A las puertas de las elecciones, políticos y políticas discuten sobre el cuidado. Los y las responsables de esta situación quieren venderse como motor del cambio. Como respuesta, me gustaría compartir una serie de reflexiones sobre la situación del cuidado, sobre lo que ha dejado la Huelga General en Euskal Herria del pasado 30 de noviembre y sobre la solución a la problemática del cuidado desde un punto de vista socialista.
LA SITUACIÓN DEL TRABAJO DE CUIDADOS
A pesar de que la opresión de la mujer trabajadora presenta una serie de características, hay que destacar la influencia que tiene la cuestión del cuidado en las vidas de las mujeres, ya que los trabajos de cuidados son un mecanismo que nos mantiene a las mujeres trabajadoras pisoteadas económica y socialmente. A lo largo de la historia ha recaído sobre las mujeres el trabajo doméstico y el cuidado de sus familiares, pero, a la vez, la mujer se ha visto obligada a ser activa en el trabajo asalariado, realidad que provoca una doble opresión en las mujeres trabajadoras. Dentro del trabajo asalariado, el sector del cuidado y la limpieza es el más feminizado. Asimismo, los cuidados, aparte de ser un conjunto de
tareas socialmente obligatorias, son un tema de mucha actualidad, entre otras cosas por el envejecimiento de la sociedad: el creciente número de personas en situación de dependencia requiere un fortalecimiento del servicio de cuidado.
De las condiciones de vida de las mujeres que se encargan del cuidado podríamos hablar largo y tendido. Sin embargo, dada la dimensión de este texto, me gustaría simplemente realizar varios apuntes. Por un lado, hablaré sobre el trabajo que tenemos que hacer las mujeres trabajadoras en el ámbito del hogar. Todavía hoy en día, somos las mujeres quienes, aparte de la actividad del trabajo asalariado, nos encargamos mayoritariamente de la gestión del hogar y del cuidado de la familia. Esta carga de trabajo facilita que las mujeres seamos marginadas socialmente, entre otras cosas, porque limita nuestro tiempo para estar con gente y disfrutar del ocio. Por otro lado, analizaré la situación de las mujeres que trabajan en el sector del cuidado y la limpieza. Es de destacar que la situación de las mujeres que trabajan en estos servicios es absolutamente vulnerable, es decir, que se ven sometidas a condiciones laborales sumamente inestables. He aquí algunos ejemplos ilustrativos para la reflexión: despidos sin ningún tipo de repercusión, meses sin cobrar, trabajos sin contrato, imposición de ratios superiores a los pactados, vulneraciones de derechos políticos, etc.
Además, para que supongan el menor coste posible para el Estado, estos servicios son subcontratados o privatizados. En estos casos, las bases del servicio de cuidado están determinadas por los intereses económicos de las empresas capitalistas. Las empresas deben responder a la lógica del mercado, es decir, a la rentabilidad y la competitividad. Ejemplo de ello son los servicios concertados: son pagados por las instituciones públicas, pero la gestión queda en manos de las empresas privadas. En estos casos, las empresas privadas destinan el menor dinero posible a la calidad de los servicios y a las condiciones laborales, para así obtener mayores márgenes de beneficio. Así, empeoran las condiciones de los servicios de cuidados y las condiciones laborales de las trabajadoras, en beneficio de las empresas.
Las bases del servicio de cuidado están determinadas por los intereses económicos de las empresas capitalistas
Ante esta situación, últimamente hemos podido ver numerosas luchas de las trabajadoras de este sector. A pesar de que medios de comunicación, empresas y políticos hacen oídos sordos a las necesidades e intereses de estas, siguen luchando por sus condiciones laborales. Al mismo tiempo, hemos visto ejemplos de represión contra aquellas que se organizan: despidos por hacer huelga o la negación del derecho a la huelga, persecución policial, poca difusión en los medios de las trabajadoras en lucha, luchas abandonadas nada más perder su relevancia mediática, etc.
ANALIZANDO LA HUELGA GENERAL: REIVINDICACIONES Y LUCHAS
En 2023 la plataforma Denon Bizitzak Erdigunera convocó una Huelga General Feminista en Euskal Herria. Se centró en la problemática del cuidado y reivindicó un sistema público-comunitario de cuidado para afrontarla. El objetivo principal de la dinámica o proceso ha sido interpelar a las instituciones para que garanticen el derecho colectivo al cuidado. Proponen una mesa intersectorial para que esto se garantice y se desarrollen otro tipo de servicios de cuidado; una mesa compuesta por partidos institucionales, sindicales y otros agentes sociales feministas. La plataforma continúa con estas reivindicaciones también tras la huelga.
Una vez realizadas de manera general algunas aclaraciones sobre la cuestión del cuidado, observamos que la Huelga General del ámbito del cuidado podía haber tenido un potencial político, ya que permitía dar centralidad y unidad tanto a la problemática del cuidado como a las luchas en curso, a la vez que sacar a la luz reivindicaciones políticas en materia de cuidado. Sin embargo, debemos tener en cuenta las dificultades que presentaba la jornada de huelga debido a la realidad de los servicios de cuidado y de las trabajadoras, por ejemplo, los altos servicios mínimos que se les establecen o los escasos derechos políticos de los que disfrutan como consecuencia de la vulnerabilidad del sector. La Huelga General ha sido en su sentido histórico una importante herramienta política de los trabajadores y las trabajadoras para hacer frente al orden económico y político de los empresarios y de los políticos profesionales dependientes de ellos, así como para fortalecer la organización de la clase trabajadora. Sin embargo, la jornada de huelga de noviembre no llegó a obtener la potencialidad política que debiera, principalmente porque los puestos de trabajo no se cerraron de forma masiva y la jornada de huelga no llegó a las amplias capas de la clase trabajadora.
Sin embargo, con motivo de esa jornada de huelga, deberíamos analizar dos cuestiones: por un lado, la huelga como instrumento político y, por otro, las movilizaciones. Podemos decir que la huelga, como instrumento político, no tuvo centralidad alguna. Los puntos principales a destacar a este respecto son tres. En primer lugar, en los centros de trabajo no se consiguió gran adhesión a la huelga; la mayoría de los trabajadores no sintió la necesidad de secundarla. En segundo lugar, como consecuencia de proponer la huelga de un modo simbólico-informativo, se suprimió el carácter combativo propio de una huelga. Por ejemplo, esto hizo no sólo que los piquetes de ese día fueran informativos, sino que cualquier otra forma de lucha fuera vista como extraña o inapropiada. En tercer lugar, utilizar los procesos de lucha para provocar un cambio en las instituciones supone una disminución de las capacidades de organización propia. Las movilizaciones en la Huelga General (actividad central de la jornada), por su parte, fueron multitudinarias; así pues, para justificar el éxito de la huelga se utilizaron imágenes de dichas movilizaciones. Todo ello enreda por completo la comprensión de la Huelga General.
Si nos fijamos en las reivindicaciones y en el sentido del proceso de lucha, vemos que los intereses de las mujeres trabajadoras se sitúan completamente al margen. Antes de nada, la exigencia al Estado de un servicio público de cuidado concibe como el principal agente para superar la problemática del cuidado al Estado, y no a la organización independiente de la clase trabajadora. Además, hay que tener en cuenta que los Estados no son agentes neutrales, sino agentes opresores sometidos a la oligarquía financiera, y que las medidas emanadas de su mano no responden a los intereses generales de la clase obrera, sino que, por el contrario, satisfacen a las diferentes capas de la burguesía, aumentando en muchos casos la carga económica de la futura clase trabajadora. Por otra parte, el derecho que el Estado podría concedernos a causa de las luchas de hoy podría negárnoslo mañana sin ningún tipo de obstáculo. Esto se hace palpable en el desmantelamiento del Estado de Bienestar: en plena crisis económica, la situación de los servicios públicos no ha dejado de empeorar. En los últimos años, el Gobierno español ha realizado varios cambios legales que aparentemente podrían ser beneficiosos, como la reforma para las empleadas del hogar. Sin embargo, en la realidad, poco ha cambiado en las vidas de las mujeres trabajadoras. Básicamente, porque la legislación clasista abandona al proletariado; las empleadas del hogar sin papeles, por ejemplo, siguen tan explotadas y vulnerables como hasta ahora.
En los últimos años, el Gobierno español ha realizado varios cambios legales que aparentemente podrían ser beneficiosos, como la reforma para las empleadas del hogar. Sin embargo, en la realidad, poco ha cambiado en las vidas de las mujeres trabajadoras
La jornada de huelga y los procesos posteriores se han aprovechado para intentar incidir en las instituciones y exigir un cuidado público comunitario. Desde hace años, se está retrocediendo en la calidad de los servicios públicos en la Comunidad Autónoma Vasca. Las políticas lideradas por el PNV, la falta de inversión pública y la privatización del servicio público (en los últimos 30 años, el 80% de las residencias han sido privatizadas), por ejemplo, han hecho que la situación empeore. Hay que tener en cuenta que la política y el mundo empresarial están interrelacionados; en algunos casos, quienes alguna vez han ostentado algún cargo político pasan a ocupar puestos directivos de estas empresas privadas, y en otros casos, al revés: ex-empresarios pasan a ser políticos (lo que se ha venido denominando puerta giratoria). Numerosos empresarios y políticos –tanto hombres como mujeres– se han llenado los bolsillos a costa del empeoramiento del servicio público. En esta situación, a través del movimiento Denon Bizitzak Erdigunera, se pretende provocar un cambio en las instituciones, situando la problemática del cuidado en el centro del circo electoral y las disputas entre los partidos. Sin embargo, dicha plataforma lo hace con una clara posición política: prevalecen sus propios intereses corporativistas. Con este proceso de lucha se pretende señalar la falta de voluntad del PNV y, de paso, la necesidad de un gobierno de izquierdas (en este caso de EH Bildu) para construir un sistema de cuidado público-comunitario. De ese modo, ignora las limitaciones de la política institucional.
Sin embargo, en vísperas de elecciones, varios partidos del Parlamento Vasco han puesto encima de la mesa la cuestión del cuidado, pero no hay grandes diferencias entre las distintas propuestas. Todas proponen un modelo de cuidado feminista, público y comunitario, pero hay un contraste sabido entre las propuestas: los intereses partidistas y económicos de cada uno. Quieren demostrar que todos los partidos políticos tienen voluntad de responder a los problemas sociales, presentando su partido como primera fuerza para los cambios que se puedan llevar a cabo desde las instituciones. Pero, detrás de eso, se esconden los límites de las instituciones públicas que, en el marco de la crisis económica, realizan recortes en los servicios sociales de los Estados. Por lo demás, otra cosa que está a debate es el modelo empresarial que representa cada uno de los partidos que aspiran a gobernar, el cual se sitúa en la superficie del problema, pues todos los partidos institucionales apuestan inevitablemente por la subcontratación. Así las cosas, todos estos modelos de empresa responden a la lógica del mercado capitalista y, para que su actividad sea rentable, nunca podrán primar la calidad de los servicios de los cuidados, sino los intereses de las empresas. Definir a las instituciones como motor de cambio nos sitúa en el debate entre una mejor o peor gestión del problema, pero en absoluto en dar una salida real a la problemática del cuidado.
Estas reivindicaciones políticas y la interpelación a las instituciones forman parte del programa de la clase media, precisamente porque se trata de mejorar sus condiciones de vida y lograr mejoras legales en el seno del Estado capitalista. Este modelo de reivindicación y lucha tiene como horizonte las reformas, es decir, el sentido final de la lucha consiste en conseguir mejoras en el seno del Estado capitalista. Su objetivo es aceptar la sociedad de clases actual y defender en ella las condiciones de vida más dignas posibles. Pero una parte importante de las mujeres trabajadoras queda fuera de las ventajas de las políticas institucionales; se le niegan todos esos derechos que puede incluir dicha forma de política. Por ejemplo, teniendo en cuenta que gran parte del proletariado es migrante y no dispone de papeles, es evidente que una parte de las personas más necesitadas quedan fuera de ese marco de reivindicaciones. Siendo esto así, una reivindicación revolucionaria sería exigir la construcción de un sistema de cuidados controlado por la clase trabajadora. Construir un sistema de cuidado que represente los intereses y necesidades de los trabajadores y las trabajadoras en lugar de depender de inversiones capitalistas significa defender los derechos de la mayoría de la sociedad.
Una parte importante de las mujeres trabajadoras queda fuera de las ventajas de las políticas institucionales; se le niegan todos esos derechos que puede incluir dicha forma de política
LA PROBLEMÁTICA DEL CUIDADO DESDE UNA PERSPECTIVA SOCIALISTA
La emancipación real de las mujeres trabajadoras requiere un cambio estructural del trabajo de los cuidados: es decir, la socialización del trabajo de los cuidados. Hay que socializar todos esos trabajos que hoy en día las mujeres trabajadoras hacemos individualmente, en el ámbito familiar y con una asfixiante carga de trabajo. Deben pasar a ser responsabilidad del conjunto de la sociedad y, para ello, deben dejar de ser labores del ámbito familiar e integrarse en la organización de la sociedad.
Además, las labores de cuidado y limpieza que realizamos principalmente las mujeres trabajadoras están devaluadas económicamente. En este sentido, se acentúa el conflicto de clases, pues dar distinto valor a cada proceso de trabajo en función de las características del trabajo y de la función social que desempeña acarrea una jerarquización. Los trabajos en sectores laborales feminizados, que en muchas ocasiones requieren un nivel de cualificación bajo, carecen de reconocimiento social y tienen peores condiciones de trabajo. Esta premisa responde, sin embargo, a la economía capitalista; es decir, en la sociedad capitalista es indispensable que existan sujetos devaluados para poder adquirir ganancias cada vez mayores a cuenta de ellos. En cambio, debemos tener claro que todos los procesos de trabajo necesarios para la supervivencia social deben tener el mismo reconocimiento social, sean trabajos de limpieza, de enseñanza o de tareas mecánicas. Por eso, es importante que reivindiquemos la igualdad salarial para todos y todas, porque supone igualar por arriba las condiciones de vida de todos y todas.
Es importante que reivindiquemos la igualdad salarial para todos y todas, porque supone igualar por arriba las condiciones de vida generales
En el seno de la sociedad capitalista es imposible que todos y todas tengamos las mismas condiciones de vida, ya que esto exige superar la sociedad dividida en clases. En cambio, para nosotros y nosotras, es imprescindible empezar a poner las bases de la sociedad socialista, dando reconocimiento a la aportación que cada uno y una puede hacer al bienestar de todos y todas, y trabajando por la igualdad de oportunidades para todos y todas. Hay que tener claro, sin embargo, que esta reivindicación entra en contradicción con el programa político de la clase media, puesto que esta responde a intereses políticos propios; a saber, la adquisición en el seno de la sociedad capitalista de cuotas de poder cada vez mayores y condiciones de vida cada vez mejores. Además, todo esto se sustenta en una parte amplia de la clase obrera que vive en peores condiciones que la clase media: esa clase obrera que no puede recurrir a los servicios privados, que cobra salarios de miseria, que se ve obligada a realizar trabajos que la clase media no quiere asumir, etc. Esto no es una opción para la clase trabajadora, ya que el programa político para la emancipación de los trabajadores y las trabajadoras exige el desarrollo de la revolución socialista.
Teniendo en cuenta todo esto, poco tienen de emancipadoras las reivindicaciones socialdemócratas que venden a las instituciones capitalistas como motor de cambio, ya que consisten fundamentalmente en movimientos o dinámicas guiadas por los intereses de los liberados y burócratas y las necesidades políticas de las mujeres de clase media. A pesar de que en el marco del programa socialdemócrata se organiza una gran cantidad de mujeres trabajadoras, estas dejan huérfanas políticamente a la totalidad de las mujeres trabajadoras, sin capacidad alguna para mejorar sus condiciones de vida. En este sentido, es necesario construir una organización política independiente guiada por los intereses de las mujeres trabajadoras; en efecto, construir una organización socialista que se organice al margen de la farsa institucional y de los políticos profesionales y que trabaje para que todos y todas tengamos las mismas condiciones de vida.
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