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Hemos podido ver en diversos lugares propaganda electoral con pegatinas y murales con el lema «Abstente tú que ya decido yo. Bozkatzen ez baduzu haiek irabaziko dute» (si no votas tú, ganarán ellos). La impotencia acarreada por la falta de adhesión hacia la política institucional de unas capas cada vez más amplias de la juventud ha terminado en un intento de infantilización y ridiculización de un movimiento y un posicionamiento.

Hablamos del último intento de EH Bildu por hacerse con el voto de la juventud reproduciendo la estética de GKS y haciendo campaña contra la abstención. El haber copiado la estética de dicha organización puede sugerir que el receptor de la campaña sea la militancia del Movimiento Socialista y su entorno, pero es probable que más bien sea una campaña orientada hacia un sector intermedio conformado por cierta gente que no comparte las decisiones y el rumbo que ha tomado EH Bildu en los últimos años. EH Bildu pretende vendernos la abstención como izquierdismo, culpar esta del repunte del fascismo, y, una vez más, fortalecer la idea del mal menor, consiguiendo así unos cuantos votos dubitativos. Aparte de esto, han querido reírse, con toda la impunidad y sin tomar responsabilidades, de la estrategia del Movimiento Socialista, una clara muestra de la falta de ética y honestidad de dicho movimiento.

El Movimiento Socialista no ha negado nunca que las instituciones ofrezcan medios y posibilidades para la mejora del proletariado, de la misma manera que ha expresado que las capacidades y los medios de las instituciones deben estar organizados a favor del proletariado y sus necesidades. Por lo tanto, lo que criticamos es la integración total en la estructura del Estado y la subordinación completa en ella. Son ejemplos de ello la aprobación de los presupuestos del Estado, la obediencia hacia las órdenes de la OTAN, los intentos de lavarles la cara a los cuerpos policiales, el acoso hacia la organización comunista… Un programa condenado a la política del mal menor no puede abrir ningún camino hacia la prosperidad, pues nos muestran como una época de mejorías cuando en realidad es una época donde el proletariado peor está en términos objetivos y tiende hacia una situación aun peor. Es un programa hace uso de la demagogia, y, por lo tanto, no es más que una farsa para la clase trabajadora. Una condena hacia una imposibilidad eternal.

Al otro lado de la moneda, son cada vez más los y las jóvenes que sienten adhesión hacia los movimientos que reivindican una organización independiente; es cada vez mayor la ilusión que desprende el programa comunista. Además, el componente generacional es en esa ruptura política un elemento crucial, pues los evidentes límites de desarrollo y aplicación del programa político socialdemócrata en el contexto actual condenan a la socialdemocracia a ser mercenaria de la oligarquía financiera.