Aldaketak datoz mundura, bai, baina proletariotzaren bizkar gainean zama gehiago jartzeko. Aldaketa eta berregituraketa fase batean aurkitzen gara eta bidearen hasiera zein amaiera klase ofentsiban oinarritzen da.
(Traducción)
Comienza un año nuevo. Usar los cambios de año como símbolo es un fenómeno que está generalizado en la sociedad. Parece ser, de alguna forma, que el movimiento de la historia suele querer detenerse en los últimos minutos del calendario y que cambiar los números del año puede suponer una purificación de las desgracias que se dan en la realidad. Así, el deseo más expandido que tiene la población actual para el año que viene es dejar atrás la pandemia, volver a la época anterior a la Covid-19.
Pero bien sabemos que pasar del 2020 al 2021 realmente no detendrá la historia de la sociedad, ni que limpiará el rastro de la pandemia ni de la crisis capitalista. Aunque en la sociedad se construyan tanto consciente como inconscientemente este tipo de símbolos, tanto la situación social, económica y política puede verse cada vez más cruda. Vienen cambios al mundo, sí, pero para poner más peso sobre la espalda del proletariado. Nos encontramos ante una fase de cambio y reestructuración y tanto el comienzo del camino como el final se cimienta sobre la ofensiva de clase.
Los agentes culturales y políticos de la burguesía han basado su disciplina y compromiso social abstracto en los trágicos acontecimientos del 2020. En el intento de garantizar la supervivencia de la formación social capitalista, estos son algunos de los elementos de los que han intentado difundir que me gustaría mencionar: 1) La idea de la naturaleza solidaria de toda la colectividad. Han querido repetir una y otra vez el fetichismo basado en la igualdad social, cuando las desigualdades sociales son más evidentes que nunca, sobre todo las condiciones de vida y las condiciones de subsistencia en la pandemia; 2) La falsedad de poner en primera línea el trabajo en favor de la salud de todos. La legitimación de todas las decisiones que se han tomado las han basado en los planes para garantizar la salud de toda la sociedad. Pero, por un lado, ha sido evidente que la prioridad de las decisiones se ha basado en el adecuado mantenimiento de la producción del plusvalor. Mientras que los contagios subían y subían la mayoría de las empresas han permanecido abiertas, manteniendo vías de contagio entre los trabajadores. Mientras tanto, en segundo lugar, se ha dado todavía una mayor privatización del poder político. Han recluido a la clase trabajadora o se le ha dado permiso sólo para salir para producir capital. Además, la capacidad de reivindicación generalmente se ha visto reducida por completo para gran parte de la sociedad, mientras que los agentes necesarios para el mantenimiento de la sociedad capitalista han tomado decisiones políticas en su propio interés sin ninguna restricción.
Ningún espacio político que dispone de fuerza en la sociedad ha propuesto ninguna alternativa o ruptura durante este largo y especial año. Incluso habiendo explotado una situación que resultaba inimaginable y habiendo arrastrado ésta a un contexto de evidente pauperización, se ha coincidido en la defensa de un modelo social y de producción que tenía como estandarte propio al Estado.
Las conclusiones sacadas de los balances y valoraciones ponen las bases para hacer hipotéticas previsiones del futuro cercano y lejano. Aun así, lo imprevisto de la aparición y expansión de la Covid ha multiplicado la dificultad de hacer previsiones precisas. Es imposible saber si seguirán o no explotando violentos fenómenos que son imprevisibles para la sociedad, pero el 2020 nos ha hecho conscientes de estas opciones. Además, la arbitrariedad expresada en las decisiones de política y gestión del último año solo exacerba la dificultad de la certeza. Hoy el futuro es más desconocido que nunca antes. Sin embargo, se pueden prever dos tendencias que determinan bastante la dirección del futuro de la historia, pues se han convertido en elementos importantes para este año y los siguientes:
1) Pauperización y proletarización: Aunque sea una clara tendencia proveniente de años anteriores, la mayoría de los economicistas afirman que los sucesos de 2020 la han hecho aumentar. Los despidos masivos (Mercedes, Aernova, los trabajadores del sector hostelero... sólo en Araba), el fantasma del paro estructural, recorte de los salarios y la progresiva desaparición de los servicios sociales. Estos días hemos sabido que con el comienzo del año el precio del gas y luz para los hogares ha subido un 27 %. La constante pauperización permite la anunciada desaparición de la llamada clase media, llenando el saco de la condición de vida proletaria. La proletarización de una considerable capa de la aristocracia obrera y de la pequeña burguesía constituye la premisa para explotar el conjunto de las condiciones de vida y los hábitos asociados vividos en décadas anteriores. Es previsible que el año que viene se siga dando la continuación de este suceso, siendo una de las características principales de la fase del modelo social actual. Además, las políticas económicas excepcionales del año pasado (la más característica es la fórmula del ERTE) no ofrecen ninguna garantía para cambiar los problemas del mañana. Ya no se le puede hablar tan fácilmente a un conjunto social cada vez mayor que tiene como distintivo la pauperización y la proletarización sobre el valor de la colectividad abstracta (el compromiso y la disciplina social burguesa). El antagonismo político y cultural de clase es cada vez potencialmente más vistoso. A fin de cuentas, la pobreza es falta de libertad y la falta de libertad pobreza. La historia del capitalismo nos ha enseñado que, ante la falta de un poderoso Movimiento Socialista, la pobreza significa una negación política por parte de las instituciones burguesas.
2) El fortalecimiento de la figura del Estado burgués: En los últimos años ha sido evidente la crisis de gobernanza en distintos estados capitalistas. El proceso de destrucción del Estado de Bienestar ha incrementado la guerra entre los partidos de derecha e izquierda del capital, sumergiéndose los dos bandos en la dificultad de la gestión a causa de la falta de financiación. En el caso del estado burgués español, ha vivido una gran pérdida de fama. Con la excusa de la pandemia, en cambio, el estado y su omnipresente figura ha logrado estabilizarse de nuevo, en la fase actual mediante las fuerzas de «izquierda». El último hito de este ha sido la amplia aprobación de los Presupuestos Estatales españoles. Este fortalecimiento en los próximos tiempos se podrá dar a través tanto de perspectivas progresistas como conservadoras, desde una perspectiva de izquierda con nuevas ideas keynesianas o desde la derecha con un fuerte estado conservador. Las dos propuestas garantizan el control que puede ejercer el estado capitalista sobre la sociedad y, ante cualquier propuesta alternativa revolucionaria, le dan el poder de imponer la ley burguesa. Aun así, a mi parecer, la estabilización mencionada es muy vaga no habiendo acabado todavía la crisis de gobernanza. De esta forma, se ha dado una integración y adhesión de todos los espacios políticos que forman parte de estas instituciones respecto al estado burgués. El poder de la burguesía y el control de la sociedad se ha visto en peligro antes, pero la adhesión de estos ha ofrecido una nueva bombona de oxígeno para la paz social al menos durante el próximo año, aunque ya se han mencionado antes las dificultades de las predicciones.
Estas dos previsiones para nosotros los comunistas son elementos importantes para la previsión política. No sólo para un análisis contemplativo, sino para poder medir las dificultades y oportunidades y alcanzar objetivos relacionados con las fuerzas actuales. En cuanto a lo primero, es necesario profundizar en la adhesión hacia la organización política y hacia la estrategia comunista de los hijos e hijas (y de los padres y madres) empobrecidos y proletarizados, ofreciendo y construyendo nuevas herramientas para la activación política. En cuanto a lo segundo, es necesario expandir la comprensión de la autonomía política de clase, señalando la falsa neutralidad del estado burgués y continuando desarrollando nuestras propias instituciones, es decir, el proceso de construcción del Partido Comunista.
Por todo lo dicho, es muy importante la función que podrán cumplir potencialmente los Consejos Socialistas.