Aitor Gurrutxaga
2025/09/04

El Partido Socialista Obrero Español organizó su primer congreso en el año 1888. Tuvo lugar en Barcelona, y participaron un total de 60 personas, concretamente, las portavocías de 20 asambleas. En aquel congreso se acordaron el programa de mínimos y máximos, las relaciones con otros agentes políticos y la organización interna, entre otras cuestiones.

Alderdi Sozialista defendatu zuten Europako sozialdemokratek, bera izan zitekeelako erregimen frankistatik demokraziarako trantsizioa modu baketsu, ezkertiar, demokrata eta erreformistan bideratu zezakeena

Los principios políticos fundamentales acordados fueron la toma del poder por parte de la clase trabajadora, la conversión de la propiedad individual en propiedad común y la sustitución del Estado capitalista por la comunidad de trabajadores como organización social. En definitiva, se caracterizó como un partido que perseguía la libertad plena de la clase trabajadora, es decir, su objetivo era la sociedad sin clases.

En los próximos años, las alianzas creadas con partidos y organizaciones políticas republicanas y los escaños obtenidos en el Parlamento en 1910 otorgaron al Partido Socialista la capacidad de incidir en la sociedad. Además, esta capacidad aumentó gracias a la creación del sindicato UGT y su vínculo orgánico con el partido.

En 1931 consiguió 131 diputados, convirtiéndose en el partido republicano con mayor fuerza. El franquismo, sin embargo, coartó su expansión e influencia al ilegalizar el partido, al igual que hizo con el resto de partidos, lo que empujó a muchos de sus líderes al exilio.

El partido de izquierda más fuerte durante la época franquista fue el Partido Comunista de España (PCE), gracias a su amplia y sólida red militante. El Partido Socialista, en cambio, pasó por momentos críticos durante largos años, debido al exilio de su dirección (sobre todo en Francia y en México) y a sus divisiones internas.

El Partido Socialista se reestructuró durante los últimos años del franquismo. En este sentido, el Congreso de Suresnes (Francia) de 1974 fue imprescindible. Como la vieja dirección se encontraba en el exilio, una nueva generación tomó su relevo, entre la que se encontraban Felipe González, Alonso Guerra y José María Benegas. Junto con esto, comenzaron a trabajar en ciertos cambios estratégicos que durante los próximos años serían aceptados unánimemente.

El mencionado congreso es conocido porque contó con el apoyo de diferentes partidos de fuera del Estado español, y no solo apoyo estratégico, sino también financiero, de infraestructuras y cuadros políticos. Principalmente, fueron el SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) y el PS (Partido Socialista francés) los que ayudaron a reestructurar el Partido Socialista Obrero Español, pese a que el Partido Comunista de España fuera en aquel momento el agente con más fuerza de la oposición al franquismo.

Debe tenerse en cuenta que en el contexto de la época la socialdemocracia contaba con un proyecto y un recorrido propios, y que en muchas ocasiones entraba en conflictos con los comunistas. Por esta razón, y debido a la desconfianza que les causaba el discurso demasiado radical del PCE se decantaron por el PSOE a la hora de elegir aliado. Defendieron el Partido Socialista porque este podía ser quien encauzara la transición del régimen franquista a la democracia de forma pacífica, izquierdista, demócrata y reformista.  

PSOEk alde batera utzi zituen estatuarekiko ikuspegi marxista eta iraultza politikoaren ideia. Hori dela eta, kapitalismoa ontzat eman eta hura erreformatzeko saiakerari heldu zion, eta, beraz, Espainiako Estatua gobernatu ahal izateko hautagaia bihurtu zen

En los próximos años, debido a la muerte del dictador Franco, varios partidos fueron legalizados, entre ellos el Partido Socialista. Valiéndose del cambio de contexto en el Estado español, celebraron su 28º congreso en Madrid.

Dicho congreso tuvo lugar en 1979 y, continuando la línea del Congreso de Suresnes, dio lugar a todo tipo de cambios en el partido. Entre otras cosas, decidieron dejar fuera de su programa el marxismo como doctrina política. Felipe González, quien había ejercido en los últimos cinco años como secretario general, propuso abandonar el marxismo, aunque oficialmente este constituyera la base política del partido. Para él, era necesario modernizarse, y las viejas doctrinas no valían para los contextos del momento. El resultado fue el siguiente: la mayoría de los delegados votó en contra, González dimitió y se organizó un congreso extraordinario para abordar la cuestión.  

El congreso extraordinario se celebró unos meses más tarde, donde la propuesta de González, a quien volvieron a nombrar secretario general, fue aprobada por mayoría. A partir de ese momento, el Partido Socialista Obrero Español se describió como el partido socialista democrático de los trabajadores, que lucha por la libertad, la igualdad y la solidaridad.

Espainiako Langile Alderdi Sozialista, haustura-alderdi izatetik urrun, frankismoaren ondare politiko eta ekonomikoa mantentzeko pieza izan zen. Diskurtso progresista eduki bazuen ere, ez zuen inolaz ere auzitan jarri ez monarkia, ez botere judiziala eta ezta frankismotik herentzian jasotako estatua ere

Así las cosas, siguiendo la línea de la socialdemocracia europea, el PSOE se reestructuró rechazando sus bases políticas originales, y consensuó otros principios que se podrían resumir en dejar de lado la perspectiva marxista sobre el Estado y la idea de la revolución política. Así, aceptó el capitalismo y se dispuso a intentar reformarlo, convirtiéndose en candidato para gobernar el Estado español.  

Adolfo Suárez ganó las dos primeras elecciones tras el final del franquismo. Principalmente, fue él quien diseñó los años siguientes a la muerte de Franco. Fue capaz de hacer posible la transición mediante el manejo de los tiempos y la búsqueda del consenso. Junto con esto, logró que en ese proceso existiera representación tanto de la izquierda como de la derecha, con la intención de dar estabilidad a la nueva situación española. Allí se encontraba el PSOE, en el ala izquierda del plan diseñado por Suárez.

En 1982 Felipe González obtuvo la mayoría absoluta, fecha conocida como “año del cambio” del Estado español, ya que aquel año el Partido Socialista relegó las dos legislaturas de la UCD (Unión de Centro Democrático) y empezó a dibujar el camino desde franquismo hacia la democracia.

Aquellos fueron caracterizados por las reformas, tanto las sociales y económicas como las del ámbito educativo. Las más importantes fueron la fundación del Sistema Nacional de Salud (SNS) español, la Ley Orgánica del Derecho a la Educación y la iniciativa para impulsar el empleo juvenil.

Por si fuera poco, España se convirtió en miembro de la Comunidad Económica Europea, parte de aquello que hoy conocemos como la Unión Europea. El referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN también tuvo lugar durante la primera legislatura de González. En 1982, UCD había aceptado la entrada en la OTAN, y el PSOE había mantenido una postura contraria; en cambio, en la legislatura de González, el partido abandonó esta idea y, pese a celebrar el referéndum, defendió la permanencia desde el principio.

Aunque pudiera pensarse lo contrario, todas esas reformas y cambios no conllevaron ningún tipo de ruptura estructural con respecto al franquismo, pues el Partido Socialista no realizó ningún intento por transformar el poder económico de la época. Muestra de ello son el mantenimiento o fortalecimiento de las relaciones con las empresas y empresarios provenientes del franquismo, la privatización de empresas públicas o la existencia de docenas de puertas giratorias.   

Por lo tanto, el Partido Socialista Obrero Español, lejos de ser un partido de ruptura, fue una pieza para el mantenimiento del legado político y económico del franquismo. Pese a tener un discurso progresista, no puso en cuestión ni la monarquía, ni el poder judicial, ni el Estado heredado del franquismo. En definitiva, abandonó sus principios políticos originales, y se consolidó como el partido del poder y la estabilidad.

De público a privado

Con el paso de los años, estrechó sus lazos con la oligarquía y comenzó a actuar a su favor. Véase cuántas empresas públicas privatizó, cuántas puertas giratorias generó y cuántos casos de corrupción han salido a la luz durante su breve historia.   

Urteak pasatu ahala, ikusten da PSOEk gauzatutako pribatizazioek enpresa eta enpresarien poltsikoak bete zituztela, eta zutena baino indar gehiago lortu zutela enpresa batzuek

Entre el año 1985 y el 1991 privatizó alrededor de 20 empresas públicas, tales como Seat, Seconisa y Ateinsa, entre otras. El objetivo era su internalización y la retirada de la tutela del Estado, pero el plan no salió tan bien como se esperaba. De hecho, muchas no consiguieron internacionalizarse, y muchas otras, incluso tras su privatización, siguieron siendo subvencionadas por el Estado, entre ellas la Seat.

En la misma línea, el Estado gastó alrededor de 350.000 millones de pesetas en sanear la Seat, y, después, la vendió a la multinacional Volkswagen, quien pudo hacerse con una empresa a precio bajo y sin deudas, que contaba además con capacidad productiva y acceso a los mercados españoles y europeos.

A diferencia de los años previos, entre 1992 y 1995 privatizó algunas empresas públicas consideradas rentables. Aquella vez fueron unas 30 empresas, entre ellas Telefónica, Endesa y Repsol. Todas las empresas fueron privatizadas con la pretensión de reducir el déficit público del Estado y obtener una ganancia económica, pero eso tampoco salió como se esperaba. Los beneficios fueron extraordinarios, no estructurales, y el Estado no consiguió reducir el déficit.

Las empresas públicas mencionadas presentan ciertas características en común. Las tres fueron privatizadas poco a poco, pues se vendieron por partes en la bolsa. Cabe mencionar que resultaban rentables para el Estado, pese a lo cual se privatizaron.

Dichas privatizaciones tuvieron como consecuencia que la propiedad de las empresas quedara en manos de un número o sector de empresarios más pequeño, que varios sectores estratégicos del Estado español se transfirieran a manos de los empresarios, y que quienes lograron beneficios fueran empresarios españoles o extranjeros.

Todo esto no se vendió como un plan de privatización, sino como un plan para popularizar el capitalismo (al convertir a la ciudadanía en accionistas de empresas) y para aumentar las ganancias del Estado. Con el transcurso de los años, pudo constatarse cómo las privatizaciones llenaron los bolsillos de las empresas y de los empresarios, y que algunas empresas lograron más poder del que tenían previamente.  Además, el Partido Socialista abrió la puerta a que, en los próximos años, el Partido Popular privatizara empresas públicas a voluntad.

Sin embargo, todo aquello no fue tan beneficioso para el proletariado como lo fue para los empresarios. Las privatizaciones de empresas implicaron grandes cambios para sus trabajadores, fuera por cierre o por despidos. Además de eso, algunas de las necesidades básicas de los trabajadores pasaron a depender de los grandes empresarios, en mayor medida que cuando dichos servicios eran provistos por empresas, ya que las empresas privadas podían cambiarlo todo a su antojo; por ejemplo, el precio de un automóvil o la factura mensual de la luz.

Las puertas giratorias

Las privatizaciones no sirvieron solo para saciar la codicia de los empresarios, pues el Partido Socialista también obtuvo grandes beneficios de ellas, ya que el haber dado el visto bueno a las privatizaciones, consolidó sus relaciones con los empresarios, lo que dio pie a incorporar a políticos en las empresas privadas.

Aunque las puertas giratorias hayan sido comunes en el modelo de gobernanza del Estado español, el PSOE ha sido el partido con más casos públicos, superando al Partido Popular. En la época del Gobierno de Felipe González fueron alrededor de 60 personas; con Zapatero, unas 55, y, con Pedro Sánchez, alrededor de 10. Es cierto que no es posible saber con exactitud cuántos cargos han acabado en empresas privadas, ya que ha habido muchos cambios, pero los datos son útiles para hacerse una idea.

Espainiako Estatuko gobernantza-ereduan ate birakariak ohikoak izan badira ere, PSOE izan da kasu publiko gehien eduki dituena, Alderdi Popularra baino gehiago

Muchos políticos han acabado en empresas energéticas o tecnológicas y en bancos, principalmente; por ejemplo, en Endesa, Barclays o Telefónica. A fin de comprender la importancia de esta cuestión, es preciso analizar el caso de Felipe González, pues fue él quien impulsó más privatizaciones de empresas públicas y, tras dejar el cargo político, trabajó como alto cargo de Gas Natural.

Otros cargos importantes siguieron también el mismo camino. Narcís Serra, quien fuera vicepresidente y ministro de Defensa, terminó como presidente de Caixa Catalunya y consejero de Gas Natural. Pedro Solves Mirá, exministro de Hacienda y Economía tanto con González como con Zapatero, fue consejero de las empresas Enel y Barclays. Javier Solana Madariaga, exsecretario general de la Unión Europea, acabó como asesor de CaixaBank y Enel, y como miembro del Consejo Internacional de Acciona.

Reforzar el partido a través de la corrupción

Más allá de las trayectorias laborales de los políticos profesionales, el Partido Socialista ha albergado múltiples casos de corrupción; entre otros, algunos vinculados con la financiación irregular, la desviación de partidas dinerarias y las comisiones ilegales.

El “caso Filesa” fue especialmente sonado sobre todo porque hubo unas 50 personas del PSOE imputadas, entre ellas José María Sala y Carlos Navarro, cargos importantes del Partido Socialista de Cataluña (PSC). En el año 1989, tres empresas, Filesa, Malesa y Time-Export, trataron de crear una trama, tras lo cual desviaron 1.200 millones de pesetas al partido. Fue la primera financiación ilegal que salió a la luz en España, y tuvo gran impacto en el resto de los partidos.

El caso “Ibercorp”, en cambio, fue un caso de tráfico de influencias que tuvo lugar tres años más tarde en el que se vio envuelto el Banco de España. En ese caso, Miguel Boyer, el entonces ministro de Economía, compartió información con Mario Rubio –alto cargo del Banco de España–. Aprovechando su relación y la información con la que contaban, incrementaron sus acciones en bolsa, para multiplicar sus ganancias. En total, robaron 7.100 millones de pesetas.

PSOE ezin daiteke ulertu kapitalismotik kanpo, ezin daiteke ulertu haustura-alderdi gisa eta ezta 78ko erregimenik gabe ere. PSOE, nolabait ulertu behar badugu oligarkiarekin harremanean, burgesiaren ordenan eta kapitalismoan ulertu behar dugu

El caso de los expedientes de regulación de empleo (ERE) de Andalucía también fue sonado, pues la Junta de Andalucía destinó dinero público a las empresas que no pudieran pagar los despidos y las prejubilaciones. De todos modos, incluso personas que no tenían nada que ver con amigos, intermediarios o empresas también se lucraron. Entre ellos se encuentran Manuel Chaves y José Antonio Griñán, ambos presidentes de la Junta de Andalucía y del PSOE. Cometieron un fraude valorado en 1.200 millones de euros, aproximadamente.

La participación pública

Tras leer esto, podría pensarse que las relaciones entre el PSOE y la oligarquía se limitaban al ámbito de la ilegalidad; sin embargo, durante largos años, unos han participado en los eventos y foros de los otros.

Ejemplo de ello es la participación, en 1988, del ministro de Economía de la época en el Foro Internacional de Economía de Davos, participación que se ha mantenido en años sucesivos; por ejemplo, en el último foro, celebrado en enero de 2025, Pedro Sánchez tomó la palabra.

Por si esto fuera poco, el Partido Socialista también ha participado en foros más modestos; entre otros, participó en la Conferencia de Empresarios en la década de los 90, que sirvió para consolidar la relación con los empresarios; en el año 2000, José Luis Rodríguez Zapatero estuvo en el Forum Europa; y en 2025 el partido tomó parte en el foro CREO fundado por la empresa multinacional PRISA.

Sin tergiversaciones

Lo que demuestran el desarrollo del partido y todos esos casos es lo siguiente: el PSOE y la oligarquía, tanto la española como la internacional, han mantenido una relación directa y estrecha. El esfuerzo realizado por ambas partes durante largos años para reforzarse mutuamente ha sido enorme. Por lo tanto, hoy en día no existe aquel partido que, al menos en origen, se oponía al capitalismo, pues él es uno de los mayores apoyos que el capitalismo encuentra en el Estado español.

Asimismo, ha preferido rechazar sus principios políticos originales y perpetuar el capitalismo, pues ha pasado de reivindicar una sociedad sin clases y la libertad de la clase trabajadora a apoyar un capitalismo menos malo. Es más, extendió la idea de que el camino del franquismo a la democracia podía ser progresista sin cortar en absoluto con la herencia política y social franquista.

Por eso, el PSOE es el partido del régimen del 78: el de la monarquía, la oligarquía y la corrupción. Adolfo Suárez acertó de lleno al darle una imagen de pluralidad a la democracia (con partidos de izquierda y de derecha), y al mantener, gracias a eso, el capitalismo en el Estado español.

Además, el partido ha sido capaz de neutralizar los conflictos políticos que pudiera haber en el Estado español, y de atraer a todo aquel que pudiera situarse a su izquierda. Así lo ha demostrado durante largos años, desde la Transición –cuando dejó fuera de juego al PCE– hasta el proceso independentista de Cataluña –donde ha conseguido amansar al independentismo a través de la ley–.

Por esa razón, el PSOE no puede entenderse fuera del capitalismo, ni tampoco como partido de ruptura o sin régimen del 78. Si debemos entenderlo de alguna manera, es en relación con la oligarquía, dentro el orden burgués y del capitalismo.

Bibliografia

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