(Traducción)
Esta semana hemos vuelto a conocer la crudeza de los estados español y francés en Euskal Herria. La guardia civil detuvo a tres personas el lunes, acusadas de estar supuestamente relacionadas con material de hace diez años. Los liberaron tras pasar por la Audiencia Nacional, a la espera de juicio. Hubo una cuarta detención esta semana, en este caso, en Ipar Euskal Herria. Tras llevar a este último detenido, a un antiguo preso político vasco, al juzgado de Baiona le ratificaron la prohibición de estar en el estado francés. Estas detenciones no son sino un ejercicio de perpetuar la opresión nacional que sufre Euskal Herria, los poderes políticos de los estados español y Frances utilizan las consecuencias dadas del conflicto armado en Euskal Herria para afianzar y subrayar su mando hoy y a futuro. Los ya mencionados estados utilizan la represión como política para normalizar la opresión y la violencia del estado, así como para resaltar las consecuencias represivas de cualquier proyecto emancipador y también para cohesionar y movilizar políticamente las identidades nacionales española y francesa. Con este funcionamiento exprimen aún más los límites de la legalidad, recordándonos que en los estados capitalistas la pluralidad política es castigada y que las libertades políticas no existen.
Por su parte, Txikito lleva un mes en huelga de hambre y de comunicación, fiel a los ideales que ha defendido toda su vida. Txikito lleva más de 30 años en la cárcel, y durante todos esos años ha conocido incontables luchas. Esta última debe entenderse como un grito a favor de la amnistía. De hecho, la situación de los presos es cada vez más grave, tal y como varios sucesos nos lo han demostrado últimamente. Urge encontrar una solución digna a la cuestión de los presos y exiliados, y en nuestra opinión, la única salida decente pasa por la resolución de la amnistía.
Sin embargo, la ejecución de la amnistía no se limita a una cuestión formal, sino que hace referencia a la resolución integral del conflicto. La amnistía pide la construcción de una sociedad sin opresiones, y esta, en nuestro caso, pasa necesariamente por la construcción de una Euskal Herria libre y socialista. Y es que, mientras el control sobre el territorio siga en manos de la burguesía la represión sobre la clase trabajadora se realizara de infinitas formas, ya sea a través de la represión directa o en las violencias silenciosas que vivimos en el día a día, pero la agresividad de la burguesía ni es suave ni se va a suavizar. Es por eso que la cuestión de la amnistía no se puede limitar a una medida de gobierno provisional, ni tampoco a una resolución parcial de la situación actual. La única solución para la realización de la amnistía es invertir el régimen de poder capitalista.
Mientras tanto, nos corresponde ofrecer la mano a todo aquel que este sufriendo la represión y reconocer su dignidad, y como no, aportar en la construcción de una sociedad socialista.