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En Donostia, durante toda la última semana, la Izquierda Abertzale ha elevado la tensión y llevado al extremo la presión hacia la militancia del Movimiento Socialista hasta que el sábado estalló la situación y el conflicto físico llegó a las manos. Quizá la Izquierda Abertzale ha tratado de apretar de la manera que aún no habíamos vista a la militancia comunista, y ejemplo de ello son la agresión física que se produjo frente a Kijera –previo al sábado–, la difamación, el señalamiento público de los y las militantes, el despido laboral por motivos políticos o el hecho de que el sábado por la noche un militante, el mismo que ha sido señalado públicamente toda la semana, fuera perseguido hasta su portal y golpeado en el mismo.

La Izquierda Aberzale ha tenido una única estrategia respecto al Movimiento Socialista desde su fundación hasta hoy. Las palabras del parlamentario de EH Bildu Iker Casanova en EITB sobre el Movimiento Socialista y las omisiones realizadas expresan bien en qué consiste dicha estrategia: en actuar como si este no existiera a nivel mediático-público, y si urge decir algo, en proyectarlo como un «grupúsculo» radical que no puede tener importancia política alguna. El mismo Otegi, cuando le ha tocado pronunciarse sobre el tema, se ha limitado a la anterior caracterización. A nivel de calle, en cambio, los miembros de la Izquierda Abertzale se dedican a machacar al movimiento, se niegan dialogar con él y a llevar a cabo un debate político racional, por lo que solo realizan acciones que persiguen la erradicación del Movimiento Socialista. Solo así se puede entender que el Movimiento Socialista haya sido expulsado de las txoznas o espacios públicos, o que toda la juventud de la Izquierda Abertzale de diferentes pueblos o barrios haya tratado exclusivamente de bloquear y debilitar el movimiento.

Sin embargo, a estas alturas, a la Izquierda Abertzale la situación se le ha ido de las manos, porque la estrategia adoptada no se ajusta a la realidad. ¿Cómo se puede invisibilizar un movimiento que ha realizado manifestaciones de más de siete mil personas y que ya es conocido por buena parte de la sociedad vasca? ¿Por qué siguen pensando que pueden hacer desaparecer de un día para otro un movimiento que lleva cuatro o cinco años de crecimiento constante?


Las jornadas organizadas por la organización de mujeres socialistas Itaia el pasado fin de semana ilustran bien este crecimiento, a la vez que sirven de ejemplo de la falta de eficacia de la estrategia mencionada de la Izquierda Abertzale. A pesar de la campaña de burla y difamaciones contra la organización Itaia –por ejemplo, se le ha reprochado que sus militantes son machistas o han sido engañadas por los hombres, por hacer crítica al feminismo hegemónico y organizarse de manera independiente a él–  y el periódico Berria y la radio Euskadi Irratia hayan alimentado mentiras y tergiversaciones, Itaia reunió en Hernani a más de un millar de personas, de las cuales la gran mayoría fueron mujeres, fruto del trabajo arduo que lleva a cabo Itaia en la politización de las mujeres y su incorporación en la organización. Se reunieron para analizar la opresión de las mujeres trabajadoras y las vías para enfrentarse a esta problemática, así como para reflexionar sobre la relación que debe guardar esta con la construcción del socialismo.  

La Izquierda Abertzale debería cambiar su actitud hacia el Movimiento Socialista, asumir su existencia y normalizar su actividad. Una condición necesaria para ello sería acordar las actitudes mínimas que ambos movimientos deberían mantener y unas líneas rojas que no se deberían sobrepasar. La capacidad para cambiar estas actitudes yace en Sortu y EH Bildu, y es su responsabilidad dar paso a esta negociación. Por el contrario, si esta violenta situación y la tensión siguen en aumento, será la clase trabajadora la que salga perdiendo, ya que nos arriesgaríamos a que el desapego hacia la política, la militancia y la lucha se extiendan a las amplias masas.