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(Traducción)

 

En las capitales y pueblos, el primero de mayo fue muy significativo. De hecho, la multitud se unió ayer en las calles de Euskal Herria, pero no en toda movilización. La prohibición de movimiento entre territorios históricos e interurbanos puso de manifiesto la fuerza de cada una de las organizaciones y agentes que convocaron movilizaciones en el 1M. No obstante, como ninguna organización o agente pudo llevar a cabo, al menos sin objeciones, una movilización nacional (ni de ámbito nacional), la mayor parte de las manifestaciones se llevaron a cabo in situ. En consecuencia, pudimos ver claramente, al menos en lo que se refiere a las reclamaciones históricas de la clase obrera, en qué consiste actualmente el campo político de fuerzas de Euskal Herria: las capacidades según el lugar, o quién es fuerte, quién el más fuerte y quién es absolutamente débil.


Decimos que la prohibición de desplazarse de un pueblo a otro pueblo ha puesto de manifiesto la fuerza real de cada agente político, porque anoche no se pudo utilizar una convocatoria centralizada como imagen de fuerzas propias. No al menos con plena aprobación personal: ¿quién va a admitir que con estos impedimentos de movimiento es el mayor número de gente que podía movilizar a los que ayer sumó en su movilización nacional? Sin embargo, las medidas y prohibiciones sociales vigentes debido al estado de alarma sólo pueden servir para justificar el escaso éxito o fracaso de una movilización centralizada; si una determinada organización no ha podido hacer una demostración de fuerza en el lugar, es porque es muy débil. A pesar de las medidas, aquel que es fuerte puede no convocar una sola movilización nacional y hacer muchas movilizaciones de éxito. Así, en los próximos días, si uno tiene que justificarse, hablará en vano de su debilidad. Sin embargo, será un gran paso adelante, para todos los comunistas, si la crítica política ocupa el lugar de las justificaciones en dichas organizaciones.


Por lo tanto, si atendemos detenidamente al discurso de cada organización en las manifestaciones y actos de ayer, observaremos (1) que, en los pueblos y capitales, sólo los sindicatos legales (y la Izquierda Abertzale con ellos) y los Consejos Socialistas realizaron movilizaciones significativas y (2) que en Euskal Herria es poco lo que queda fuera del eje político de los sindicatos legales y los Consejos Socialistas. Entiéndase: no queremos equiparar cuantitativamente ambas fuerzas sociales-sociales, de hecho, los resultados de los Consejos Socialistas y de los sindicatos legales (o de la Izquierda Abertzale) deben ser juzgados por criterios diferentes. Lo que queremos decir es que si se ha producido una ruptura con el reformismo (es decir, con la base social, la estrategia y la táctica de los partidos reformistas, su comprensión histórica, la forma de pactar y de elegir a sus adversarios, etc.), esa ruptura la encarna en este momento el Movimiento Socialista (por supuesto, teniendo en cuenta también el apoyo que dan al Movimiento Socialista las personas y demás colectivos que han hecho posible la ruptura con el reformismo). La polaridad entre sindicatos y partidos reformistas o estatalistas y comunistas condiciona plenamente el escenario político del Euskal Herria, en el que a quienes quieran idear alguna posición entre ambos les resulta imposible situarse al margen de la tendencia estratégica de la Izquierda Abertzale.


Ante la incapacidad de la ambigüedad para romper con el reformismo, ayer pudimos apreciar claramente la tendencia de crecimiento del Movimiento Socialista. Los Consejos Socialistas realizaron movilizaciones exitosas y quien pretende desacreditar los resultados obtenidos no debe olvidar que apenas han pasado tres o cuatro meses desde que los Consejos se presentaron.