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La sociedad se ha adaptado rápidamente a la miseria que ha supuesto este nuevo ciclo. El reajuste económico ha traído consigo cambios culturales y políticos, y la escasez y la desgracia se han convertido, fácilmente y sin demasiada oposición, en parte de la nueva normalidad. A quienes creen que les toca ser resilientes y piensan que soñar con nuevas épocas doradas de estados de bienestar que nunca vendrán es la única opción, les decimos lo siguiente: nos toca construir una alternativa que merezca la pena vivir.

Hace tiempo que la democracia representativa, más allá de no representar nuestros intereses, tampoco representa cuantitativamente a la mayoría de la gente. La división de poderes en los estados de derecho está centralizada bajo los intereses de las élites, los Estados liberales sólo garantizan la libertad del mercado, se han disuelto los fundamentos de la paz social construida en el Estado del bienestar, son cada vez más frecuentes las políticas totalitarias ante la falta del consenso de la sociedad; en resumidas cuentas, los Estados modernos que hemos conocido en las últimas décadas se ven inmersos en una crisis.

Los partidos del capital, sin embargo, no paran de hacer demagogia barata cuando lanzan promesas que van más allá de sus capacidades y competencias. La política institucional, por su parte, se limita a la disputa de cuotas de poder entre los partidos, para así adquirir competencias sobre algunos pormenores de los procesos que domina y canaliza la burguesía. Por tanto, en la disputa de estas cuotas de poder, debemos entender la política electoral como un proceso que ayuda a los partidos a mejorar su propio partido y su posición. La oligarquía y las instituciones que actúan en su beneficio centralizan el poder y el dinero de quienes pueden financiar y apoyar a los partidos y sus políticas. Por tanto, el punto de partida de la política parlamentaria es necesariamente subordinación al Banco Central o a otras élites económicas, a la Unión Europea o a instituciones supraestatales como la OTAN. No hay alternativa real contra los responsables de la ofensiva contra el proletariado, es decir, contra la oligarquía. De hecho, ningún partido del Capital se enfrentará a nada que les facilite llevar a cabo sus políticas.

El próximo 1 de mayo, los Consejos Socialistas insistirán en la necesidad de hacer del socialismo una alternativa real reivindicando la necesidad de construir una fuerza basada en el poder del proletariado. Para construir un programa comunista que se contraponga a toda esta barbarie capitalista, debemos construir desde hoy un poder socialista en oposición a la farsa parlamentaria.