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(Traducción)

 

Aunque los noticieros no hagan mención, sabemos que este mundo en el que vivimos es cruel; pero, en lo más frecuente, sólo nos sentimos rodeados por una crueldad sin medida cuando se suceden noticias lamentables. Y en esos casos son pocos los que hacen algo: la mayoría estamos a su espera, con miedo a que nos alcance. Es inadmisible.


En los últimos tiempos, por ejemplo, no ha habido días en los que no se hayan registrado casos de violencia contra las mujeres en los titulares. Casi todos los días hemos tenido conocimiento de algún caso ocurrido en el Euskal Herria: dos mujeres fueron agredidas la semana pasada en Zumarraga y Zarautz; una mujer ha sido violada en Erandio el fin de semana cerca de la discoteca Sonora; varios estudiantes de arquitectura de Ibaeta han denunciado agresiones sexistas (cometidas por el propio profesor); una mujer fue golpeada en Vitoria el sábado por la noche (en palabras de sus agresores: le querían romper su cara bonita, nada más)… y todos estos casos, lamentablemente, no son los únicos que han sucedido; pues es mayor su mal (sobre todo, el que se sufre en el anonimato), la violencia contra las mujeres no se puede definir solamente con las agresiones que suelen aparecer en las noticias.


Los comunistas debemos, pues, hacer frente directamente este estado de cosas. Teniendo en todo momento presente, además, que las denuncias públicas (aunque, a nuestro entender, urgentes) no son más que un primer paso. Así, más allá de las denuncias, nuestro reto es triple:

1- Debemos desarrollar recursos organizativos que aseguren la protección social, económica y política que necesitan las mujeres que han sufrido o pueden sufrir agresiones.

2- Debemos inventar medios propios para responder a los ataques y a los agresores, porque la clase obrera no se ha puede saciar con la justicia de las instituciones burguesas (sobre todo porque la justicia burguesa condena a la clase obrera a un estado de indefensión infinito).

3- Desde hoy, los comunistas tenemos que combatir las causas históricas de la violencia contra las mujeres; hasta el momento que desaparezcan.