(Traducción)
La CIA también puso el ojo en el PSOE a la hora de investigar el origen del GAL, de hecho, se puede leer lo siguienteen el documento que hace pocos días salió a la luz: Felipe Gonzalez tomó la decisión de crear grupos de mercenarios que estarían bajo el control del ejército, por encima de los límites de la ley, y con el objetivo de luchar contra ETA. A raíz de este archivo, algunos partidos políticos (entre ellos EH Bildu) han pedido que se investigue a Felipe Gonzalez, junto con la propuesta creación de una comisión de investigación. Sin embargo, hoy por hoy, el gobierno no lo ha aceptado. Pablo Echenique, por ejemplo, ha opinado que lo sucedido es bien conocido y ha considerado perjudicial la creación de tal comisión. A pesar de que la falta de carácter propio de Podemos (pues no hace más que obedecer a su compañero de gobierno) es más que conocido, este suceso nos muestra otra significativa lección: cualquier partido socialdemócrata, al llegar a la posición política fundamental para llevar a cabo su programa (es decir, al gobernar), no puede mantener su innato principio de justicia. Esto es: si las únicas vías políticas de un partido son propias del estado burgués, cuando se integre al gobierno este partido hará suyo el derecho que blanquea la mayoría de delitos de la burguesía. Así pues, los comunistas no afirmamos con irresponsabilidad el peligro de corrupción que trae consigo el parlamentarismo, abordamos en términos históricos esa evidencia que muchos rechazan ciegamente.
Es tan duro el legado de los socialdemócratas que tras decir que al llegar al gobierno jugarán diferente (por desgracia) han quedado en ridículo, que el proletariado no tiene que confiar en la palabra de los socialdemócratas. Y ahora, en relación a las elecciones del 12 de julio, ¿quién juega con sinceridad? ¿Será EH Bildu la excepción? La historia, al menos, la tiene en contra. Un programa político revolucionario, en términos generales, no tendría por qué renegar de participar en las elecciones, sin embargo, la única participación efectiva sería la que es sincera. Es decir, el que acepta los límites del parlamentarismo y sigue organizando la revolución por otros caminos. La honestidad (la verdad como principio revolucionario) y una fuerte estrategia (con el objetivo de la conquista del poder): a menos que manifieste esto claramente no habrá partido que pueda representar los intereses de la clase trabajadora; y aquí, quién puede afirmar que hay algo semejante… Los comunistas, por lo tanto, no hemos dado la espalda a la política institucionalista, por lo pronto, hemos priorizado la negación de los partidos que están aelección. De algún modo, cualquier problema real aflora las contradicciones de los que están de simple charlatanería en el congreso (por ejemplo, las obligaciones de justicia) y, del mismo modo, deja en evidencia la hipocresía de los partidos y los inevitables tratos que tienen entre sí. Es eso, justamente, lo que esta semana ha pasado con la cuestión del GAL, PSOE, Felipe Gonzalez y Podemos; otra vez más la coherencia entre la socialdemocracia moderna y el orden social burgués ha superado a los eslóganes de la campaña electoral.