(Traducción)
Han establecido una condena de cárcel a Pablo Hasel, pero él no se entregará. En algún momento, cuando termine el plazo de diez días, las fuerzas policiales irán en su busca. Pues, a Hasel quieren encarcelarlo por denunciar desde los principios comunistas la crueldad, la suciedad, el descaro y el terror de la dominación burguesa. La libertad de expresión de los Estados de Derecho burgueses, el mismo derecho, es eso mismo: criticar todo lo que se quiera, a menos que la crítica se una al programa comunista del proletariado. Cualquiera puede aborrecer una cosa u otra, así, uno puede decir «así no se puede vivir, un día de estos le daré una paliza a este o a aquel», algún otro dirá «que injusto es este mundo, hay que cambiarlo de raíz». Y no importa, este tipo de opiniones no hace daño alguno. Sin embargo, el de los comunistas no es una simple queja, ya que éste tiene proyectos de organización y su punto de vista es realista; es decir, tiene una vida militante (no cree que el sea la medida del bien y del mal y acepta la autoridad colectiva que se basa en la razón) y es capaz de juzgar qué es posible y qué imposible en la lucha de clases, y también qué hay que hacer necesariamente cuando no hay otra opción (tiene un entendimiento histórico de la revolución, y entiende lo desagradable y difícil vque puede ser el camino que ha optado). O dicho de otro modo: la critica del comunista no es abstracta. Como las letras de Pablo Hasel, en las expresiones de los comunistas rebosan los nombres propios, llamamos a los problemas por su nombre y apellido y, además, proponemos soluciones concretas.
Ya que todo aquello que puede reforzar la organización política del proletariado (la organización que la clase trabajadora puede desarrollar para combatir y someter a la burguesía) es ilegal, han castigado con la cárcel la opinión de un comunista. El condenado, en cambio, no ha dado la espalda a sus letras y ha afrontado con valor la sentencia. ¡Honor!