(Traducción)
El viernes a la mañana encontraron el cuerpo del preso político bilbotarra Igor González Sola en su ciega; la cárcel en quince años, de algún modo, ha matado a Igor. Por desgracia, le recordaremos junto a los que perdieron su vida en la cárcel, pero conservaremos su memoria con total respeto: que su nombre y su pasado sean fuente de dignidad y de fuerza. Agur eta ohore, Igor.
Igor ha muerto en la cárcel de Martutene, así pues, este hecho refleja un problema: acercar a los presos políticos a las cárceles de Euskal Herria puede resolver varias dificultades e impedimentos, así las políticas de dispersión no podrían castigar en distancias tan reducidas entre presos y familiares. Si los presos estuvieran en cárceles de Euskal Herria, el dolor se podría aliviar. Por ejemplo: el abaratamiento de los gastos de viaje y mantenimiento (que es, teniendo en cuenta la cantidad de presos políticos y los años de condena, una gran dependencia económica); intervalos de ida y vuelta y distancias de carretera mucho más cortas; aliviar la desazón y la angustia propias del sentimiento de distancia; y en principio, los presos políticos no estarían tan separados y podrían relacionarse y comunicarse entre ellos (aun así el acercar a los presos políticos a las cárceles de Euskal Herria no asegura la mejora de la calidad de vida de los presos; por ende, esto último no puede darse por seguro); relaciones políticas más constantes entre presos y militantes que están en la calle; y demás. Sin embargo, si hablamos de la situación general de los presos políticos vascos, la reducción de la dispersión y la distancia no resuelve la cuestión política de las cárceles. Es decir, ya que tienen secuestrados a los presos políticos, el acercamiento daría fin a esa concreta capacidad represiva que tienen los estados francés y español (al daño que puede generar la dispersión), pero no podría, de por sí, generar nuevas o más adecuadas correlaciones entre los estados mencionados y los presos políticos (su libertad civil, por lo tanto, estará bajo el albedrio de los estados).
En la medida en que el acercamiento puede aliviar el dolor de los familiares y allegados, no se puede menospreciar. Pero, en cualquier caso, tenemos que tener en cuenta que las mejoras sociales y personales que puede traer el acercamiento no se pueden considerar, en sí mismas, una solución política. De hecho, a) la relación de mando y subordinación entre secuestrado y secuestrador es el mismo, y el motivo originario de injusticia o violencia por el que los presos políticos siguen presos se mantiene en vigencia; y b) las cárceles son instituciones represivas, por lo que, ahí no hay opción de bienestar; por ello nos es inaceptable la política de los que de algún modo legitiman la situación de los presos. Ante la ilusión «autonomista», en contra de aquellos que proponen la política penitenciaria progresiva y propia, la reivindicación "Amnistía" es más que importante, pues niega la subordinación y coloca la victoria política en el centro de la estrategia.