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(Traducción)

Itaia ha manifestado recientemente su decisión de dar un paso más en la organización de las mujeres trabajadoras. Y es que, tras haber trabajado estos últimos años en el análisis de la cuestión de la mujer y en la difusión de sus tesis de cara a superar la opresión presente en dicho contexto, ha considerado necesario dar el salto de empezar a articular capacidades de manera local y comarcal entorno a dichas tesis. En este artículo, más allá del diferente carácter del trabajo que realizará la nueva organización, intentaré explicar en qué aspecto considero importante este cambio. Para ello, dándole continuación a lo que he escrito hasta el momento, pondré el foco sobre la siguiente idea: por qué exigen las luchas contra las diferentes opresiones una unidad estratégica de clase para poder superar el marco social capitalista y más concretamente, qué potencial articulador de capacidades que puede tener el hecho de abordar la cuestión de la mujer en el marco del programa socialista.

Hemos afirmado repetidamente que para superar la opresión de las mujeres trabajadoras es necesario superar el capitalismo. No se trata de establecer prioridades aquí o allá, ni de jerarquizar diferentes opresiones, sino de realizar una lectura materialista de la historia. Decía Engels[1] que en el desarrollo de la sociedad inciden dos factores que actúan en tensión recíproca y contradictoria. Por un lado, las necesidades reproductivas humanas (siendo la familia la principal institución), y por otro, la producción de medios de existencia (el desarrollo de las fuerzas de producción). En dicha tensión, el desarrollo de las fuerzas productivas ha puesto las condiciones para que la mujer pueda introducirse en la producción social y para liberarse de los aislantes quehaceres de la institución familiar burguesa, y en ese transcurso, se han desarrollado las condiciones para su emancipación.

Ello puede llevarnos a pensar que es posible desde ya liberar a la mujer trabajadora de sus cadenas, dicho en otras palabras, que a través del desarrollo de las capacidades de producción le es posible alejarse del rol que se le ha asignado en el seno de la familia burguesa, entrar en el mercado laboral en las mismas condiciones que los hombres o acabar para siempre, con la ideología que legitima la violencia machista mediante programas ideológicos. Todo esto, sin necesidad de superar el propio sistema capitalista. Con todo ello, hay quienes pueden pensar que la mujer podría ser libre en el seno del capitalismo, y que por lo tanto no es necesario poner en marcha una estrategia dirigida a superar dicho sistema, sino que sería suficiente poner en marcha un programa feminista.

Sin embargo, para no caer en este error analítico, debemos tratar con atención lo dicho hasta ahora y analizar conjuntamente las condiciones que existen para la liberación de la mujer y su situación concreta actual en la realidad capitalista. Es más, hay un elemento determinante a la hora de comprender que las condiciones y la realidad no coinciden: en el capitalismo, el desarrollo de las fuerzas de producción no está dirigido a saciar las necesidades del ser humano, sino a incrementar el beneficio capitalista. Y así entenderemos cómo hoy en día en el sistema capitalista la desigualdad social basada en el sexo sigue siendo beneficioso para el capital, y cómo esa desigualdad cumple la función de valorizar el capital en el más alto nivel, ahorrando costes mediante el trabajo que realiza la mujer trabajadora de forma privada de ciertos trabajos necesarios para la reproducción de la clase trabajadora y legitimando, mediante diversos mecanismos, la devaluación de la fuerza de trabajo femenina. Por eso, aunque existan condiciones para que la división sexual no sea un elemento determinante en la división del trabajo nos daremos cuenta de que la reproducción del capital reproduce la opresión sobre la mujer trabajadora.

Ningún programa será capaz de poner a la mujer trabajadora en la senda de la libertad si no cuenta con la capacidad de acumular fuerzas para abolir completamente el actual marco social capitalista. Simplemente, porque la dominación y la opresión son intrínsecos al sistema capitalista. Así y todo, es posible liberar aquello que permanece latente en la sociedad capitalista, es decir, la potencialidad para la cooperación libre entre las personas, pero solo bajo condición de la abolición de las clases sociales. Y por lo tanto, es necesario llevar a último término el desarrollo social, con una hoja de ruta para superar la sociedad de clases, siendo esta la única fuerza transformadora para la libertad de las mujeres trabajadoras.

Y es en este contexto dónde se enmarca la decisión política de Itaia: teniendo en cuenta tanto el contexto económico como el político, Itaia se decanta por la organización política socialista, reafirmándose en la necesidad de organizar la defensa de las mujeres trabajadoras. De esta manera, adelanta que trabajará en el marco de un programa socialista que tenga como fin crear condiciones para que las mujeres puedan unirse al proceso socialista. Y es que con el objetivo de adquirir capacidad para atajar de raíz la opresión de las mujeres trabajadoras, para acabar con la sociedad de clases, la importancia descansa en articular con éxito una unidad estratégica entre las luchas contra todas las opresiones. Y es que el proletariado necesita organizar, para poder actuar como clase, sus propias capacidades y su propio partido, en independencia del resto de expresiones organizativas de la burguesía. En ese camino, Itaia ha adelantado que la aportación de la nueva organización será en dos aspectos: activando procesos de lucha centrados en la mejora de las condiciones de vida de las mujeres trabajadoras y mediante un trabajo en vistas a aportar en la organización socialista.

En resumen, la decisión de Itaia busca articular capacidades para construir una nueva organización social en la que los recursos y las fuerzas productivas se proyecten entorno a las necesidades humanas. Se trata de acumular fuerzas para constituir un poder propio de las/los trabajadoras, y es por tanto un paso muy importante en la dirección de la emancipación de la mujer trabajadora. Tenemos capacidades que necesitan ser organizadas y contamos con capacidad organizativa. Ahora, para que el desarrollo social libere toda su potencia, será decisiva la dirección en la que vayamos a orientar nuestras fuerzas. En todo caso, será un paso decisivo.


[1] Engels (1884) El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.