encima de las capacidades de resiliencia de la naturaleza e invirtiendo la relación jerárquica entre ambas instancias. Por primera vez en la historia de la humanidad, el metabolismo universal de la naturaleza se integra en el metabolismo particular del ser humano.

Marx, según explican Foster y Saito, entre otros, explica a través de la concepción de la fractura metabólica 1) la decadencia de la fertilidad natural de la tierra como consecuencia de la interrupción del ciclo nutricional de la tierra[7], 2) que los nuevos desarrollos científicos y tecnológicos, en el seno de las relaciones sociales capitalistas, aumentan la explotación de la naturaleza, profundizando en la degradación de la tierra y extendiendo la fractura metabólica, y 3) que los nutrientes transferidos a la ciudad implican la acumulación de basura y residuos, con los consiguientes problemas de polución[8].

La ruptura metabólica significa, pues, una ruptura ecológica en el metabolismo de un sistema y, parafraseando a Saito, nos muestra un eficaz andamio metodológico para entender las crisis ecológicas en su historicidad[9]. Así, la escuela de la ruptura metabólica, también conocida como segunda generación del ecosocialismo, ofrece una potente explicación sobre el capitalismo y la decadencia de la naturaleza.

De las obras de esa escuela[10] derivan, en mi opinión, una serie de principios básicos para el desarrollo de las tesis políticas de la cuestión ecológica:

  • La ruptura que se ha producido entre el metabolismo humano y el metabolismo universal de la naturaleza, como consecuencia de la expansión de las relaciones sociales capitalistas, ha dado lugar a consecuencias irreversibles, ya que han puesto por encima de la capacidad de resiliencia que tiene la naturaleza las necesidades económicas del capitalismo.
  • La evolución histórica del capitalismo se ha dado ligada a la constante búsqueda de la rentabilidad, y eso es algo inherente a la relación social capitalista. El cuerpo metabólico del capitalismo necesita la acumulación de la riqueza tanto como el cuerpo humano el agua.
  • La explotación de la naturaleza en el capitalismo se produce tanto en el sentido cuantitativo (la incorporación del máximo de recursos a la dinámica mercantil) como en el cualitativo (el aumento de los niveles de rentabilidad de un recurso natural a través de la aplicación de la ciencia y la tecnología), y esto constituye un elemento clave en la composición orgánica del Capital.
  • Una de las variables determinantes que ha hecho posible el funcionamiento metabólico del capitalismo ha sido la relación imperial entre centro y periferia, que ha podido funcionar a través del saqueo de los recursos energéticos a lo largo de los siglos.
Una de las variables determinantes que ha hecho posible el funcionamiento metabólico del capitalismo ha sido la relación imperial entre centro y periferia, que ha podido funcionar a través del saqueo de los recursos energéticos

CRISIS ECOLÓGICA

“El planeta Tierra que hemos conocido, con patrones climáticos conocidos y orillas estables está en peligro inminente. […] La conclusión que se manifiesta es la siguiente: los recursos fósiles que se explotan de manera continuada en la Tierra no solo ponen en peligro las millones de especies que viven entre nosotros, sino que la supervivencia misma de la especie humana está en entredicho y el tiempo que tenemos es menor de lo que pensábamos”[11].

Con estas palabras comienza el libro de James Hansen Storms of My Grandchildren. Quizá el que por aquel entonces era uno de los mayores especialistas mundiales llevaba años hablando de las terribles consecuencias que podríamos sufrir a causa de la crisis climática.

No es de extrañar: los cambios que se están produciendo en el funcionamiento interno de la naturaleza como consecuencia de la acción humana pueden alterar por completo el entorno natural que hemos conocido hasta ahora.

En la era geológica del Antropoceno, las condiciones biofísicas que han permitido el desarrollo de la civilización humana están cambiando. En 2009, liderados por el científico Johan Rockström, varios investigadores del Stockholm Resilience Centre declararon nueve indicadores ecológicos que pueden resquebrajar el equilibrio que durante los pasados milenios ha definido la vida en la tierra, estos son: 1) la estabilidad climática, 2) la disponibilidad de agua dulce, 3) los ciclos de fósforo y nitrógeno, 4) la capa de ozono, 5) la pérdida de biodiversidad, 6) la acidificación de los océanos, 7)  las transformaciones en el uso de la tierra, 8) elementos bioquímicos y 9) la creación de nuevas entidades. Pues bien, señalaron que cruzar una sola de estas nueve limitaciones biofísicas supondría poner en jaque la estabilidad de nuestras sociedades. Estos nueve indicadores, conocidos como “los nueve límites planetarios”, son procesos o ciclos que garantizan que la naturaleza perdure de una manera estable. Pues bien, el Stockholm Resilience Centre ha publicado hace pocos días el estudio que mide el estado actual de los nueve límites planetarios[12], cuyos resultados indican que seis de esos nueve límites planetarios (la disponibilidad de agua dulce, la estabilidad climática, la existencia de nuevas entidades, la pérdida de biodiversidad, los cambios en el uso de la tierra y los ciclos bioquímicos) ya han sido rebasados.

No hace falta decir que los daños que puede acarrear la superación de estos límites son enormes. La supervivencia a largo plazo de la humanidad en estas condiciones de vida, tanto cuantitativas como cualitativas, no puede darse hoy por supuesta. Aunque estos nueve límites planetarios indican nueve ciclos o procesos diferenciados, la mayoría de ellos tienen una estrecha relación entre sí. Por ejemplo, el fitoplancton y las plantas absorben el carbono dióxido del aire en el proceso de fotosíntesis. La pérdida de la biodiversidad que acarrean los cambios en el uso del suelo conlleva una disminución significativa de la eficiencia del proceso con el que se absorbe el CO2. Con todo ello, el hecho de que la cantidad de carbono en la atmósfera crezca hace que la temperatura de la tierra aumente mediante el efecto invernadero. Esto, entre otras cosas, trae consigo la acidificación de los océanos, incidiendo directamente en la diversidad de los seres conchados de los ecosistemas marinos.

EL CAPITALISMO EN UNA ENCRUCIJADA

Los seis límites planetarios que hemos rebasado nos demuestran que la Tierra, hoy en día, ya no es un espacio seguro para el ser humano. Aun así, teniendo en cuenta la coyuntura actual, y si queremos aproximarnos a la situación económico-política, es necesario hablar de la crisis climática de forma diferenciada.

Según el IPCC[13], entre 1859-1900 y 2006-2015, la temperatura mundial ha aumentado 1,07ºC. Este aumento ha provocado que incrementen la frecuencia y la magnitud de los desastres climáticos en el mundo, como sequías, ciclones, salinización de acuíferos, incendios, etcétera[14]. Si la temperatura media de la tierra siguiese en aumento, tal y como hoy en día se da por hecho, los perjuicios que desataría esa catástrofe aumentarían de manera sustancial. 

Por otro lado, la extracción de combustibles fósiles requiere cada vez más recursos. Los yacimientos de petróleo y gas más asequibles se vaciaron hace tiempo, y los costes necesarios para acceder a los nuevos yacimientos son cada vez mayores. Esto ha derivado en una crisis de rentabilidad de la energía basada en el combustible fósil. Por otra parte, las proporciones internas del mix energético, es decir, las proporciones del conjunto de diferentes energías (petróleo, gas, carbón, agua, viento...) necesarias para iniciar y mantener las relaciones productivas de la sociedad, están cambiando. La cantidad de electricidad necesaria para sustentar las necesidades económicas del capitalismo contemporáneo está aumentando.

Por un lado, la superación de los límites de extracción creciente de petróleo (en 2005 se extraían una media de 70 millones de barriles diarios frente a los 60 millones actuales[15]) ha obligado a recurrir a fuentes alternativas de energía (petróleo pesado, gas extraído mediante fracking, etcétera). Sin embargo, se estima que hace tiempo que superamos los límites biofísicos para sostener una sociedad basada en la extracción de combustibles fósiles. Si el metabolismo energético de nuestra sociedad se basa en el combustible fósil, éste no puede ser sustituido por las energías renovables. Mediante las renovables se genera electricidad y, en la actualidad, no existen medios técnicos para que la electricidad sustituya al gasóleo o al gas, es decir, para electrificar de forma masiva muchos procesos muy dependientes de la combustión de fuentes de energía fósiles (como el transporte).

Se estima que hace tiempo que superamos los límites biofísicos para sostener una sociedad basada en la extracción de combustibles fósiles

EL PLAN ECONÓMICO-POLÍTICO DE EUROPA

Emilio Santiago[16] afirma que a la hora de pensar la política hay dos elementos: por un lado, la búsqueda de la verdad y, por otro, la construcción de valores ético-políticos (y que, sin duda, este segundo es estratégicamente decisivo). El discurso de proyectos como Extinction Rebelion, Fridays For Future o Sunrise Movement se basa en lo siguiente: que hagan caso a los científicos. Ahora bien, hacer ver al mundo que estamos en plena crisis ecológica no implica, en sí, que se tomarán automáticamente medidas ante nuestra relación catastrófica con la naturaleza para crear una relación más equilibrada entre el mundo y la civilización humana.

Desde el foro económico mundial de Davos, se acaba de publicar una encuesta sobre riesgos a nivel mundial[17]. En esta encuesta, 1.490 expertos y autoridades mundiales dan su opinión sobre los riesgos a los que se enfrenta el mundo a corto plazo (dos años) y medio plazo (diez años). En esa encuesta, el 70% de los participantes considera que el mundo sufrirá transformaciones que serán muy graves vinculadas a la evolución de la ecología en los próximos diez años.

Se podría decir que los altos mandos mundiales han hecho caso a los científicos y que la hipótesis del desastre climático es aceptada hoy en día por la inmensa mayoría.

En esta dirección, y debido al doble problema que se nos presenta como consecuencia de nuestra dependencia con los combustibles fósiles (crisis energética y crisis climática), uno de los principales retos históricos del capitalismo es la separación entre crecimiento económico y carga ecológica.

(...) uno de los principales retos históricos del capitalismo es la separación entre crecimiento económico y carga ecológica

El actual presidente argentino, Javier Milei, habló en el foro de Davos de la evolución del Producto Interior Bruto (PIB) acumulado a lo largo de la historia humana, para visibilizar el absoluto aumento de la producción de riqueza desde los tiempos de implantación del capitalismo[18]. Decía que, si ponemos en un gráfico la evolución histórica del PIB, sale un gráfico que se parece a un palo de hockey. Pues bien, el gráfico de la contaminación que el ser humano ha provocado a lo largo de la historia nos muestra la forma idéntica de ese palo de hockey. Se señala claramente que la acumulación de riqueza y la contaminación son el correlato de una historia idéntica, y que esa riqueza se ha conseguido mediante la ruptura que el metabolismo humano ha provocado en el metabolismo universal de la naturaleza. El pilar del capitalismo verde o del plan estratégico del Capital para sobrevivir sería el final de ese correlato, es decir, asegurar el crecimiento económico, reduciendo la dependencia de las fuentes contaminantes de energía.

Aunque desde al menos 2016 se utiliza la retórica sobre esa separación, los datos indican que la dependencia de la energía fósil no se está reduciendo ni en términos absolutos ni tampoco en términos relativos[19]. Así lo manifestó también Josu Jon Imaz en el foro de Davos[20].

La Cuarta Revolución Industrial es, para los grandes profetas del capitalismo tecnológico, el salto hacia adelante que sacará de la encrucijada al metabolismo social capitalista. Esta transformación tecnológica a nivel global fue propuesta hace más de una década en el foro económico mundial. Se trata de un conjunto de medidas y aplicaciones tecnológicas que, como bien explica Martin Goitiandia[21], se basan en la digitalización, la Inteligencia Artificial, la IOT (Internet Of Things), la robótica avanzada, el Big Data y otras tecnologías.

Dado que la base energética de estas nuevas tecnologías es la electricidad, nuestra dependencia del carbono disminuiría sustancialmente[22]. Las necesidades de electricidad crecerían mucho en sentido comparativo, y podríamos pasar a un metabolismo humano más ecosostenible.

Aunque parezca bastante increíble la idea de que una transformación de este tamaño del tejido económico lograría suplir la necesidad de la explotación de combustibles fósiles (por ejemplo, aumentaría el peso de sectores estratégicos como el transporte o la explotación de minerales y su dependencia de los combustibles fósiles es total), el problema más grave que observamos en la actualidad es que esa Cuarta Revolución Industrial no está sucediendo. Al menos no en un sentido planificado. Sin embargo, las esperanzas que el gran Capital tiene puestas en esta hipótesis no han disminuido. Según el Think Tank estadounidense McKinsey, entre 2010 y 2021, la financiación anual que se destina a la Cuarta Revolución Industrial ha crecido un 319%[23].

Si no se reduce la dependencia de la energía fósil, la hipótesis de que el desastre podría suceder cobra fuerza, lo cual no quiere decir que se produzca el declive de la civilización occidental necesariamente. Tan racional como la idea de que todos nos ayudemos unos a otros para hacer frente al desastre es, precisamente, la idea de competir entre todos. Es decir, lo más posible es que si hubiese que reducir la velocidad global de producción, esto ocurriría de forma asimétrica y que los países con una posición geopolítica más fuerte podrían mantener su calidad de vida, empobreciendo aún más los territorios periféricos.

Lo que ocurre es que, hoy por hoy, no se puede decir de forma absoluta cuál está o, mejor dicho, cuál podría estar en posición débil. La hegemonía del bloque político occidental está en entredicho y la impunidad histórica de las potencias atlantistas para explotar el sur global y saquear los recursos necesarios para reproducir el metabolismo humano se tambalea.

La hegemonía del bloque político occidental está en entredicho y la impunidad histórica de las potencias atlantistas para explotar el sur global y saquear los recursos necesarios para reproducir el metabolismo humano se tambalea

El programa económico de la transición energética no puede entenderse al margen de las otras medidas que están adoptando los estados europeos. Más que una salida a la crisis climática y a la crisis energética global, hay que hablar del plan estratégico para hacer frente a la crisis multilateral de Europa. Este plan tiene los siguientes pilares:

  • Búsqueda de nuevas fuentes de rentabilidad ante la crisis de acumulación. Explorar las condiciones de posibilidad de la Cuarta Revolución Industrial y, si se produce, estar en la vanguardia mundial.
  • Reducir la dependencia energética de Europa con respecto al sur global, mediante el aumento de la capacidad productiva de la electricidad y la electrificación de sectores estratégicos.
  • Prepararse para posibles conflictos militares derivados de la crisis energética (guerras exteriores para garantizar el control de los recursos).
  • Prepararse para posibles conflictos políticos como consecuencia de la crisis climática (flujos migratorios gigantescos, proliferación de catástrofes, etcétera).

FRENTE A LA CATÁSTROFE, ¿DECRECIMIENTO?

El discurso político en torno a la cuestión ecológica se desarrolló, sobre todo, a partir de los años 70 en Occidente. La publicación del famoso informe Los Límites del Crecimiento[24] del Club de Roma dio el pistoletazo de salida a todo tipo de literatura política en torno al problema ecológico. Para Eric Hobsbawn[25] no era de extrañar porque, en esa época, debido al desarrollo tecnológico aplicado a la industria, la contaminación y el deterioro ecológico se convirtieron en una auténtica amenaza para el estilo de vida de las grandes potencias, o al menos así se percibió en un amplio espectro de izquierdas.

De este periodo histórico y, sobre todo, de la resaca de los ciclos de lucha de la autonomía política surgió el concepto de decrecimiento.

Hoy en día, podríamos decir que el término decrecimiento representa a una familia de diferentes perspectivas político-económicas que, contra la actual crisis ecológica planetaria, rechaza el crecimiento económico ilimitado y exponencial como definición del progreso humano. Se pretende que el concepto desempeñe la función de nexo de unión de ese amplio espectro político.

En pocas palabras, el principio orientador del decrecimiento es el siguiente: si el desarrollo capitalista (en sentido histórico) se ha dado en relación con el crecimiento económico continuo y si el principio motor de ese crecimiento ha sido la dependencia total con respecto a los combustibles fósiles, es necesario cortar con la dinámica del crecimiento continuo para construir sociedades. Yendo más allá, el sistema económico basado en el crecimiento implica una dependencia radical del consumismo que poco tiene que ver con la satisfacción de nuestras necesidades reales. La solución es dejar de crecer para que toda la humanidad sobreviva.

Si se quiere entender el principio político del decrecimiento, la teoría económica del estado estacionario es un pilar imprescindible. En cierto modo, porque es una teoría económica surgida en el seno de la idea de que es posible dejar de crecer dentro del capitalismo. Algunas de las figuras más importantes a favor del decrecimiento (Serge Latouche, Nicholas Georgerescu-Roegen y Herman Daly) son los principales impulsores de esta teoría económica. Esto pone de manifiesto que la evolución histórica de la concepción del decrecimiento ha estado estrechamente ligada a una crítica utópica del capitalismo, en la que, con un desarrollo tecnológico constante y la mejora de las capacidades humanas, el gran Capital es capaz de promover continuos avances cualitativos en la producción en sociedades industriales maduras y, al mismo tiempo, ir mejorando progresivamente las condiciones de trabajo y reduciendo la jornada de trabajo.

Como explica Giovanni Arrighi[26], podemos encontrar en Adam Smith al primer defensor de esta idea. Según Arrighi, Smith creía que, a medida que crecía la riqueza de cualquier país, disminuían la tasa de ganancias y las posibilidades de inversión eran más escasas. En aquella nación que alcanzase una “total riqueza”, la sociedad entraría en un estado de equilibrio o de estabilidad con un flujo permanente de capital y personas.

Aunque ese salto no se haya dado de un modo automático, es decir, aunque la culminación del crecimiento cuantitativo no haya llevado al capitalismo hacia una economía en situación estable, Latouche[27] intenta ofrecer una alternativa más voluntarista de la teoría aunándolo con una comprensión capitalista del decrecimiento y separándola de la crítica marxista del capitalismo, señalando que:

  • El capitalismo ecocompatible es viable, al menos en teoría.
  • Las medidas regulatorias basadas en el keynesianismo pueden doblegar al capitalismo.
  • El decrecimiento no pone en duda la propiedad privada ni la relación entre trabajo y Capital.

Podríamos decir que es utópica la idea de que la expresión capitalista del decrecimiento se pueda basar en una regulación reformista, al menos desde la crítica de la economía política, porque el Estado no puede ser entendido como una estructura política autónoma del mercado[28]. Paradójicamente, la expresión del decrecimiento de Latouche (que es el referente de algunos teóricos que actúan a favor del decrecimiento y en contra de la Green New Deal[29]), para poder materializarse en teoría, tiene que aceptar necesariamente la propuesta reformista.

Si la extracción de la plusvalía es la base del funcionamiento del capitalismo, en un contexto de crisis ecológica, la única forma de que la dinámica económica interna del capitalismo sea ecológicamente viable es precisamente idear el método de extracción ecológica de la plusvalía, separando el motor de fuerza de la energía de los medios de producción de la emisión de carbono.

Si la extracción de la plusvalía es la base del funcionamiento del capitalismo, en un contexto de crisis ecológica, la única forma de que la dinámica económica interna del capitalismo sea ecológicamente viable es precisamente idear el método de extracción ecológica de la plusvalía

De lo contrario, mientras el rendimiento energético de los combustibles fósiles sea superior al de las energías renovables, no se podrá dar el salto a un modelo energético más ecológico, aunque los combustibles fósiles estén a punto de agotarse y se destruyan numerosas montañas para colocar molinos de viento[30].

El concepto del decrecimiento, más allá de ser lícito, es, pues, utópico si no se concibe bajo el marco de la abolición del capitalismo. Y el Capital, en tanto que es una relación social, no es un mero sinónimo de mercado; sino que engloba en sí mismo un conjunto de pilares organizativos de nuestra civilización, entre los que también están las instituciones del Estado y la familia.

DOS FORMAS DE ENTENDER LA CUESTIÓN DE LA URGENCIA; SURFEAR EN LA BARBARIE O CONSTRUIR EL SOCIALISMO

La crisis ecológica ha dejado al ser humano en una situación que hay que abordar desde hoy. El periodo histórico en el que la socialdemocracia clásica defendía la transición al socialismo como un proceso lento y evolutivo ya no tiene sentido. Consciente de ello, Andreas Malm[31] propone el concepto de leninismo ecológico como un conjunto de principios que pretende servir de orientación al activismo climático.

Según el modo de entender que Malm pone sobre la mesa, el leninismo ecológico significa:

  • Convertir las crisis de síntomas en crisis de causas, es decir, convertir la crisis ecológica en crisis política del capitalismo.
  • Convertir la impaciencia en virtud estratégica. El principio político de actuar en cada mínima oportunidad.
  • Que una parte de la población imponga a la otra su voluntad por la fuerza, como criterio político activista.

Hay que decir que, aunque este sentido de leninismo ecológico resulta cuando menos llamativo, el pobre Malm abandona a continuación la idea de que pueda haber condiciones de posibilidad para la revolución. El declive histórico del proyecto del comunismo ha llevado a que, de forma directa o indirecta, el marco de comprensión de los planteamientos políticos radicales se limite a una relación dialéctica entre el Estado y los movimientos populares y/o obreros. Esto implica que el ámbito político extraparlamentario adopte un sentido defensivo obligatorio y limite necesariamente la fase ofensiva a las condiciones de posibilidad impuestas por el Estado capitalista. Esto supone, en el mejor de los casos, una integración burguesa de las exigencias de las luchas radicales y, en el peor de los casos, una insignificante perpetuación de la fase defensiva.

La tarea urgente que nos ocupa a nosotros como revolucionarios consiste en recuperar la viabilidad de la premisa histórica de la revolución internacional a favor del socialismo. Más aún ahora que el futuro de la humanidad se encuentra en una encrucijada.

Recuperar la viabilidad de la premisa histórica de la revolución internacional a favor del socialismo es, para los revolucionarios, la tarea de urgencia. Más aún ahora que el futuro de la humanidad se encuentra en una encrucijada

Contra la situación de crisis multilateral del capitalismo se prevén tres hipótesis posibles:

  • Que el capitalismo se adentre en un nuevo ciclo de expansión a través de nuevas fuentes de rentabilidad. Es decir, reduciendo la dependencia del carbono y a través de la Cuarta Revolución Industrial.
  • Que el capitalismo se adentre en una situación de guerra total entre bandos geopolíticos para adquirir el control de los combustibles fósiles (como consecuencia de la crisis energética) o para externalizar los daños causados por la crisis climática.
  • Internacionalizar el proyecto histórico del socialismo y revitalizar el paradigma histórico anticapitalista.

En todo caso, las tres hipótesis tienen mucho de especulación, y las probabilidades de llevar a cabo una u otra de ellas son muy diferentes. A pesar de todo, estaríamos ciegos si descartáramos la hipótesis de que las probabilidades para una escalada bélica aumentarán a nivel mundial. A nuestro tiempo corresponde, sin embargo, hacer viable la tercera hipótesis y expandir internacionalmente los principios estratégicos del comunismo. Si no alcanzamos ese objetivo, no haremos más que surfear en las olas de la barbarie, reconociendo el derecho a la existencia de este modelo inhumano de civilización que destroza constantemente a la humanidad y a la naturaleza misma.

REFERENCIAS

[1] Marx, K. (1968). Manuscritos: economía y filosofía. Alianza Editorial.

[2] Ibid. 141, 142, 143; La idea de que la naturaleza es el “cuerpo inorgánico del ser humano” se desarrolla bien en estas obras: en el capítulo La verdadera cuestión terrenal dentro del libro La ecología de Marx de John Bellamy Foster, o en el capítulo La mediación histórica de la naturaleza y la mediación natural de la sociedad dentro del libro El concepto de naturaleza en Marx de Alfred Schmidt.

[3] Foster, J. B. (2004). La ecología de Marx: materialismo y naturaleza. Editorial El Viejo Topo; Foster, J. B. (2020). The return of nature: Socialism and ecology. NYU Press; Saito, K. (2022). La Naturaleza contra el Capital. Bellaterra. Besteak beste.

[4] Schmidt, A. (2011). El concepto de Naturaleza en Marx. Siglo XXI.

[5] Malm, A. (2018). On the use of Opposites: In Praise of Polarisation, en el libro The Progress of This Storm.

[6] Clark, B. Foster, J.B. (2023) El robo de la naturaleza. Bellaterra.

[7] Como prueba Saito, esa idea viene de Liebig; se da una ruptura en el ciclo de los nutrientes debido a la proliferación de ciudades, ya que los recursos consumidos no vuelven a la tierra en forma de abono, y son rechazados. Saito, K. (2022). La Naturaleza contra el Capital. Bellaterra

[8] Foster J.B., Clark, B., York, R. (2010). The ecological rift. Monthly Review Press. Pág. 126.

[9] Saito, K. (2022). La naturaleza contra el capital, Bellaterra. Pág. 22.

[10] Foster, J. B. (2022). Capitalism in the Anthropocene: ecological ruin or ecological revolution. NYU Press.; Foster, J. B., Clark, B., & Holleman, H. Capitalismo y robo: la expropiación de la tierra, el trabajo y la vida; Foster, J. B., & Clark, B. (2020). The robbery of nature: capitalism and the ecological rift. Monthly Review Press.; Foster, J. B., Clark, B., & York, R. (2011). The ecological rift: Capitalism’s war on the earth. NYU Press; Saito, K. (2022). El Capital en la era del Antropoceno. Ediciones B.

[11] Hansen, J. (2010). Storms of my grandchildren: The truth about the coming climate catastrophe and our last chance to save humanity. Bloomsbury Publishing USA. Pág. 4. 

[12] Richardson, K., Steffen, W., Lucht, W., Bendtsen, J., Cornell, S. E., Donges, J. F., ... & Rockström, J. (2023). Earth beyond six of nine planetary boundaries. Science Advances, 9(37), eadh2458.

[13] Integovernal Pannel of Climate Change, acrónimo de las siglas en inglés.

[14] IPCC (2021). Climate change 2021-The physical science basis. Interaction. Reyes, L. G., Almazán, A. (2023). Decrecimiento: del qué al cómo. Icaria.

[15] https://www.diariodemallorca.es/cultura/2023/05/16/antonio-turiel-cobre-toca-techo-87414644.html

[16] Santiago, E. (2023). Contra el mito del colapso ecológico. Arpa.

[17] McLennan, M. (2024). The global risks report 2024 19th edition.

[18] https://www.cronista.com/economia-politica/javier-milei-en-el-foro-de-davos-el-discurso-completo/

[19] Saito, K. (2022). El Capital en la era del Antropoceno. Ediciones B.

[20] https://www.bolsamania.com/noticias/empresas/imaz-repsol-davos-tenemos-repensar-nuestra-politica-energetica--15884686.html

[21] Goitiandia, M. (2024). Marx eta 4.0 Industria; Adimen Artifiziala. Arteka

[22] Rifkin, J. (2019). The Green New Deal: Why the fossil fuel civilization will collapse by 2028, and the bold economic plan to save life on earth. St. Martin’s Press.

[23] https://www.mckinsey.com/featured-insights/mckinsey-explainers/what-are-industry-4-0-the-fourth-industrial-revolution-and-4ir

[24] Meadows, D. H., Meadows, D. L., Randers, J., & Behrens, W. W. (1972). Los límites del crecimiento: informe al Club de Roma sobre el predicamento de la humanidad. Fondo de cultura económica.

[25] Hobsbawm, E (2019). Historia del siglo XX. Crítica. Págs. 263-264., pág. 545. 

[26] Arrighi, G. (2009). Adam Smith en Pekín. Ediciones Akal.

[27] Latouche, S. (2003). Would the West actually be happier with less? Le Monde Diplomatique; y Latouche, S. (2005). Can Democracy solve all the problems? International Journal of Inclusive Democracy; tomando como referencia a Foster, J. B. (2022). Capitalism in the Anthropocene: ecological ruin or ecological revolution. NYU Press.

[28] Meszaros, I. (2001). El orden de la reproducción metabólica del capital. Más allá del Capital. Vadell Hermanos

[29] Carlos. T. (2012). En defensa del decrecimiento: Sobre capitalismo, crisis y barbarie. Catarata.

[30] https://www.ultimahora.es/noticias/local/2023/05/14/1935391/antonio-turiel-del-csic-negocio-energias-renovables-burbuja-del-ladrillo.html

[31] Malm, A (2020). El murciélago y el capital. Coronavirus, cambio climático y guerra social. Errata Naturae.

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