La masacre palestina es la retransmisión en directo de un genocidio. Lo que cada día es noticia ha dejado de ser novedad. Pero ahora que parece imposible deshumanizarlo aún más, el genocidio continúa. La semana pasada se cumplieron 60 días desde el bloqueo de la entrada de alimentos, medicamentos y agua a Gaza. Además, los barcos que transportan recursos básicos han sido atacados con drones. En definitiva, Gaza es un territorio asediado. A principios de esta semana, sin embargo, el Gobierno israelí mostró su voluntad de conquistar y anexionar los territorios de la Franja. Para ello, han llamado a reservistas israelíes a ir al frente para obligar a los palestinos locales a desplazarse al sur y llevar a cabo una limpieza étnica. A las puertas del 77 aniversario de la Nakba, una nueva Nakba.
Las tierras colonizadas por Israel en el Oriente Próximo son cada vez más extensas y empieza a estabilizarse como enclave imperialista de las potencias occidentales. Israel está en la posición en la que está porque cuenta con el apoyo directo e indirecto de los gobiernos occidentales y de la OTAN, y sobre todo, de EEUU. El gobierno de Sánchez, que aparentemente está a favor de Palestina, también ha firmado en el último año y medio contratos de compraventa con Israel con un valor de cerca de 1.000 millones de euros a cambio de armamento militar.
Naciones
Unidas o diversas instituciones relacionadas con los derechos humanos
han denunciado la masacre que se está cometiendo en Palestina. La Corte Penal Internacional también emitió hace casi un año una orden
de arresto contra Netanyahu que, por supuesto, no se ha ejecutado.
En esa farsa que surge entre el discurso y la práctica es donde los
políticos profesionales y las oligarquías logran el equilibrio: mantener los valores de los estados de bienestar y derecho de
Occidente (derecho internacional, derechos humanos...) y el control
sobre las tierras de Oriente Próximo. Así, por un lado, se modera el
malestar y el horror que siente la gente y, además, la oligarquía atlantista
garantiza sus intereses capitalistas.
Israel está llevando a cabo el expolio y la limpieza étnica en tierras palestinas militarizadas. A quienes no han matado ya ametrallados los matarán de hambre, y a los que sobrevivan los desplazarán. Al proletariado internacional le corresponde articular una respuesta acorde con la gravedad: contra el genocidio, señalando a los responsables, cómplices e intereses que van más allá de Israel; y reivindicando que la solución de ese genocidio vendrá de la mano de la destrucción del Estado de Israel. Todo el apoyo al pueblo palestino que se mantiene en pie con dignidad y, sobre todo, a la Resistencia Palestina que sigue luchando también contra la represión.