(Traducción)
Son múltiples las evidencias que dan a entender que un nuevo contexto político está a punto de surgir en Euskal Herria. Eso que hasta hace poco parecía marginal y de unos pocos, ha cobrado fuerza. Así, el Movimiento Socialista, aunque alguno no lo acepte por intereses partidistas, se ha extendido y estabilizado considerablemente en este último curso. Y su crecimiento es aún más sorprendente, de pensar con prudencia y de celebrar, teniendo en cuenta la corta trayectoria que tiene; del mismo modo, debemos tener presentes los obstáculos que se le han puesto al Movimiento Socialista en este contexto político reaccionario de Euskal Herria, para que entendamos bien el alcance de la cohesión y el compromiso del propio movimiento.
El Movimiento Socialista ha sido acusado de actitudes dogmáticas porque no acepta ningún tipo de consenso con la dictadura de la burguesía. Y aunque se lo hayan hecho por sus tesis políticas/estratégicas, así hay que entender, inevitablemente, la acusación de dogmatismo: como acusación política de los reaccionarios. El Movimiento Socialista es crítico, promueve la investigación y el debate y, prioriza el conocimiento, no la doxa, y su programa político lo conforman unos conceptos claros. Aquel que califica de dogmático al Movimiento Socialista condena, por tanto, el programa político comunista, no la conducta o conciencia práctica del movimiento. En ocasiones los mismos críticos han acusado también al Movimiento Socialista de sectarismo. En su opinión, el movimiento (o cualquier organización y agente que forme parte de él) no es plural ni inclusivo; pero, en definitiva, aunque los críticos lo argumenten de cualquier manera, el Movimiento Socialista es «sectario» porque no comparte el programa reformista de la aristocracia obrera, es decir, no acepta los mínimos de ese programa y no va de la mano de los partidos reformistas. Es sectario, por tanto, porque no tiene contacto directo con los reformistas. Sin embargo, el nombramiento de los comunistas como sectarios es absurdo: el comunismo es un programa universal que pretende dar respuesta política a todas las formas de opresión; sólo podrían estar fuera de su aspiración de universalidad quienes en el momento se alinean y luchan directamente contra el comunismo.
Si el Movimiento Socialista fuera dogmático y sectario, no se habría extendido a toda velocidad por encima de todas las dificultades. Su expansión hasta la actualidad se ha producido, además, en diferentes ámbitos de lucha, generación, subjetividad y trabajo; su desarrollo es, por tanto, diverso, tanto en lo que se refiere a la naturaleza de las organizaciones como a la militancia. Un ejemplo de ello es la exitosa jornada organizada el sábado por Itaia en Urretxu-Zumarraga, a la que acudió una multitud para debatir cómo se puede hacer frente a la opresión de género desde el comunismo, poniendo de manifiesto así que el programa político comunista tiene la capacidad de unir a la gente y a las diferentes preocupaciones. Pues bien, si algo tiene claro el Movimiento Socialista es que el comunismo no deja de lado problemáticas, el comunismo es una forma definida de combatir la pluralidad de opresiones. Y su actualidad, su capacidad real de influencia y su sentido común se está dejando ver en Euskal Herria.