(Traducción)
El dato más importante de las elecciones catalanas: ha votado el 53,55 % de la población con derecho a voto. En cambio, en las elecciones de 2017 la participación fue del 79,09 %. Todo análisis político tendrá que reparar con atención a este dato, pues da a entender lo siguiente: el 50 % de los habitantes de Cataluña no han mostrado ningún apoyo a los partidos políticos que se han presentado a las elecciones, no han reconocido tal representación. Cataluña tiene alrededor de 7,566 millones de habitantes y, en una investigación realizada a raíz de las elecciones de ayer, INE publicó que podían votar 5.553.983 personas (5329.139 desde Cataluña y 224.844 desde el extranjero). Así, según los datos oficiales que los medios de comunicación publicaron ayer a la noche, solo ha votado el 53,55 % del censo electoral, esto es, 2,767.747 electores: en estas elecciones de 7,566 habitantes han participado 2,746. Por otro lado, la representación de los demás votos es diversa, ya que serán ocho los partidos que conformarán el Parlament: El PSC ha conseguido 33 escaños (651.027 votos); ERC otros 33 (602.658); JxCAT 32 (567.421 votos) VOX 11 (217.371 votos); la CUP 9 (188.830 votos); ECP/PEC 8 (194.111 votos); CS 6 (157.529 votos) y el PP 3 (108.841 votos).
Es conveniente tener presentes todos estos datos, para no sacar conclusiones erróneas. Por ejemplo: según los escaños, se podría decir que la CUP ha obtenido mejores resultados, puesto que en 2017 tenía 4 escaños y ayer 9; sin embargo, ha obtenido menos votos esta vez: 195.246 en 2017 y 188.830 ayer. No obstante, no queremos menospreciar los resultados que ha logrado VOX, porque la amenaza fascista está presente (también más allá de este partido).
De todas formas, en esta lectura superficial no entraremos en la conformación y carácter del Parlament. Como se ha dicho, si comparamos la totalidad demográfica con el número de votos que ha obtenido cada partido, se puede percibir la falta de legitimidad del parlamentarismo burgués o la dificultad general que la política burguesa tiene a la hora de seguir legitimando su estructura estatal: estas elecciones los partidos solo han representado a las minorías. La abstención ha sido tan alta que es innegable el sentido político de clase que tiene, a pesar de que muchos traten de justificarlo con la pandemia. Aunque así fuera, da igual; el motivo puede ser cualquiera, pero sea cual sea, éste ha sido más fuerte que el compromiso parlamentarista de los habitantes. Estos días estaremos atentos a los datos de participación de las ciudades, los pueblos y los barrios, para aclarar si también esta vez ha sido el proletariado quien menos ha participado en las elecciones.