Las noticias más recientes sobre las mujeres trabajadoras han sido desoladoras. Llevamos tres asesinatos machistas en Euskal Herria en lo que va de año, se han detectado tres redes de explotación sexual en Bilbo en el último año, mientras las agresiones sexistas van en aumento, creando nuevas formas de mercantilización del cuerpo de la mujer proletaria, precarizando aún más las condiciones laborales en sectores feminizados… El pasado fin de semana, Itaia ha demostrado, un año más, su voluntad de ejercer el contrapeso a todas estas dinámicas. Más de un millar de personas se reunieron el sábado pasado para avanzar en la hoja de ruta hacia la liberación real de la mujer, planteando diferentes aspectos de la opresión de la mujer trabajadora, realizando un riguroso análisis del contexto político y social y reivindicando una propuesta política para construir desde hoy las condiciones para la liberación real de la mujer trabajadora. Las jornadas pueden ser resumidas una consigna: «No hay liberación de la mujer trabajadora posible sin socialismo, ni socialismo posible sin la liberación de la mujer trabajadora».
La batalla política y cultural contra el comunismo ha ridiculizado, infantilizado y distorsionado durante décadas las implicaciones de este programa político. Reducir la lucha por el socialismo a la mera aplicación de una serie de medidas económicas que deben ejecutarse a través del Estado hace imposible su comprensión como la antesala de una organización social libre. La cuestión económica y el modelo productivo influyen directamente en la naturaleza de la organización social. Se ve claramente cómo influye el modelo productivo en la problemática de la mujer trabajadora: en el modelo de familia nuclear, en la división sexual del trabajo, en la compraventa de la fuerza de trabajo... De una manera u otra, la acumulación del capital, que constituye la base del capitalismo, influye en todos los aspectos de nuestras vidas. Por tanto, para hacer posible la liberación de la mujer trabajadora, es imprescindible abolir dicha base. Asimismo, hay que señalar que todo ello debe ir de la mano del fin de ideologías, costumbres de vida, tradiciones, etc. que hacen que la estructuración actual de la sociedad se reproduzca. Precisamente, las organizaciones sociales de mujeres trabajadoras trabajan en este sentido: luchan por atajar las raíces del modelo de sociedad que subyuga a la mujer y desarrollar a la mujer proletaria como sujeto político, así como para traer la cuestión femenina a la primera línea de la lucha y unir a la mujer trabajadora a un movimiento liberador y de lucha integral.
Itaia lucha por mejorar las condiciones políticas, económicas y sociales de la mujer trabajadora y enmarca todo ello en la consolidación de la construcción del socialismo. En la sociedad capitalista las formas de la opresión de género han ido transformándose, de manera que han ido adaptándose a las necesidades y características de cada momento histórico; no obstante, nunca se han llegado a crear unas condiciones reales para la superación la opresión de la mujer trabajadora. Solo el socialismo puede poner las bases para hacerlo posible. En este sentido, son cada vez son más las mujeres que optan por esta vía, como se puede ver en las iniciativas y movilizaciones que organiza Itaia. Una organización que se enfrenta, sin duda, a un camino tan duro como próspero.