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(Traducción)

Vivimos una situación sanitaria lamentable y la economía, por lo general, no ha mejorado. Son innumerables los puestos de trabajo que se han destruido los últimos meses, así como los desahucios que se han ordenado. Los sueldos también han disminuido en ciertos sectores bajo la excusa del bienestar general productivo, el cual los proletarios no podemos entender. Y, mientras tanto, las ayudas económicas arriban a las casas con la habitual calma de la burocracia, tarde. Si es que llegan, claro. De hecho, ciertas ayudas económicas, como el «ingreso mínimo vital», se niegan o se dan en muy pocos casos: el modelo de renta que se puede impulsar para hacer frente a la crisis por ahora no tiene capacidad suficiente para dar alguna solución a este desastre económico. Por lo tanto, se puede ver claramente que los estados burgueses de «occidente» no pueden asegurar la salud de la sociedad, ni siquiera equilibrar su economía. La involución de esos estados, ciertamente, es manifiesta.

Ahora, la socialdemocracia se queja, se queja de lo que ha hecho posible. A su parecer el Gobierno Vasco no debería hacer el gasto de cuatro millones de euros para renovar los medios de la Ertzaintza, por ejemplo; en cambio, prefieren las ayudas que se pueden ofrecer a la sanidad y a las pequeñas empresas. Este tipo de reivindicaciones carecen de sentido (e hipócritas hoy en día) y dan a entender que los socialdemócratas no son capaces de entender las dinámicas y los funcionamientos de la formación social burguesa. En esta crisis, donde no es posible sacar grandes beneficios con políticas fiscales y donde la tasa de ganancia del capital es muy baja, el gasto público no se puede aumentar de una manera efectiva, esta deja de ser una solución eficaz. Pues, la reducción del gasto público y su diseño político no son arbitrarias, por que, para que el estado burgués se mantenga en pie, el gobierno tiene que hacer otros tantos gastos que no tienen nada que ver con la sanidad ni con las ayudas económicas, así como adaptar su estructura al nuevo contexto socioeconómico. La modernización de la Ertzaintza, la financiación como la campaña mediática han de entenderse en el contexto de la crisis. Así pues, el proyecto de la socialdemocracia actual no se realizará jamás, por el simple hecho de que proponen la quiebra del estado cuando su intención es mejorarla.

Los Estados de Bienestar no han sobrevivido a la reivindicación «revolución o barbarie», sin embargo, la elección es de nuevo esa misma. La burguesía ya ha tomado decisiones: militarización de las calles, cierre de territorios, centralización de propiedad, ofensiva comunicativa y terror. Es decir, la prohibición de la iniciativa política y militante del proletariado. ¿Quién nos imprimirá los permisos para movernos? ¿Quién defenderá nuestros derechos? Como la burguesía no tiene cómo asegurar nuestra salud y el bienestar económico, ha optado por la violencia. Quién sabe hasta cuando permanecerán las medidas que aplicarán el lunes, o si impondrán otras más estrictas. Pues bien, a pesar de las dificultades, este es el momento de aferrarnos a la voluntad militante y de mostrar nuestro compromiso político, es el momento de movilizarnos y luchar. No desesperemos, una vez más, es la hora de poner de manifiesto la eficacia de la organización comunista.