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La semana pasada, el Movimiento Socialista (MS) denunció la campaña de criminalización sufrida tanto por parte de medios de comunicación de derecha y ultraderecha como por parte de partidos políticos. En su comparecencia en Iruñea, EHKS explicó que fue el PNV el que inició esta campaña de criminalización, después de que el 12 de octubre se dedicase a apoyar a los fascistas y a detener a los antifascistas. Lejos de acabar con ella, en vísperas del partido de fútbol del sábado, se aferraron a dicha campaña con motivo de dos kalejiras. EH Bildu también se sumó a la criminalización, antes de que nadie le preguntara, diciendo que esas kalejiras debían ser pacíficas. Peor es, sin embargo, lo dicho por Otegi en el programa En Jake. Cada uno tiene sus intereses para llevar a cabo la criminalización y ambos alimentan una dinámica represiva.

La convocatoria de Palestinarekin Elkartasuna y Euskal Zaletuak a favor de la oficialidad, simó a mas de 20.000 personas, a favor de la resistencia palestina y contra el Estado terrorista de Israel, reivindicaciones que fueron el centro de la kalejira. Hay que decir que la mayoría de esta movilización, y más comparada con la convocada por Gernika Palestina, estaba formada por jóvenes. Lo del sábado evidenció la brecha entre jóvenes y generaciones mayores, así como el escaso impacto que este tipo de campañas tienen entre los más jóvenes; campaña de provocación por parte del PNV y de debilitamiento por parte de EH Bildu, y frustración de las aspiraciones de ambos.

En cuanto al PNV, su línea política se está centrando este curso en criminalizar a los jóvenes comunistas y en trasladar el marco político de la extrema derecha a la política vasca, en la cuestión de la seguridad entre otras. Para ello vemos dos razones: pillar unos votos a EH Bildu, por un lado, y hacer campaña contra el MS, por otro. Algo que no debería sorprendernos por parte de un partido que representa los intereses de los empresarios y que es profundamente conservador. Y un ejemplo de ello es la dimensión que han dado a las pintadas realizadas por "desconocidos", cómo han sobredimensionado los "incidentes", o la consideración de las críticas a la Ertzaintza como agresiones.

Volvamos a las últimas declaraciones de Otegi, ya que hasta ahora les hemos prestado menos atención de la que se merecen. El entrevistador le preguntó si ve un aumento de la violencia por parte de GKS, y él contestó que no sabe si GKS está detrás del aumento de la violencia, pero que intelectualmente y políticamente sí. ¿Cómo es posible que un líder político que se considera de izquierdas, lejos de problematizar esa pregunta, la dé por buena y profundice en la criminalización de GKS? ¿Por qué no respondió que no hay tal auge y que lo que hay es un aumento de las organizaciones, el discurso y la violencia de la extrema derecha? ¿Cómo es posible no problematizar que detuvieran a diecinueve antifascistas el 12 de octubre, y no detuvieran a ninguno de la Falange? ¿Cómo tienen tan poca vergüenza para, después de no haber hecho nada por parar el acto de Vito Quiles, una vez que la protesta sale bien, intentar apropiarse de dicha iniciativa y una semana después criminalizar a los que la impulsaron? Eso es la socialdemocracia en toda su plenitud, que se apropia de la actuación de los antifascistas para alimentar sus intereses electorales y ahonda en la criminalización de dichos antifascistas. En una entrevista más tardía, Otxandiano suavizó las palabras de Otegi, pero para entonces ya habían salido todos los titulares que había que sacar, y había aumentado la estigmatización de un movimiento revolucionario.

Lo que está claro es que el crecimiento del MS es problemático desde la óptica de los partidos burgueses y de clase media. Quienes formamos el MS llevamos más de siete años haciendo política en la calle. Para evitar este crecimiento, desde hace un tiempo han lanzado una campaña de demonización para vincular al MS con la violencia y alejar de antemano a la gente que pueda sumarse a sus ideas y práctica. El MS ha estado haciendo contra el fascismo lo que las instituciones no han hecho y no van a hacer, que es poner condiciones para movilizarse contra esa amenaza para los trabajadores, en vez de mirar para otro lado. Porque el Estado burgués y el fascismo son aliados naturales, y las instituciones españolas, más que una excepción, son un claro ejemplo de ello. Es evidente que los enemigos y adversarios políticos no desean el crecimiento del comunismo y que utilizarán todo tipo de trucos y herramientas poderosas a su alcance, como los medios de comunicación. Es responsabilidad de todos observar esta situación con inteligencia y poner las condiciones para que el MS se convierta en un referente antifascista y anticapitalista hegemónico, teniendo en cuenta cuál es la relación de fuerzas actual y cuáles son las formas de pensar predominantes.

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