Hemos tenido noticia del octavo asesinato machista en Euskal Herria en 2025: en Barakaldo, un hombre de 27 años ha matado a una mujer de 54. Los asesinatos machistas han aumentado en el último año, y esto es mucho más que un simple dato. Asimismo, los discursos a favor del machismo son cada vez más y alimentan la violencia machista, que en último término se refleja en este tipo de hechos.
Con todo ello se ha puesto de manifiesto que las instituciones capitalistas no frenan la violencia machista. La solidaridad y la autodefensa, con las mujeres en primera línea; el trabajo de concienciación y acabar con la impunidad de los agresores y de quienes normalizan la violencia son claves para cambiar la correlación de fuerzas. Es el trabajo militante el que tenemos que poner en el centro. Asimismo, en lugar de ver a las instituciones como aliadas, debemos identificarlas como parte del problema: no tienen mecanismos para acabar con la violencia y se limitan a gestionar sus consecuencias. Además, el Estado no pone límites a la ofensiva mediática que está normalizando el machismo, tanto en televisión como en redes. Y además, también están quedando en evidencia los límites de la evolución de una parte del movimiento feminista: las dinámicas de calle han descendido considerablemente mientras las instituciones se llenan de cuadros feministas; y, por otra parte, los discursos contra la violencia machista han perdido centralidad.
Pero la lucha contra el machismo y la violencia machista siguen teniendo centralidad, como evidencian este tipo de episodios extremos. Los comunistas debemos estar en primera línea contra la violencia machista, así como el socialismo debe ser eje del modelo de sociedad contra todas las opresiones. Nos vemos en las movilizaciones convocadas estos días.