(Traducción)
El pasado jueves, 24 de diciembre, dieron a conocer el Consejo Socialista Iruñerria; y desde entonces se han presentado otros cuantos Consejos Socialistas. Estos Consejos se presentan como organización política del proletariado y, han manifestado la firme voluntad para que en estos tiempos de crisis diferentes generaciones de trabajadores se organicen en base a principios comunistas revolucionarios. Tomando el Estado Socialista Vasco como objetivo estratégico, también han puesto atención en los retos propios del contexto que vivimos. De hecho, en palabras de los portavoces de Iruñerria, una amplia capa de la clase trabajadora está sufriendo momentos difíciles que se muestran en la incapacidad económica y en la debilidad política; en consecuencia, con intención de «organizar y aumentar las capacidades políticas del proletariado» dieron mucha centralidad a la independencia política de la clase trabajadora, y a la vez, reivindicaron el poder del Socialismo.
Para que un juicio más profundo y amplio pueda ser leal, tendrá que esperar más. De todos modos, para este momento, ya hay algo que decir. Es obvio el vínculo entre las jóvenes generaciones que operan con compromiso político y los principios comunistas; aun así, lo que para muchos aparentaba ser la melancolía de varios jóvenes que vivían aislados de la política real, ha tomado extensiones territoriales y dimensiones organizativas a tener en cuenta. Lo más significativo es lo siguiente: no solo la cantidad de militantes, que es cada vez mayor, sino que diferentes generaciones hayan hecho suyo y se hayan comprometido con el programa socialista revolucionario. Los consejos socialistas son muestra de ello. Además, la opción socialista ha conseguido estabilizarse en diferentes espacios, de tal modo que la clase trabajadora ha establecido relación directa con la tradición revolucionaria de siglos: así, el socialismo está latente, como programa político revolucionario que aúne a toda prisa a los cercanos.
Tal y como se puede prever, es posible que diferentes organizaciones y agentes reformistas quiten importancia a la aparición de los Consejos Socialistas, también tacharlo como una elección incorrecta o una metedura de pata. Sin embargo, deberían estar callados. Y en el caso más optimista, por muy imposible que parezca, deberían de ver su nacimiento positivamente, ya que los Consejos operarán ahí donde su política institucionalizada y parlamentaria es incapaz de hacer nada. El condicionante burgués del reformismo, no obstante, es demasiado firme para permitir que esto ocurra. Seguramente, también atacarán a estas nuevas formas organizativas que pueden debilitarles, reafirmando así la necesidad de los Consejos Socialistas. Reforzando la palabra de los comunistas.