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(Traducción)

 

El pasado jueves la empresa fascista Desokupa desalojó una vivienda en Abadiño. De madrugada se desplazaron a la misma unos doce hombres y desalojaron bajo amenazas a las personas que vivían en la casa ocupada. La empresa Desokupa, bien para justificar su actuación bien para poner de manifiesto su impunidad, suele grabar los desalojos que lleva a cabo; así, también esta vez, ha colgado un vídeo en la red en el que asegura que los miembros de la vivienda abandonaron por su propia voluntad el edificio. No mencionan la violencia ejercida ni explican en qué consiste su método de convencimiento, es decir, qué hacen para que los okupas firmen por voluntad propia el documento de desalojo. Con este método de utilizar vídeos cortos atacan además las condiciones de vida del proletariado, ya que en las imágenes subidas a la red no reflejan únicamente sus actuaciones (es decir, lo eficaz que resulta su modo de actuar), sino que de alguna manera también buscan la crítica moral de aquellos que viven en las casas ocupadas. Se mofan de aquellos que no pueden acceder a las condiciones de vida de la clase media, de aquellos que viven fuera de la legalidad, y condenan políticamente el modo de vida de aquellos que están totalmente proletarizados, puesto que, según su parecer, los que viven así son enemigos a quienes deben eliminar sin tregua: meros parásitos.

 

Los fascistas de Desokupa afirman que trabajan contra los criminales y justifican su violencia diciendo que defienden la propiedad privada de trabajadores o particulares y que ponen sus recursos a favor de los más débiles. Rara vez se refieren a las agencias domésticas o entidades bancarias que contratan frecuentemente sus servicios y se esfuerzan por ocultar el sentido y función burguesa dominante de la empresa Desokupa, amparándose en una ideología que el sentido común de los ciudadanos hace suya con facilidad. Mentira. La práctica fascista de la empresa Desokupa es notable. Esta es una época de pobreza, en la que el pacto social entre la clase media y la burguesía es cada vez más político. Así, la empresa Desokupa es el resultado directo de los contactos entre estos dos estratos sociales; y éste, el contexto actual de lucha de clases, es una señal de que tanto uno como otro consideran al proletariado como el principal adversario. La solución extrajudicial para la defensa de la propiedad privada de la clase media es Desokupa, la violencia que corta el paso a las inevitables soluciones «criminales» del proletariado, permitida por el Estado. ¿Y hay algo más fascista que el pacto de la clase media con la burguesía cuando la primera necesita medios violentos para defender su propiedad? Los bienes de la clase media podían ser un recurso para reforzar la solidaridad y la protección entre los trabajadores, pues al que no tiene nada le puede ofrecer algo el que tiene un poco, pero la clase media teme que el proceso de proletarización la empobrecerá a ella también. Sólo atenderá a su bienestar, aunque tenga que apalabrar crueldades con el diablo.


La Ertzaintza no evitó el desalojo ilegal el jueves. Lo hizo posible. Apoyó a los miembros de la empresa Desokupa y repartió leña a los que se acercaron a solidarizarse con los okupas. Las fuerzas armadas del Estado y la violencia ilegal unidas contra el proletariado, también lo vivieron los proletarios a principios del siglo XX. Así las cosas, es necesario desplegar y reforzar el control de personal sobre los espacios para que no vuelvan a desalojar a ningún trabajador con total impunidad y facilidad. En los próximos años la aportación de Erraki será imprescindible, por eso los militantes debemos asumir el compromiso de fortalecer y extender Erraki.