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Tampoco en la última semana han sido pocos los que se han tomado la molestia de hablar en los medios sobre el Movimiento Socialista. Se han sumado al «carro» de la prensa nombres conocidos de la izquierda abertzale, como el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi; el parlamentario de EH Bildu y secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez; el director de la editorial Txalaparta, José Mari Esparza; el presidente de la Fundación Euskal Memoria, Iñaki Egaña; o el director del medio de comunicación Naiz, Iñaki Altuna. Asimismo, en la órbita jeltzale se ha mantenido el señalamiento y estigmatización hacia los comunistas iniciado desde el veto político establecido en las txosnas de Hernani. El último en practicarlo ha sido el propio presidente del PNV, Andoni Ortuzar.

Los jeltzales no parecen muy incómodos con la situación, ya que esta les está permitiendo desarrollar una estrategia discursiva win-win. Por un lado, el PNV trata al Movimiento Socialista como un subproducto de la Izquierda Abertzale, puesto que hacerlo le permite desgastar a EH Bildu, sin asumir el marco discursivo sobre los vetos políticos y la privatización del espacio público del Movimiento Socialista. En otras palabras, pretende poner el foco en EH Bildu sobre los hechos «caóticos», y para ello lanza mensajes como «si no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo va a ser capaz de gobernar la sociedad?». Por supuesto, le interesa menos el debate sobre el uso de los espacios e instituciones públicas despegadas por el Movimiento Socialista, ya que este partido lleva a rastras una tradición de décadas de corrupción y uso partidista de las instituciones públicas. Tampoco hay que olvidar que hace pocos meses el grupo municipal del PNV de Lazkao impidió al Movimiento Socialista colocar su txosna y este último entró Ayuntamiento como acto de protesta.

Por otro lado, es una oportunidad idónea para los jeltzales para extender su desprecio hacia los comunistas y anular los posibles apoyos a estos últimos sin miedo a mentir: ¡dicen que son seguidores de Putin y ya está! A aquellos cuyos hijos y nietos se han acercado hacia la militancia comunista les proporcionan elementos discursivos y morales; a las personas propietarias de empresas y negocios pequeños y medianos les dan elementos para acosar a los trabajadores comunistas; o le ofrecen a la audiencia del periódico de El Correo recursos psicológicos para anular las «atractivas» reivindicaciones comunistas.

La Izquierda Abertzale no le ha dado otro tipo de tratamiento a la situación. En estos últimos días, se han esforzado por poner el foco en la división entre el Movimiento Socialista y la Izquierda Aberzale y rehuir el marco de interpretación de los jeltzales, en un intento desesperado de librarse de la «polémica», como han pretendido Rodríguez, Otegi y Altuna en sus últimas intervenciones. Todos ellos han intentado construir una imagen sectaria y conflictiva de los comunistas, el mismo imaginario, dicho sea de paso, que ha alimentado el PNV. Aparte de esto, Otegi se ha reconocido a sí mismo la legitimidad de tachar al Movimiento Socialista de autoritario y machista. Sin embargo, lo que comparten todos ellos es que quieren convertir en argumento que el PNV emplee el conflicto para su propio interés y que los medios de su órbita ofrecen le un espacio a dicho conflicto.

No obstante, lo que no mencionan es que la Izquierda Abertzale hace oídos sordos a la invitación de diálogo por parte del Movimiento Socialista y que interponen obstáculos en todos los sitios posibles para expulsar a los comunistas del espacio público y marginarlos de las fiestas. De momento, no se han atrevido a dar ninguna justificación pública al respecto. Como ya ha dicho el Movimiento Socialista en numerosas ocasiones, este movimiento no vive de la polémica, no busca conflictos, sino lucha por su derecho a ser y existir del cual quieren despojarlo algunos.

Mientras estos políticos, escritores y periodistas hablaban del Movimiento Socialista, este movimiento había organizado manifestaciones multitudinarias en Bilbo e Iruñea, con la reivindicación de ponerle freno al precio del carburante y denunciar la ofensiva del Gobierno «progresista» de España y las multinacionales. El movimiento socialista vive por y para ello: para movilizar y organizar a la clase trabajadora contra la burguesía y los estados capitalistas.