(Traducción)
Esta semana también hemos tenido casos de abuso policial. El más grave de todos ha sido la que sucedió el lunes en Baiona: un policía acabó con la vida de una mujer a tiros. Después de declarar ante el juez, el gendarme que la asesinó fue puesto en libertad y sin cargos. Más allá de este triste episodio, ayer a la tarde se dieron cargas y detenciones de la policía en la Parte Vieja de Donostia y en Mungia. A raíz de estos sucesos, los principales medios de comunicación nos imponen un velo ideológico, manipulando los sucesos, blanqueando a la policía y clasificando a la gente que ha sido hostigada bajo estereotipos que están mal vistos.
Desde el punto de vista de los que tienen el poder, hoy es más necesaria que nunca la figura de la policía. De hecho, estamos en un contexto de crisis social, el cual reposa sobre un declive económico. Se está dando un empeoramiento general de las condiciones de vida dentro de la clase desposeída, y la frustración que genera esta situación puede poner en duda el mantenimiento del orden social. Por otro lado, es consecuencia de la crisis que se le dé una solución policial a la emergencia sanitaria. Invertir en medios sanitarios (en hospitales, médicos o enfermeros, en medios de rastreo…) es tan caro como inútil para los agentes que poseen el dinero, y desde su punto de vista es mucho más eficaz y sostenible optar por el control social y el disciplinamiento masivo. En esta atroz situación la policía se ha convertido en un actor privilegiado, y este es el motivo por el que los medios de comunicación han legitimado su figura. Para generar una opinión favorable a las fuerzas armadas en diferentes casos de abuso policial los medios de comunicación de masas emplean una estrategia de doble filo: mientras justifican los abusos de la policía, criminalizan a los que han sufrido la represión. Para que la primera sea factible ofrecen diariamente un amplio espacio a la propaganda en favor de la policía, con la intención de generar un sentido común que vea necesaria la constante presencia de esta figura. Como ejemplo de esta criminalización, podemos apreciar que han tratado a los jóvenes que han hostigado en Donostiacomo sí fueran irresponsables que estaban haciendo botellón.
En este contexto, es de suma importancia ofrecer a la gente medios para poder conocer bien lo sucedido y poder interpretarlo, y los medios y los movimientos sociales y políticos transformadores que tenemos un carácter crítico e independiente tenemos una gran responsabilidad en ello. El relato es muy importante, y es imprescindible lograr el acercamiento más completo posible al hecho concreto y comunicarlo. Por otro lado, es responsabilidad de las organizaciones socialistas señalar al sujeto criminal, apartar el foco de la clase trabajadora y ponerlo sobre la policía, los responsables políticos y la oligarquía.