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(Traducción)

 

Más que la del Covid, los comunistas estamos preocupados por las urgencias sociales. Esta sociedad en la que vivimos no tiene ansias de libertad; en general, al menos, no trasciende las palabras. Por ejemplo: los gobiernos locales no pueden establecer medidas de control más visibles, y solo unos pocos han mostrado su intención de combatirlas. Así, ¿estamos convencidos de que el Certificado Covid es una garantía sanitaria? ¿O es que la comodidad, el miedo y la imprudencia nos han hecho siervos de la burguesía? Porque la burguesía campa a sus anchas, sin demasiada oposición.


Las imágenes superficiales, sin embargo, son demasiado simples; «medias verdades» o no del todo correctas. Por eso, para los comunistas la sociedad, como entidad abstracta, no tiene la culpa; por el mismo motivo, creemos que la clase obrera no ha dejado de enfrentarse por completo a la dominación burguesa. La lucha de clases nunca se ha desvanecido en la nada. Los individuos, sin embargo, somos tan débiles en la soledad que a menudo no somos a los ojos de los demás; además, nuestras preocupaciones políticas, nuestra indignación, nuestro compromiso militante y nuestra improvisada oposición de clase rara vez aparecen en los medios de comunicación. La conciencia de clase del proletariado carece precisamente por ello de dimensión pública. Hay, sin embargo, una verdadera conciencia de clase, y seguro que habrá más proletarios de lo que podríamos percibir con el ritmo militante de cada día, hartos de este estado de cosas. ¿Es, pues, la dominación de clase de la burguesía una subordinación de clase de la clase obrera?


La emergencia social que nos preocupa a los comunistas es, pues, una posible subordinación de clase de la clase obrera. Sin embargo, esta preocupación no radica en la mera acusación o en el arrebato moral, sino en la pregunta que nos hacemos desde el compromiso político comunista: ¿qué impide la organización política de clase de la clase obrera? La preocupación es, de este modo, la duda política, ya que prima una distinción básica de clases: la de los trabajadores que aceptan y defienden el estilo de vida que puede ofrecer el modelo capitalista de producción y la de los que lo sufren. Asimismo, la duda tiene que ver con la estrategia revolucionaria: tiene como objeto de reflexión el devenir militante de aquellos que, por sí mismos, tanto desde el sufrimiento como desde la ilusión, se enfrentan (o quieren hacerlo) a la dictadura burguesa. Según estos principios analíticos, suficiente gente se acercará, o no, a las movilizaciones comunistas en función de la calidad y cantidad de trabajo militante. El reto en el día a día, en consecuencia, es nuestro y también la responsabilidad.


La importancia de las recientes movilizaciones convocadas por GKS es así de grande, pues a través de ellas podríamos dar a entender la oposición proletaria real que ha existido contra esta barbarie burguesa. Pero para eso tendremos que trabajar duro estos días, para que no confundamos la imagen de nosotros mismos (la de los militantes que podemos reunirnos allí sin mucho esfuerzo) con la realidad: no entendamos nuestras propias fronteras artificiales como si fueran del comunismo.