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(Traducción)

En cualquier momento podía ratificar la sentencia aquello con lo que los propietarios del edificio amenazaron en su día a quienes se acercaron al mismo: la policía desalojará en cualquier instante el Desjabetuon Hotela[1] de Legutio. Han transcurrido quince años desde que construyeran el hotel y hasta diciembre del pasado año -fecha en la que se cambiaron las cerraduras y tomaron el hotel bajo su control- no se le ha dado ningún uso. No era más que un edificio, vacío y sin ninguna función: fue golpeada con fuerza por la crisis del 2007-2009 y en consecuencia, desterrado del mercado, y hasta hoy en día ni una sola empresa ha mostrado ningún interés definitivo por la compra de la misma. Si entonces la situación para especular con dichas propiedades era difícil, tampoco hoy se dan las condiciones económicas favorables para ello; no parece, pues, que el hotel tenga capacidad para promover un proceso de acumulación de capital. Así pues, aquella propiedad privada carente de un uso determinado, que no produce beneficio, puede dañar el honor de la pequeña burguesía: puesto que no pueden hacer negocio en el mercado, se aferran con uñas y dientes a la protección judicial de la propiedad, y sin otra esperanza, los propietarios al ver mermada su privacidad arremeten con odio para castigar a quienes han profanado sus bienes. De hecho, la pequeña burguesía sufre un doble desprecio: por un lado, no ha conseguido competir con los demás capitalistas (como en el caso del hotel de Legutio, los dueños no han vendido el edificio), y, por otro lado, su non plus ultra, es decir, que varios jóvenes trabajadores han se han apoderado del bien que ha dado poder y el declive momentáneo a la pequeña burguesía.

Es muy compleja la riqueza social general que ha creado el modelo de producción capitalista (la explotación alimentaria, la construcción, la sanidad, el transporte y los medios de comunicación, internet, los medios educativos, la ingeniería armamentística y logística, etcétera); pues, a pesar de que es la riqueza social más amplia y variada que jamás haya existido, el mismo mercado ha impuesto límites claros a la opción de socializar esos medios de vida y de bienestar. Es decir, la riqueza social que podría menguar la pobreza general no está en manos de esa mayoría pobre. He ahí el trágico destino que la mercancía trae consigo: los capitalistas producen diversas mercancías para que se vendan en el mercado, siendo así su único objetivo el obtener ganancia; asimismo, si la mercancía carece de comprador, o si ya no resulta rentable, no habrá quién lo consuma y el tiempo, o alguna máquina industrial colosal, se encargará de hacerla desaparecer sin un provecho social. La necesidad y el objeto que pueda satisfacerla no coinciden en el modo de producción capitalista; de este modo, hasta hoy el hotel de Legutio no ha sido más que una mera evidencia de la crisis y la falta de futuro del capital, puesto que el proletariado ha optado por el conflicto en el mismo edificio contra la pequeña burguesía. El proletariado tiene que combatir fuera del mercado las migajas de riqueza social que no puede obtener con sus recursos económicos, dando la espalda a la legalidad y asumiendo los riesgos que sus decisiones pueden acarrear. Por todo lo dicho, una vez que la capacidad económica del proletariado ha disminuido y la capacidad de negociación de la pequeña burguesía se ha debilitado, las campañas mediáticas contra la ocupación y prácticas similares se han intensificado, puesto que, los Estados no pueden detener el enfrentamiento entre la inquietud proletaria y los desechos de los procesos de acumulación de capital a nivel mundial, y por ello, están recrudeciendo su material represivo y jurídico. La burguesía se afana en difundir la práctica criminal del proletariado; los comunistas, en cambio nos reafirmamos en el compromiso de una ocupación sensata y política y en que tenemos que unirnos en la defensa de los espacios bajo control obrero. Si el Desjabetuon Hotela está en riesgo de desalojo, allí estaremos nosotros.


[1] Desjabetuon Hotela: hotel de los desposeídos.