(Traducción)
El Gobierno de Navarra ha suspendido las medidas restrictivas que han estado en vigor durante un año y medio, y todo apunta a que puede ocurrir lo mismo en el resto de Euskal Herria en las próximas semanas. Según muchos, la situación se está «normalizando». Aunque los que hablan de normalización se centran en las diferentes cuestiones, la mayoría se centra en la baja de la tasa de contagio del virus o en la «normalización» del ocio. Y estas noticias son buenas, sí. Las hemos esperado durante mucho tiempo. Sin embargo, en este momento estamos a punto de ver qué precio tiene la subordinación del proletariado. Y es que, para muchos, esta vuelta atrás que supone la normalización (sobre todo la del ocio) puede ser motivo suficiente de satisfacción. Los proletarios, por el contrario, deberíamos tener claro que no hay vuelta atrás y que, después de lo que hemos vivido, estamos en riesgo de estar peor de lo que estábamos (al menos nuestra posición política no ha mejorado y la condición económica no es buena). A pesar de la gran importancia de los momentos de calma, es responsabilidad de los militantes comunistas combatir la supuesta normalización para que el fin de la pandemia no legitime la dictadura burguesa. Porque la situación política anómala que hemos vivido durante año y medio no es lo mismo que la dictadura de la burguesía: el modelo de gobierno que ha estado vigente durante año y medio ha sido una de las formas que ha adoptado la dictadura burguesa, pero la dictadura burguesa seguirá vigente.
Por lo tanto: al tiempo que luchamos contra la falsedad de la normalización, los militantes debemos ofrecer a los proletarios la posibilidad de unirse a la organización comunista, más aún cuando los paraísos artificiales que pueda traer la normalización en este momento de crisis apenas durarán.
Además: la falta de medidas restrictivas es una oportunidad para reforzar la militancia comunista, no para darle la espalda.