ACTUALIDAD EDITORIAL IKUSPUNTUA CIENCIA OBRERA COLABORACIONES AGENDA GEDAR TB ARTEKA

En las elecciones alemanas, la gran coalición entre la CDU y el SPD se ha consolidado como la principal opción de gobierno, dejando probablemente a la ultraderecha fuera del poder. Políticos, periodistas y todo tipo de demócratas liberales se han dado prisa en salir a celebrar esto como un triunfo del centro político, la moderación y el "cordón sanitario". Naturalmente, todos mencionan de manera protocolaria la necesidad de hacer "autocrítica" (especialmente en la familia socialdemócrata y, en general, en la izquierda), ya que la ultraderecha ha ganado una fuerza considerable. No obstante, es común el alivio por haber evitado, al menos por ahora, el fin de los cordones sanitarios y la llegada del trumpismo europeo, algo que JD Vance proclamó en Múnich.

Sin embargo, si ampliamos un poco la perspectiva más allá de las elecciones, la derrota de la ultraderecha es bastante relativa: la CDU, por ejemplo, ha propuesto junto con AfD medidas draconianas contra los migrantes en una propuesta de ley, y el gobierno socialdemócrata ha aumentado las deportaciones en un 60%, ha revisado el sistema de asilo político y ha endurecido los controles fronterizos con total normalidad. En este sentido, la cuestión migratoria es un buen ejemplo de cómo el marco de la ultraderecha va ganando poder e influencia sin necesidad de estar en el gobierno; aunque la ultraderecha haya quedado fuera del poder, todos han aceptado el marco de convertir al migrante en un ser sin derechos.

La verdadera derrota ha sido la de la izquierda, que, en lugar de reforzar posturas contra la guerra y la unidad de clase ante la explotación a través de la batalla cultural, se ha desplazado cada vez más a la derecha para no quedarse fuera y perder votos, haciendo grotescos malabares para justificarse: Los Verdes defendiendo la OTAN y el aumento del gasto militar, Die Linke (el único partido de izquierda que ha crecido) apoyando a Israel, o la coalición semáforo gestionando el régimen de guerra del capital. ¿Por qué votaría la gente por una izquierda que hace campaña en favor del reparto de la riqueza, pero luego impone con mano dura la peor austeridad de la economía de guerra?

El partido que intentó representar el centro fue el partido liberal, que ahora está al borde de la desaparición. El resto ha desplazado el centro hacia la derecha para sobrevivir. Meloni, que acaba de ofrecer su colaboración al nuevo gobierno alemán, es otro claro ejemplo de este mismo fenómeno: en pocos años ha pasado de ser ultraderecha a convertirse en una aliada clave en el diseño de las políticas de la Unión Europea. No es que ella se haya moderado, sino que el resto del espectro político se ha movido hacia la derecha.

En Euskal Herria podemos extraer muchas lecciones de esto, ya que nos encontramos complacidos por el hecho de que la ultraderecha sea electoralmente irrelevante. Sin embargo, esta excepción electoral no nos exime del fenómeno del racismo y el nacionalismo de las clases medias nacionales. Dentro de los partidos que no son de ultraderecha y de sus bases se están gestando las condiciones para imponer políticas antimigrantes, belicistas y policiales.

NO HAY COMENTARIOS