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Estamos a 25 de noviembre y para hoy están convocadas varias movilizaciones en Euskal Herria. Y es que vivimos un aumento notable de discursos que justifican la violencia machista, y cabe recalcar que, sobre todo, las agresiones y asesinatos machistas siguen siendo el pan nuestro de cada día. Responder a esto en las calles es obligatorio.

De un tiempo a esta parte, en el contexto de la gestión centrista y socialdemócrata del estado, la derecha y el fascismo han logrado situar su discurso reaccionario como contrario al sistema político. Como si fueran antisistema de derechas, denominando al sistema político como wokismo, defienden ideas que dicen que son políticamente incorrectas, entre ellas actitudes machistas o contra los migrantes. "Si digo lo que pienso voy a la cárcel" sería la expresión que incluye tantas actitudes reaccionarias. Pero lejos de ser antisistema, la agenda cultural de la reacción y el fascismo ha adquirido en los últimos años una financiación descomunal, hasta el punto de ser un fenómeno sistémico hegemónico, como demuestra el gobierno de Trump. Y dentro de esta agenda ideológica tiene gran importancia la normalización del machismo y el descenso de las mujeres a un segundo plano.

La izquierda burguesa nos dice que el auge de la reacción se debe al éxito del feminismo, rechazando por completo hacer autocrítica de las limitaciones del ciclo feminista. Hace diez años el trabajo de miles de militantes llevó a activar la conciencia contra el machismo y a arrinconar actitudes reaccionarias. La institucionalización del feminismo, más que mejorar la calidad de vida de las mujeres trabajadoras y poner condiciones para acabar con la violencia machista, ha hecho que se adentren en las instituciones burguesas, se vacíen las calles y se traslade el programa feminista a parámetros de performances ideológicas. Por si esto no fuera poco, el entorno político de Euskal Herriko Bilgune Feminista quiere meter en el saco de la reacción, entre otros, al Movimiento Socialista, agente activo a favor de la liberación de las mujeres trabajadoras y movimiento en primera línea frente a la violencia machista. Por qué y por ser crítico con el proceso de institucionalización del feminismo.

Debemos tomar las calles ante la violencia machista y no dejar que prevalezcan discursos que den por bueno el machismo. Para ello es necesario apostar por la militancia activa y que las consignas socialistas revolucionarias y rupturistas recuperen la centralidad política.

Para acabar con la violencia machista es necesario acabar con la impunidad de los agresores, así como construir un sistema fundamentado en la igualdad entre mujeres y hombres; es decir, el Estado Socialista.

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