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2021/03/11

(Traducción)

Hemos sido obligados a empezar casi de cero: esta es la mayor señal de la derrota del movimiento obrero que llevamos arrastras desde el siglo XX. No sólo se ha empezado de cero el nuevo proceso efectivo de organización, hemos tenido que empezar de cero el proceso de conocer y recuperar la cosmovisión de la teoría y la práctica que estaba extendida desde el comienzo del pasado siglo. Hemos tenido que partir desde la base, porque las claves que aparecían aquí y allá para interpretar y transformar este momento en relación a las condiciones estructurales (la crisis) de las últimas décadas no nos satisfacían. No porque quisiéramos romper en una forma idealista, soñadora o infantil impulsados por una rebeldía inconsciente de la juventud. Queríamos entender la raíz de las formas económicas, políticas y culturales que duramente nos golpean, para cambiar esa misma raíz.

No nos satisfacían ni las explicaciones que nos daban tanto en la universidad, en los parlamentos y las cadenas de televisión como en la calle, ni las recetas políticas para hacerle frente. No nos satisfacía la falta de esperanza sobre un futuro completamente diferente. No nos satisfacía las políticas pactadas y pacifistas propuestas desde la izquierda sobre sus enemigos e instituciones que cada vez más claro podíamos identificar.

La característica principal de las últimas décadas ha sido la desideologización de la sociedad. La propuesta comunista que la clase trabajadora llevo a práctica pasó de ser protagonista el anterior siglo a ser una cosmovisión utópica e infantil. La propuesta revolucionaria proveniente de las condiciones de raíz salió perdedora ante la cosmovisión burguesa, pasando a caracterizar este último periodo como individualista y (im)posibilista.   

Aunque el movimiento histórico que se dio en el siglo XX creó distintas corrientes dentro la cosmovisión comunista (a consecuencia de la unión entre teoría y práctica), no ganó directamente una u otra. Fue la completa derrota de todas las corrientes. Esto fue más allá de ser una derrota militar o política, por tanto: fue la derrota de la propia visión del mundo. Habiendo recogido las aportaciones de los análisis de Gramsci, fue la victoria de la hegemonía burguesa sobre la sociedad (mediante la violencia y la cohesión) y el final de la cultura y fuerza proletaria organizada.

Desde entonces, la burguesía ha privatizado del todo el tablero de juego del poder y la gobernanza. No sólo ha impuesto como único pensamiento su cosmovisión, ha estado constantemente destruyendo hasta hoy en día los rastros de la cosmovisión comunista, y por tanto, las esperanzas y posibilidades de culminar este proyecto. 

Dentro de la visión del mundo burgués, como ocurrió con la cosmovisión comunista, han solido aparecer distintas corrientes. A mi parecer, tal y como lo definen los propios análisis burgueses, los sectores sociales, que se posicionarían en la izquierda, centro y derecha de la sociedad y la política, representan las distintas corrientes de esa cosmovisión. Como sabemos, a medida que el histórico movimiento de la izquierda ha ido experimentado un proceso de integración con el aparato enemigo en las últimas décadas, se ha convertido en el ala izquierda de la cosmovisión burguesa, a partir de la experiencia del eurocomunismo. Todos tienen el mismo principio: dejar a un lado la determinación de clase que determina el rumbo de la sociedad y crear teorías sobre causas diversas para interpretar el mundo. Así, en términos de compresión, están limitadas a la apariencia de la realidad capitalista, en el reino terrenal del fetichismo de la mercancía. Las diferencias sociales se entienden siguiendo las leyes naturales o a través de una aparente injusticia en la circulación y distribución de la riqueza. Con esa limitación, las determinaciones de la sociedad burguesa son aceptadas por todas las partes y las tensiones entre ellos se agotan en las constantes reformulaciones de estas determinaciones. La cosmovisión burguesa reproduce un pensamiento muerto, incapaz de comprender siquiera los movimientos generados inmanentemente por sus mecanismos. La actitud destructiva que ha tenido contra la cosmovisión revolucionaria y el pensamiento muerto, también ha traído que los sectores ideológicos definidos por la sociología burguesa actual sean más líquidos y débiles que nunca, haciendo prevalecer ante sectores ideológicos marcados un pensamiento uniforme e individualista. 

En esta dura situación se ha dado la recuperación de una cosmovisión enterrada. El quehacer principal para empezar de cero. Teniendo de base las lecciones de Lenin (junto con las de otros muchos revolucionarios) hemos vuelto para hacer el análisis concreto de una situación concreta, partiendo del estudio crítico de los principios teóricos del marxismo y de la experiencia histórica del Proceso Socialista. Pues esta es, según sus palabras, «el alma viva del marxismo o su sustancia».

La visión comunista del mundo establece una determinación para la posición teórica, política y cultural: la determinación de clase. Esto caracteriza el funcionamiento de la sociedad capitalista y la lucha de clases que se desarrolla -y que puede desarrollarse hasta el extremo- en estrecha conexión con ella. La determinación de clase tiene como consecuencia el antagonismo de dos grupos sociales. Así, partiendo del análisis crítico de la estructura capitalista y de la experiencia de los dos siglos de política de clase, creo que el punto de vista comunista concluye la independencia o autonomía de la clase oprimida. El cambio social real solo se puede realizar superando la estructura capitalista, pues la estructura actual ha mostrado una notable capacidad para asimilar la política interclasista. No una ni dos veces, sino en todo el desarrollo histórico del capital. La clase oprimida y su sujeto guía interno (el proletariado) tiene su propia tarea: destruir el viejo mundo, construyendo el nuevo. Y el viejo mundo no se destruirá con la ayuda de la burguesía. La independencia teórica, política como organizativa de clase tienen que ser el principio de la cosmovisión y praxis comunista.

El objetivo de los comunistas es expandir la justicia universal. La socialización de la riqueza social. La burguesía impone un opresor modelo de sociedad en favor de una minoría, siempre mirando a sus ganancias. En cambio, el principio de la perspectiva comunista es contraria a esto.

Finalmente, los comunistas solo podemos avanzar con la unidad de la teoría y la práctica. Esto es, la praxis. Del análisis a la práctica y de nuevo vuelta al análisis, y la materialización de este movimiento se manifiesta en la organización. Queremos organizar una nueva sociedad y hoy en día es la burguesía la que nos organiza, en contra de nuestra voluntad y sin capacidad de decisión, en su división social clasista. Pero frente a las actuales irresponsables votaciones y formas de representaciones, para los comunistas la cuestión organizativa no es simplemente un medio para obtener unos objetivos comandados desde fuera, es la misma construcción de los objetivos, como fuerza real.

La determinación de clase, por tanto, materializa la cosmovisión comunista. La importancia de construir en la lucha de clases un sujeto político comunista activo y responsable, la importancia de defender el modo socialista de la producción y reproducción de la riqueza que será universal para todos, la importancia del principio de la solidaridad organizada para conquistar «el reino de la libertad» y un largo etcétera son las consecuencias directas de esta forma de ver el mundo. Con la potencia de entender y transformar, solidario con el prójimo y compasivo con el enemigo.

En la realidad, en cambio, parece que esta cosmovisión no es muy popular entre las masas amplias. Aun así, en estos tiempos en los que las tendencias de la estructura capitalista hacen cada vez más evidente la polarización de la sociedad, puede llegar a ser más esperanzador que la máscara de la cosmovisión burguesa.  En eso está uno de nuestros principales quehaceres: la socialización tanto política, económica, filosófica como cultural de este punto de vista. Siendo la estrategia y la táctica fiel a esa forma de ver el mundo. En la teoría y en la práctica. En las masas más amplias posibles. Por un lado, desde un choque sobre el entendimiento de los agentes directos e indirectos de la burguesía, y, por otro lado, investigando el camino que tiene que tener nuestra cosmovisión en la condiciones actuales, dando respuestas lo más sensatas posibles a grandes preguntas: ¿Qué es hoy día la organización de masas?¿Cómo se organiza la forma socialista de producción y reproducción?¿Cómo golpeamos de la manera adecuada a la burguesía actual y sus instituciones?¿Cómo se organiza una forma democrática responsable?

Casi hemos sido obligados a empezar de cero. No vamos a rendirnos en darle la vuelta desde nuestra humilde aportación al proyecto comunista. Nos es necesario, para eso, continuar difundiendo a los cuatros vientos la cosmovisión comunista; socializar la rica experiencia que ha tenido este punto de vista y la equidad de sus principios. Discusiones y socialización. En los últimos años ha habido algunas organizaciones dentro de lo que llamamos el movimiento socialista que han estado expandiendo dentro de la clase trabajadora esta cosmovisión y también los Consejos Socialistas tienen una obligación de profundizar en esa aportación.