Kiara Angulo
2024/03/04

La necesidad de integrar a la mujer trabajadora en el proceso revolucionario proviene de las bases del marxismo; las revoluciones sociales que no han identificado como necesaria la participación de la mujer trabajadora no han sido más que quimeras, al igual que lo es pensar que la liberación de la mujer es posible sin un cambio radical de la totalidad.

Las revoluciones sociales que no han identificado como necesaria la participación de la mujer trabajadora no han sido más que quimeras, al igual que lo es pensar que la liberación de la mujer es posible sin un cambio radical de la totalidad

En ese sentido, y teniendo en cuenta el contexto social, político y económico de finales del siglo XIX y del siglo XX, fue una tarea apremiante para los movimientos socialistas de la época pensar cómo se podría materializar la organización política de las mujeres trabajadoras. De hecho, en los países industrializados la mujer salió por primera vez del ámbito privado en ese momento, es decir, del ámbito doméstico, y empezó a participar en la vida pública. Durante esos años, se estaban desarrollando nuevas industrias (y, a menudo, los hombres que trabajaban en la industria tuvieron que ir a la guerra), lo cual trajo consigo un aumento de la necesidad de la fuerza de trabajo. Así, la mujer trabajadora se integró a la producción social, con una “doble carga”; a la vez que estaba obligada a vender su fuerza de trabajo, también seguían recayendo sobre ella el trabajo de cuidados.

El hecho de que la mujer trabajadora hubiese estado aislada hasta entonces en el ámbito privado tuvo consecuencias en los esfuerzos por impulsar su organización política. Así pues, había que instruir políticamente a la mujer trabajadora como sujeto para que tomase conciencia y se uniese a la lucha política revolucionaria. Por lo tanto, los objetivos para el partido revolucionario eran claros: si se quería organizar la revolución social, era necesario que las mujeres trabajadoras se unieran a la lucha política. Para ello, era necesario hacer una inversión especial en la instrucción política de la mujer trabajadora para convertirla en sujeto revolucionario activo. Eso y la construcción de una sociedad basada en la igualdad convirtieron en tarea obligatoria la socialización y colectivización de los trabajos que recaían sobre las mujeres.

Fueros los partidos socialdemócratas de algunos países los primeros en emprender esa tarea. Más adelante, ese tema cobró una mayor relevancia en órganos internacionales como el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas y los congresos de la Internacional Comunista. En varios artículos de Arteka se han llevado a cabo reflexiones sobre los debates que se dieron en los mencionados marcos políticos [2]. En este artículo, se analizarán algunas propuestas llevadas a cabo, así como su eficacia y sus limitaciones.

DEL CONGRESO INTERNACIONAL DE MUJERES SOCIALISTAS A LA INTERNACIONAL COMUNISTA

Podemos encontrar en el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) la raíz de quienes empezaron a reflexionar sobre la organización de la mujer trabajadora y a defender la necesidad de la expansión de esa organización a nivel internacional. Se podría decir que Clara Zetkin es una de las personas más relevantes que aportó en esa dirección. Los esfuerzos de Zetkin empezaron en el seno del SPD. Motivado por la situación de ilegalización entre 1878 y 1890, este partido se desarrolló con un fuerte sentido de independencia de clase, manteniendo a los militantes que estaban dispuestos a hacerle frente a esa situación –es decir, militantes con conciencia de clase– y rechazando las tendencias oportunistas [1].

Así, Zetkin contribuyó a impulsar la organización de las mujeres trabajadoras a nivel nacional e internacional. Ejemplo de ello es que la Internacional aceptase lo siguiente a consecuencia de la ponencia de Zetkin en el congreso de la II Internacional de 1889 de París:

Este congreso declara que es responsabilidad de todo obrero y obrera aceptar a la mujer trabajadora como si fuera de su igual categoría en condiciones basadas en igualdad, así como defender el principio de la igualdad salarial, sea cual sea la nacionalidad de estas trabajadoras. [3]

Fue una declaración relevante para las mujeres trabajadoras, debido a que en ella se dieron los primeros pasos para reivindicar la igualdad de los derechos políticos sin ninguna discriminación por sexo.

En esa dirección, reflexiones y debates de diversos niveles subrayaron los obstáculos que generaba la doble carga de las mujeres en la integración política de la mujer trabajadora. De hecho, la mujer trabajadora, a pesar de que en los países que se estaban industrializando estaba pasando del aislamiento doméstico a ser parte de la producción social, no logró en ese proceso liberarse de los trabajos con los que cargaba anteriormente. Así, el trabajo asalariado y el trabajo que tenía que seguir realizando en el ámbito privado dejaban a la mujer sin opción alguna para la instrucción y la participación política.

La mujer trabajadora, a pesar de que en los países que se estaban industrializando estaba pasando del aislamiento doméstico a ser parte de la producción social, no logró en ese proceso liberarse de los trabajos con los que cargaba anteriormente

Por eso, cuando se reflexionaba en torno a la emancipación del proletariado y, más concretamente sobre la liberación de la mujer trabajadora de sus cadenas, su liberación de esa “doble carga” era una tarea muy presente.

El III Congreso de la Internacional Comunista declara que tanto la conquista del poder por el proletariado como la realización del comunismo en los países que ya acabaron con la opresión burguesa no podrán ser realizadas sin el apoyo activo de la masa del proletariado y del semiproletariado femenino. [4]

COLECTIVIZACIÓN DEL TRABAJO DE CUIDADOS: ¿CÓMO LLEVARLA A CABO?

La experiencia de Rusia

Con la Revolución de Octubre, tras el paso del poder a manos de los soviets, la liberación completa de las obreras mediante la supresión de las viejas formas de la familia y la economía doméstica, no sólo se ha vuelto posible, sino que es una de las condiciones necesarias de la instauración del socialismo. [6]

La Rusia después de la revolución bolchevique fue la primera experiencia socialista en llevar a la práctica las reflexiones y los debates sobre la colectivización del trabajo de cuidados [7]. Los bolcheviques pensaban, además, que esa era una tarea urgente, una condición necesaria para la implantación del socialismo y la liberación de la “doble carga” de la mujer trabajadora. Hicieron varias propuestas en esa dirección, que analizaremos en las próximas líneas.

III Congreso de la Internacional Comunista (22 de junio al 12 de julio de 1921), juntamente con la II Conferencia Internacional de las Mujeres Comunistas:

En el régimen soviético ...] las secciones facilitarán el desarrollo de toda la red de establecimientos públicos tales como guarderías, lavanderías, talleres de reparaciones, instituciones existentes sobre las nuevas bases comunistas, que aliviarán a las mujeres del peso de la época de transición, facilitarán su independencia material y harán de la esclava doméstica y familiar una libre colaboradora de las nuevas formas de vida. [5]

La Rusia después de la revolución bolchevique fue la primera experiencia socialista en llevar a la práctica las reflexiones y los debates sobre la colectivización del trabajo de cuidados. Los bolcheviques pensaban, además, que esa era una tarea urgente, una condición necesaria para la implantación del socialismo y la liberación de la “doble carga” de la mujer trabajadora

La Revolución de Octubre de 1917 se desarrolló a partir de la necesidad de los rusos de alejarse del régimen del zar. La revolución vino de la mano de los bolcheviques que reivindicaban “pan, paz y tierra”, la cual tenía el apoyo de la mayoría de la población rusa. Entre 1918-1920, Rusia se sumergió en una guerra civil entre los bolcheviques y su oposición. Aunque terminó con la victoria de los bolcheviques, la situación de una guerra de largos años generó consecuencias reseñables; de hecho, la guerra destruyó una gran parte de la ya retrasada infraestructura y economía del país, y supuso la muerte de aproximadamente siete millones de personas [8].

Las políticas de los próximos años tuvieron como objetivo reemplazar la propiedad privada por la pública. A pesar de que fue el primer intento de establecer el modo de vida comunal, toda medida fue limitada por el coste económico generado por la guerra [9].

Si bien es verdad que la lucha por la emancipación de la mujer se desarrolló junto con el movimiento obrero, se empezó a tomar medidas específicas después de la revolución. Uno de sus primeros reflejos fue el Congreso de Mujeres Trabajadoras y Campesinas, que se realizó a partir de 1918. Como consecuencia, se formaron comisiones locales, con la función de hacer agitación y propaganda política con el objetivo de aglutinar a las mujeres en la lucha política.

Las medidas propuestas

En agosto de 1919, se reorganizaron esas comisiones y se organizó la sección de mujeres conocida como Zhenotdel, el marco especial que se encargaría de responder a la cuestión de la mujer en el seno del Partido. Esos marcos políticos, por una parte, eran responsables de rellenar las fisuras que quedaban en el ámbito de la cuestión de la mujer en las líneas de trabajo generales del Partido. Por otra, se hacían responsables de asegurar la instrucción política de las mujeres trabajadoras, debido a que hasta entonces habían estado aisladas y la gran mayoría eran analfabetas.

En sus comienzos, el puesto de secretaria estuvo ocupada por Inessa Armand, hasta que en 1920 se murió de cólera. Alexandra Kollontai tomó su relevo, la cual estuvo durante 1920-1922 en el cargo. Durante los siguientes ocho años, hasta que en la época de Stalin se suspendió la actividad del Zhenotdel, fueron Sofia Smidovich, Klavdiia Nikolaeva y Aleksandra Artiujina quienes ostentaron el cargo.

Cada obrero, cada obrera ha de convertirse en un soldado de la revolución, dispuesto a entregar todas sus fuerzas para el triunfo del proletariado y el comunismo.[...] Además, constatando que las viejas formas de la familia y la economía doméstica son un pesado fardo para la obrera y le impiden convertirse en combatiente de la revolución y del comunismo, y que estas formas sólo pueden ser abolidas mediante la creación de nuevas formas de economía, la conferencia considera que la obrera, tomando parte activa en todas las manifestaciones de la nueva organización, debe introducir en ella una atención especial a la creación de nuevas formas de alimentación, de reparto público, gracias a las cuales sea abolida la vieja servidumbre familiar. [6]

Bajo la dirección de esa sección se propusieron diversas medidas, aunque debido al contexto de guerra los bolcheviques se vieron obligados a controlar costes. Entre las inversiones son mencionables aquellas dirigidas a la educación de mujeres de diferentes edades. Entre ellas, y con el objetivo de eliminar la esclavitud domestica de la mujer, tomó gran relevancia la socialización de los cuidados de los niños y niñas. Por eso, desde el principio intentaron que la manutención de los niños fuera pública.

Con el objetivo de eliminar la esclavitud domestica de la mujer, tomó gran relevancia la socialización de los cuidados de los niños y niñas

El Estado tomó la responsabilidad de los niños desde su nacimiento hasta que cumplieran 16-17 años. Las familias recibían los productos del Estado mediante los conocidos como tarjetas infantiles. Asimismo, se organizaron comedores gratuitos en los centros educativos y se les proporcionaban ropa y zapatos [6]. Así, el Estado se había responsabilizado del 80% de los gastos de manutención de los niños en 1920 (siendo años de guerra los costes económicos estaban siendo altos). En cambio, estos eran gratuitos para aquellas familias en estado económico vulnerable y para las familias numerosas [10].

Otra de las líneas de trabajo que desarrollaron fue la de los comedores públicos. Mediante estos, empezaron en los hogares a realizar de forma colectiva toda aquella actividad que previamente habían realizado las mujeres de forma individual, socializando así la responsabilidad de esa carga de trabajo. Esa política fue aceptada en los congresos realizados en Moscú en mayo y noviembre de 1918, y fueron seguidamente puestas en marcha.

Se organizaban de la gestión de esos comedores públicos asambleas locales formadas por mujeres [6].

Como se ha mencionado previamente, los largos años de guerra dejaron a mucha gente huérfana en Rusia. Por eso, la Unión Soviética pensaba que el Estado debía de responsabilizarse de todos aquellos niños. Debido a esto, el Código Familiar aprobado en 1918 tenía en cuenta a los huérfanos de Rusia. A esos niños y niñas se les llamó besprizorniki (en castellano, “abandonados”) y se calcula que llegaron a ser siete millones y medio. Se utilizaron las tierras de los antiguos nobles para construir las viviendas para los besprizornikis.

En relación con ese asunto, se prohibió la adopción. De hecho, el Estado soviético tenía claro que no podía haber ningún niño solo y consideraba a los huérfanos como hijos e hijas del Estado. Era una muestra de que toda la ciudadanía tenía la oportunidad de gozar de los recursos de la sociedad socialista.

En los primeros años, la oferta del Estado fue bastante limitada para esos niños debido al contexto de guerra y crisis. Pero esa oferta fue mejorando durante los años siguientes [11].

Entre las medidas de este caso que mencionaremos por último, hay que reseñar las viviendas-comuna. De hecho, frente al modelo de vivienda basado en la familia tradicional, se desarrolló la propuesta de las viviendas-comuna. Los soviéticos pensaban que en las viviendas alquiladas las unidades familiares vivían aisladas, y para poder desarrollar las relaciones sociales comunistas, se consideró necesario superar ese aislamiento y poner en marcha unas viviendas colectivas. De esa manera, se pusieron las condiciones para socializar las tareas, pues estas viviendas permitían que las tareas domésticas familiares que recaían sobre cada mujer pasaran a ser parte de la responsabilidad colectiva.

Esas viviendas, por una parte, tenían unas unidades de vivienda individuales y, por otra, espacios donde llevar a cabo experiencias de la vida comunitaria. Para ello, las suministraron de lavanderías centrales, escuelas infantiles y comedores para niños, entre otros [12].

Según los datos, para 1920, en Moscú, había más de 9.000 viviendas-comuna, es decir, el 40% de las viviendas seguían el modelo comunitario. Había intención de acrecentar esa cifra, porque la mayoría de los rusos veía ventajosa la vida en común.

Para 1920, en Moscú, había más de 9.000 viviendas-comuna, es decir, el 40% de las viviendas seguían el modelo comunitario

En el ámbito de la vivienda se les hizo una oferta especial a las mujeres: las viviendas maternales. Estaban dirigidas a embarazadas o mujeres que habían sido madres. El objetivo era que las mujeres que vivían allí tuvieran más tranquilidad y menos responsabilidad, y tuvieran una casa en la que no se tuvieran que preocupar por el futuro de sus hijos e hijas.

A pesar de que se dieron muchos avances, cabe mencionar que el contexto de crisis tuvo una influencia notable a la hora de poner en marcha esas nuevas políticas. Al final no fue posible expandir esas medidas a todos los ámbitos de la sociedad [7].

La experiencia china

El comienzo de la Revolución China se puede situar en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, la posición tomada por los comunistas en la ocupación japonesa de China entre los años 1937-1945 trajo a los chinos un gran apoyo social. Las tropas rojas de Mao fueron tomando posiciones y reforzándose: pasaron de ser 80.000 soldados en 1937 a ser en 1945 900.000 soldados y 2.200.000 milicianos [13].

De hecho, una vez vencida Japón, se desmigó la cordialidad entre los partidos de China y se dio comienzo a una guerra civil. El apoyo obtenido por los comunistas en la guerra contra Japón supuso que en 1949 China quedase en manos del Partido Comunista de Mao. Mientras tanto, en el plano internacional comenzó la Guerra Fría y el objetivo del bloque capitalista se centró en detener la expansión del bloque socialista.

Pese a las dificultades, el Partido Comunista de China puso en marcha varias políticas internas basándose en las lecciones de los supuestos errores de la Unión Soviética para implantar el socialismo. Es reseñable la propuesta llevada a cabo en esa dirección con la Gran Revolución Cultural Proletaria [14].

El Partido Comunista de China puso en marcha varias políticas internas basándose en las lecciones de los supuestos errores de la Unión Soviética para implantar el socialismo

En este caso también estuvieron presentes los temas relacionados con la participación política de la mujer trabajadora, así como reflexiones para integrar a la mujer trabajadora a la producción social y sobre el modo de liberarla de la “doble carga”.

Las medidas propuestas en China [15]

Entre las medidas puestas en marcha en China obtuvieron gran importancia la instrucción política y el desarrollo de un nuevo modelo de educación. Sin embargo, no era expresamente dirigida a las mujeres, al contrario, el modelo de educación que se diseñó estaba dirigido a todo habitante de la República Popular China para ofrecer una nueva moral basada en las ideas comunistas. De hecho, aunque prevaleció la revolución comunista, las ideas reaccionarias permanecían bastante arraigadas en gran parte de la sociedad. Por ello, se subrayó la necesidad de, además de hacer la revolución política, desplegarse en el ámbito social para superar las diferencias sociales en todos los ámbitos. Así lo decía un militante comunista de China:

No solamente es que, lo que un hombre puede hacer, también puede hacerlo una mujer; sino que lo que una mujer puede hacer, también puede y debe hacerlo un hombre.

Se subrayó la necesidad de, además de hacer la revolución política, desplegarse en el ámbito social para superar las diferencias sociales en todos los ámbitos

Como ejemplo de los espacios para la educación pública, cabe destacar los Comités de Mujeres de Shawan; en sus comunas populares, participaba el 80% de las mujeres (5.500 mujeres). En un principio esos comités revolucionarios tenían cinco tareas principales:

  1. Estudiar el marxismo, el leninismo y el pensamiento maoísta. Para ello, las mujeres hacían seis sesiones al mes y los hombres otros tantos. Cuando unos tenían la sesión de estudio, los otros se encargaban del cuidado de los niños, y viceversa.
  2. Obtener la capacidad de hacer crítica política respecto a la dirección que tomaba la revolución, para evitar así el revisionismo.
  3. Fomentar la participación política integral de las mujeres.
  4. Hacerles frente a las ideas reaccionarias de tanto las mujeres como los hombres.
  5. Desarrollar y revertir la comprensión de la familia. Es decir, asegurar que el modelo familiar se desarrollara junto con el desarrollo sociopolítico, y reflexionar al respecto.

En lo que se refiere a la cuestión de la vivienda, se crearon cerca de algunos centros de trabajo unas viviendas gratuitas con capacidad para 3-5 familias. Tenían espacios comunes (la cocina o la sala de estar, por ejemplo) y también privados. Construían las viviendas entre los trabajadores del centro de trabajo, utilizando técnicas sencillas y los materiales allí obtenidos de manera gratuita. Esas casas tenían calefacción gratuita.

Construían las viviendas entre los trabajadores del centro de trabajo, utilizando técnicas sencillas y los materiales allí obtenidos de manera gratuita

Al mismo tiempo, como la mujer se estaba convirtiendo en parte de la producción social, se volvió más importante pensar en cómo debía ser el cuidado de los niños. En este sentido, a la vez que las fábricas se desarrollaban, se crearon guarderías.

Tenían claro que la responsabilidad del niño o la niña no tenía que recaer sobre los padres. Al contrario, pensaban que el desarrollo físico, intelectual, moral e ideológico de los menores debía ser una responsabilidad social

Tenían claro que la responsabilidad del niño o la niña no tenía que recaer sobre los padres. Al contrario, pensaban que el desarrollo físico, intelectual, moral e ideológico de los menores debía ser una responsabilidad social. Para eso, se crearon dos tipos de guarderías:

  • Las guarderías de los centros de trabajo

        En estas, se permitía que las madres que estaban dando el pecho acudiesen en cualquier momento; eran lugares donde cuidaban a los bebés de esa edad mediante un servicio gratuito. A esas madres, el tiempo que transcurrían dándole el pecho a sus bebés se les contaba como parte del tiempo de trabajo. Para crear una guardería de este tipo, el comité de mujeres del centro de trabajo primero identificaba la necesidad de una guardería, y, después, construían el espacio entre todos los trabajadores.

  • Las guarderías de las áreas de vivienda

        Los niños allí ya no estaban tomando el pecho y tenían hasta 6 o 7 años. Estas guarderías estaban abiertas las 24 horas del día y cada persona decidía cuándo y para cuánto tiempo llevar al niño (mientras los padres y las madres estaban trabajando, para hacer política, para el ocio…). En lo que se refiere a los costes, una parte la pagaban los padres y la otra los fondos colectivos del barrio. Los padres que tenían la posibilidad tenían la opción de hacer una pequeña aportación económica.

Las guarderías de este segundo tipo eran edificios simples de un solo piso con un gran patio. Estaban divididas en varios espacios para posibilitar el aprendizaje de distintas cuestiones. En general los niños aprendían tareas del día a día. Por ejemplo, era normal que se les enseñara a los niños de 3-4 años a fregar los platos, con el objetivo de normalizar que las tareas domésticas eran responsabilidad de todos los miembros del hogar. En el tiempo restante, trabajaban otras materias, como, por ejemplo, la música, el baile y el deporte.

Esta fase de la educación tenía dos etapas relacionadas entre sí: por una parte, el momento del desarrollo de la autonomía individual (cuando aprendían, entre otros, a comer, a limpiar y a vestirse solos), y, por otra parte, la educación colectiva, para las acciones grupales. Al fin y al cabo, el proceso educativo estaba dirigido a que en un futuro todas las personas aportaran en la producción social en las mismas condiciones.

En el caso de China, generalmente, se esforzaron en ofrecer a la ciudadanía servicios gratuitos diversos. Ejemplo de ello son los que se mencionarán seguidamente.

Para empezar, en la época de la Gran Revolución Cultural Proletaria se crearon comedores populares, tanto para comer allí como para llevarse la comida. Estos eran gestionados por el personal de cocina, los consumidores y los demás responsables de los servicios colectivos de las ciudades. También se generalizó como costumbre la organización de turnos para preparar las comidas entre las familias del mismo bloque de viviendas. 

Asimismo, dado que el mantenimiento de la ropa requería de una cantidad de tiempo relativamente grande, crearon talleres para remendar o lavar la ropa. Dejaban ahí la ropa y muchas veces se la entregaban de vuelta ese mismo día. Este tipo de servicios tenían precios muy asequibles.

Para finalizar, también se ampliaron mucho los servicios médicos. Había personas con conocimientos del ámbito de la medicina en los barrios, los centros de trabajo, los espacios de ocio… Así, cualquiera que tuviese un problema “común” de salud podía ser atendido allí mismo, sin necesidad de moverse de sitio. Además de hacerles frente a los problemas comunes, ese personal médico trabajaba localmente para la prevención de enfermedades. En el espíritu de ese servicio estaba el cuidado mutuo de todos los individuos de la sociedad, es decir, la voluntad de expresar que nadie se encontraba solo frente a los problemas.

POR CONSIGUIENTE, ¿SE LIBERÓ LA MUJER DE LAS CADENAS QUE LA ATABAN?

Como hemos visto, en esas dos experiencias, a pesar de que cada cual se esforzó de una manera diferente, tuvieron presente desde el inicio de la toma de poder la importancia de liberar a la mujer de las tareas domésticas y de educar a todas las personas en igualdad de condiciones. El objetivo era que en la producción social todos los individuos hicieran una aportación pareja según las capacidades de cada cual. Además, tenían claro que era un gran reto. De hecho, tanto en la sociedad como en las propias filas del Partido todavía estaban muy enraizadas algunas ideas reaccionarias, y hacerles frente exigía un gran trabajo.

Hubo varios intentos en diferentes ámbitos y está claro que los dos partidos le dieron gran importancia al ámbito del trabajo de cuidados, es decir, que no dejaron en un segundo plano la tarea de repensar los trabajos de cuidados.

Sin embargo, a la hora de hacer una valoración de las medidas implantadas, no podemos hablar de un éxito rotundo. De hecho, a pesar de que se impulsara la colectivización el trabajo de cuidados, y los trabajos que hasta entonces hacían las mujeres de manera aislada cobraron un carácter colectivo y social, las mujeres siguieron realizando la mayoría de esos trabajos.

Estas dos experiencias no cerraron los ojos ante el problema vigente; sabían bien que no se había solucionado la doble carga de las mujeres en su totalidad. Pero sabían, a su vez, que la mera toma de poder no iba a transformar de un día para otro unas conductas tan arraigadas en la sociedad. Al contrario, en esas dos experiencias faltó dar pasos en la transformación social más allá de tomar el poder político, para que ejecutase por completo la revolución comunista.

Es debido a eso que les corresponde a los nuevos movimientos socialistas aprender de las experiencias pasadas y avanzar hacia un nuevo futuro. El poder debe ser tomado más allá del ámbito político, hay que dar pasos también en la correlación de fuerzas del ámbito económico y social para posibilitar una transformación social completa. Solo así será posible liberar para siempre a la mujer trabajadora de las cadenas que la atan y construir una sociedad libre.

El poder debe ser tomado más allá del ámbito político para posibilitar una transformación social completa

BIBLIOGRAFÍA

[1] Frencia, C. & Gaido, D. (2016). El marxismo y la liberación de las mujeres trabajadoras: de la Internacional de Mujeres Socialistas a la Revolución Rusa. Ariadna Universitaria

[2] Nota: para trabajar en profundidad los debates de los congresos internacionales de mujeres trabajadoras ver el Arteka (#15) de marzo de 2021:  https://gedar.eus/es/arteka/emakume-komunisten-mugimendu-internazionala-esperientzia-baten-argi-ilunak

[3] Le Congrès marxiste de 1889 (1976). Les Congrès internationaux ouvriers socialistes de Paris, juillet 1889. Minkoff Reprint

[4] Fundación Federico Engels (2010).La Internacional Comunista. Tesis, manifiestos y resoluciones de los cuatro primeros congresos (1919-1922). Fundación Federico Engels

[5] Taber, M. & Dyakonova, D. (2022). The Communist Women’s Movement, 1920-22. Proceedings, Resolutions, and Reports. Brill

[6] Armand, I. (1920). La obrera en la Rusia soviética. Bulletin Communiste. (El texto original fue firmado por Helène Blonina, su nombre original)

[7] Toledo, C. (2006). El marxismo y el problema de la emancipación de la mujer. Marxist Internet Archive

[8] Mawdsley, E. (2017). Blancos contra rojos. La Guerra Civil rusa. Desperta Ferro

[9] Hobsbawm, E. (2019). Historia del siglo XX. Crítica

[10] Andropov, Y. (2017). Jardines de infancia, guarderías, artek: logros sociales en la URSS. Organo del Comite Central del Partido Comunista de los Pueblos de España

[11] International Communist League (2006). La revolución Rusa y la emancipación de la mujer: Mujer y Revolución. Spartacist (59)

[12] Kollontai, A. (1921). La mujer en el desarrollo social. Lluita Comunista Biblioteca

[13] Bianco, L. (1971). Origins of the Chinese revolution, 1915-1949. Stanford University Press

[14] Para profundizar en el tema ver el Arteka número 38, de abril de 2023. García, M. (2023). Sobre la Gran Revolución Cultural Proletaria

[15] Nota: para profundizar en la experiencia de China ver: Broyelle, C. (2021). La mitad del cielo. Ediciones Dos Cuadrados

NO HAY COMENTARIOS