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(Traducción)

De acuerdo con las convocatorias de sindicatos y agentes estudiantiles, la comunidad educativa realizó una huelga la semana pasada. La convocatoria más sonada fue quizá la de los sindicatos, que, en el centro de los motivos de la huelga y entre las principales exigencias de la misma, subrayó las reivindicaciones asociadas a la salud de trabajadores y estudiantes.

El agente estudiantil con mayor vigor, la organización Ikasle Abertzaleak, también se adhirió a la convocatoria de huelga, y además de sumarse a la exigencia de garantizar la salud, añadió a la misma una serie de reivindicaciones, que tienen eminentemente por objeto anular el impacto negativo que el retorno de las clases está generando en las condiciones económicas de las familias trabajadoras y defender condiciones óptimas para aprendizaje académico. A parte de ello, a la hora de nombrar responsables también señaló más allá de la gestión administrativo-política, centrándose en cuestiones estructurales como la tendencia del capitalismo a la crisis. Además, también reclamó que en el ámbito educativo se debe garantizar el derecho a hacer política en favor de las familias proletarias.

La convocatoria realizada por Ikasle Abertzaleak fue apoyada por diversos agentes y particulares, como los grupos de mujeres de los campus o Unibertsitateko Indar Batasuna, este último, además, con una lista propia de reivindicaciones.

De todas formas, el objetivo de este texto no es profundizar en el contenido de la convocatoria de huelga, tampoco hacer una especie de análisis de los sindicatos y sus discursos o programas políticos. Para ello ya hay información suficiente en la red; además, ¿quién mejor que los militantes de las organizaciones para exponer el programa de cada una? Dejemos que sean ellos quienes hablen.

He querido escribir sobre un aspecto que ha revelado la exitosa convocatoria de la huelga estudiantil. Una cuestión que, a pesar de que trasciende ámbito estudiantil, ha tenido innegable reflejo en el movimiento estudiantil de los últimos años. Os hablo de la relación entre la política socialista y la posibilidad de movilizar masas. Es decir, y por aclararlo, he escrito para defender que ha sido desmentida la hipótesis que aboga que la política socialista (sus análisis, discursos, políticas comunicativas, métodos de lucha…) y las organizaciones o los agentes que la llevan a cabo tienen de por si la imposibilidad de reunir y movilizar extensas masas de la clase trabajadora.

Por contextualizar la cuestión, he de decir que es una falacia que viene desde hace tiempo y en los últimos años se ha utilizado mucho en Euskal Herria principalmente con el fin de invalidar cualquier tesis política con potencial revolucionario y justificar las políticas reformistas.

Precisamente, y con el propósito de volver a la huelga estudiantil, uno de los principales argumentos que han esgrimido en los últimos años varias gentes de izquierdas y organizaciones que se consideran socialistas con el objetivo de hacer frente a la organización Ikasle Abertzaleak ha sido que desde que Ikasle Abertzaleak ha asumido la política socialista, ha abandonado la decisión de movilizar y organizar a un amplio alumnado. Es más, que el discurso y la práctica política por la que opta le ha hecho imposible hacer llegar su mensaje al alumnado y movilizarlo. En consecuencia, que IA o todo aquel que quiera organizar la revolución está condenado a la marginalidad política.

De tal modo, además, quieren convencernos de que quienes lo critican son más juiciosos o inteligentes que todos los demás, ya que, aunque están de acuerdo tanto con el principio de unidad de los trabajadores como con lecturas sobre la clase trabajadora o la lucha de clases, dicen que no son apropiadas para la mención pública y la comunicación política, por eso es (por lo visto) que no las utilizan, porque no sirven para movilizar a la gente. Pretenden así reducir todo debate y diferencias políticas de fondo a una cuestión comunicativa y estética, a una especie de disputa técnica sobre la destreza.

Sin embargo, la huelga estudiantil de la semana pasada ha sido un duro golpe para estos últimos y para su falacia. De hecho, ha quedado claramente demostrado que la capacidad movilizadora de Ikasle Abertzaleak está en buena salud, y que sigue siendo organización de referencia entre el alumnado, ya que ha demostrado ser la organización estudiantil con mayor capacidad de incidencia o influencia aun habiendo asumido la política socialista.

Para darse cuenta de ello, basta con echar un ligero vistazo al transcurso de los últimos años. Como ejemplo y referencia, la manifestación realizada en 2016 el día de las elecciones para el rectorado de la Universidad del País Vasco, donde se calcula que se reunieron entre 2000 y 2500 personas. Más o menos la misma cantidad de gente que se movilizó en la huelga de la semana pasada.

Sin embargo, el contexto y las condiciones son muy diferentes. En la movilización de 2016 participó la Izquierda Abertzale Oficialista -la organización Ernai hizo un llamamiento público a participar-, la convocatoria de la movilización tuvo protagonismo en los grandes medios de comunicación del País Vasco, principalmente en Berria -publicaron una entrevista de dos páginas la misma semana de la manifestación-, Gara y Argia, pero también en El Correo, El Diario Vasco y ETB. En estos últimos para criminalizar las protestas. Sin embargo, la huelga estudiantil de 2020 ha contado con una convocatoria separada de movilizaciones por parte de la organización estudiantil de la Izquierda Abertzale Oficialista, así como el abandono y el boicot a manos de esa misma comunidad política. Encima, no ha tenido ninguna presencia ni repercusión en los citados medios de comunicación, ni antes ni después de la huelga, salvo en Argia. Además, la huelga ha sido nada más empezar el curso y en medio de una pandemia mundial. Teniendo en cuenta todo ello, tiene mucho mérito sacar a la calle a 2500 alumnos, máxime si tenemos en cuenta que las demás organizaciones estudiantiles han movilizado en el mejor de los casos a unos pocos centenares.

Además, también hay una gran diferencia entre que en una jornada electoral se movilice a la gente con un mensaje o reivindicación negativa, es decir, contra algo y, como ha hecho IA en el caso de la huelga de este año, además de oponerse a algo, se movilice a favor de algo con un mensaje positivo. Más aún cuando ese mensaje positivo tiene una fuerte carga política.

En la medida en que cada vez es más evidente que IA ha mantenido y puesto en alza su capacidad movilizadora desde su adhesión a la política socialista, cada vez vale menos la falacia de que IA está condenada a la marginalidad política, por eso se encuentran en la necesidad de otra excusa aquellos que no tienen otro objetivo que la eliminación de esa organización y la justificación de sus políticas reformistas. Aún más cuando su organización estudiantil es incapaz de funcionar con el paso de los años.