Este pasado 11 de mayo las calles de Barcelona han sido un escaparate de la importancia de la organización. Contra el fascismo y en defensa de los espacios autogestionados, cientos de personas han salido a las calles de la ciudad. Así, han confrontado y evitado un desalojo que tenían previsto los Desokupas. Apoyo y solidaridad a todos los que han plantado cara al fascismo y a todos los que han salido en defensa de El Kubo y CSO La Ruina.
Los desokupas actúan con total impunidad en el Estado español ya que no sólo está amparado por el apoyo policial y político, sino también por el cultural. La causa de esto se encuentra por un lado en el contexto que vivimos, en el que estamos viviendo la ampliación y normalización de pensamientos de carácter fascista. Junto con la destrucción de las condiciones de vida se está dando inevitablemente la descomposición de la clase media, lo que provoca el fortalecimiento de pensamientos reaccionarios como el fascismo. Los grupos fascistas que utilizan la confrontación y la violencia directa contra los colectivos más vulnerables beben del sentido común de la clase media, ya que consideran al proletariado como una de sus lacras. Las agresiones físicas de grupos fascistas van en aumento, mientras se genera un contexto que permite justificar dichas actuaciones mediante el contexto de criminalización jurídica, política y mediática permanente contra el modelo de vida del proletariado.
Por otro lado, otra de las razones por la cual los desokupas actúan con total impunidad es que la campaña mediática de criminalización que sufre la ocupación, la cual ha aumentado considerablemente en los últimos dos o tres años. Bajo el pretexto de la propiedad privada, elemento de cohesión básica de los Estados del bienestar, los intereses que realmente defienden son los de los fondos buitre y los de los pequeños propietarios arrendadores. Todos los partidos políticos defienden los intereses de sus votantes y de quienes financian sus políticas, y, a sabiendas de la importancia del negocio de la vivienda para la burguesía y las clases medias, no dejan de desviar el foco de la causa real de la problemática de la vivienda. Únicamente ofrecen pequeñas reformas y limosnas que no erradican el problema, y lo que realmente sucede es que niegan el acceso universal a la vivienda mientras difunden falacias y mentiras sobre la ocupación.
Debemos poner en primera línea la importancia del control sobre el espacio del proletariado. Mediante campañas políticas y culturales, debemos sentar unas nuevas bases que defiendan el control universal y justo sobre los espacios, tanto en el caso de las viviendas como en el de los espacios políticos u organizativos. Esto exige legitimar el uso inmediato de los espacios y, por tanto, que la ocupación sea entendida como una necesidad social y política. Asimismo, nos corresponde combatir desde hoy la organización fascista, así como todas sus formas ideológicas. Esto supone desarrollar una fuerte organización frente a la ofensiva de la burguesía, que es de donde beben todas estas ideologías anti proletarias, para que el proletariado sea capaz de defenderse ante cualquier ofensiva de esta índole y acabe con la impunidad de los fascistas.