2024/07/04

La beasaindarra (Gipuzkoa) Irati Zubizarreta es una deportista sobresaliente en carreras de montaña. Ha ganado cinco veces el campeonato del Estado español en categoría juvenil, y ha conseguido dos medallas de oro y una de bronce en el campeonato mundial. Hemos hablado con ella sobre el deporte profesional, las empresas patrocinadoras, el deporte y el deporte de élite, los macroeventos deportivos, las funciones del deporte, y los valores y el potencial que puede tener el deporte, entre otras cuestiones.

Empecemos hablando de ti. ¿Cuándo y por qué empezaste en este deporte?

Irati: Empecé en las carreras de montaña en 2016. Anteriormente había estado haciendo atletismo, pero tenía una intuición o me di cuenta de que el atletismo está muy centrado en las marcas, en el rendimiento, en el cronómetro, y me cansé un poco de eso. En la montaña encontré una forma más sana de hacer deporte, o al menos un deporte en el que disfrutaba más de los entrenamientos diarios. Además, me di cuenta de que, según me iba gustando más, se me iba haciendo más fácil, y decidí saltar de un deporte a otro.

En esa trayectoria has tenido que relacionarte con diferentes empresas, marcas y patrocinadores. ¿Cómo ha influido eso en ti?

He estado en contacto con diferentes marcas y patrocinadores que me han permitido acceder a productos deportivos, viajar y tener algunas oportunidades individuales. Pero es cierto que, a cambio, he tenido que aceptar que se utilice mi imagen o que se explote mi imagen en torno a una falsa ilusión: esa falsa libertad que se atribuye al deporte.

Cuando estás inmersa en esa competencia y alentada por las redes sociales, se puede potenciar un gran individualismo y una falsa imagen de que eres libre que se transmite a menudo con las actividades ligadas a la montaña. En esa situación, es probable que una busque su libertad en esa actividad, y no cambiando el estado real de una misma.

En ese sentido, he encontrado una contradicción dentro de mí. Yo siempre he disfrutado del deporte y creo que el deporte, trabajado de una manera adecuada, puede aportar a diferentes procesos. Puede fomentar la solidaridad entre las personas, puede crear una relación con la naturaleza, educar a la persona en ese aspecto, e incluso puede estimular la propia salud. Pero tal y como se desarrolla en el modelo de sociedad que tenemos hoy en día, precisamente favorece la competitividad; el individualismo, la tendencia a la huida... Y yo, como figura publicitaria de ese deporte, he puesto mi granito de arena en impulsar todo eso.

Esa es la contradicción que he sentido muchas veces dentro de mí. Porque la relación con una marca implica necesariamente tener que dar esa imagen. De alguna manera estás limitada; tu opinión propia y tu postura política están limitadas.

¿Qué peso tienen estas empresas en el deporte de alto nivel? Es decir, si una deportista quiere ir más allá del deporte informal del día a día, ¿tiene alguna posibilidad de escapar de las garras de estas empresas?

Para llegar a la profesionalidad, hoy por hoy es casi obligatorio asociarte a una marca. Las becas actuales, al menos en los campos que yo conozco, son muy escasas y casi todos los atletas tienen algún patrocinio. Los deportistas perciben su salario de diferentes formas, ya sea como salario directo, en material, viajes pagados o bonus. Este último depende del rendimiento de cada una, es decir, al obtener un determinado resultado recibes el bonus en cuestión. Eso somete al deportista a su productividad.

Entonces, es casi obligatorio o al menos el camino que se marca es someterse a un patrocinio. Esto implica que un deportista no sólo debe ser de alto rendimiento: también debe ser un buen agente publicitario. No es tan importante el éxito que consigues, sino el foco que le pones a ese éxito. Tienes que vender tus resultados, te conviertes en una asalariada que crea espectáculo, en una extensión de una marca. Ese es tu valor de uso, y dejas de lado tu identidad.

Tienes que vender tus resultados, te conviertes en una asalariada que crea espectáculo, en una extensión de una marca. Ese es tu valor de uso

Se puede decir que estos elementos a los que nos estamos refiriendo guardan relación con la forma de entender el deporte que existe hoy en día o, lo que es lo mismo, con las características que tiene el deporte en la actualidad y su lugar en esta sociedad. ¿Qué función cumple el deporte en la actualidad? Y en concreto, ¿qué función cumple el deporte de élite?

La forma que hoy adopta el deporte, como digo, dista mucho de ser un modelo deportivo basado en la solidaridad. Incluso dudaría de ese paradigma que muchas veces se plantea: muchos dicen que el deporte tiene unos valores propios, como el saber jugar en equipo. Pero yo creo que eso es mentira, porque hoy en día el deporte está orientado a la competición. Desde la infancia, nos educan para conseguir el rendimiento; y eso, lejos de poner las condiciones para el desarrollo de un asociacionismo, o al menos de desarrollar unas relaciones sanas y una cooperación dentro de la clase trabajadora, fomenta una atomización, un individualismo y un egoísmo enormes. 

Esto tiene dos consecuencias para la clase obrera. Por un lado, se refuerza la tendencia a la huida. Como cualquier otra forma de socialización, el deporte cumple esta función: incide en la reproducción de la fuerza de trabajo para que, después, acudamos animosamente a nuestro puesto de trabajo. Pero es que el deporte, hoy en día, cobra mucho peso en ello. Más aún la montaña, que provoca un falso espejismo de ser libres; como la montaña está asociada a un desplazamiento físico de la civilización, se tiende a romantizarla. Y todo ello ocurre mientras la destrucción de las montañas viene de la mano del mismo sistema.

Pero, por otro lado, la clase trabajadora se está obsesionando con el deporte. Y también con el propio cuerpo. Está surgiendo una adicción al mercado que ofrece productos punteros, las mejores zapatillas y la mejor alimentación. Y está surgiendo una obsesión en torno a todo esto al mismo tiempo que cada cual se va sumiendo cada vez más en su ego.

La clase trabajadora se está obsesionando con el deporte. Y también con el propio cuerpo. Está surgiendo una adicción al mercado que ofrece productos punteros, las mejores zapatillas y la mejor alimentación

Todo ello cumple varias funciones. En primer lugar, el alejamiento respecto a la realidad y la despolitización, en dos sentidos. Por un lado, está el alejamiento que supone la propia práctica del deporte, por ejemplo, porque el mero hecho de ir al monte permite huir de la propia situación personal y laboral. Pero, por otro lado, digo alejamiento o desconexión porque el deporte también implica un espectáculo, y al consumir el espectáculo deportivo, una se aleja de la realidad. Cumple también, por tanto, esa función de “opio del pueblo”.

En segundo lugar, el deporte canaliza las frustraciones de la clase trabajadora. Esto se ve muy claro, por ejemplo, en el caso del fútbol. Cuando falla, se le echa toda la culpa a cierto jugador, y lo que es frustración acumulada en el día a día se libera en la grada.

El modelo deportivo actual es también una supresión de la forma lúdica desarrollada por la clase obrera. El deporte es la regularización de una serie de juegos que estaban integrados en la vida cotidiana de la clase obrera, que, como consecuencia de esta regularización, fueron subsumidos por el Capital. Se crearon federaciones y asociaciones y la clase trabajadora perdió ese mínimo control que tenía sobre su socialización.

Además, en el deporte también se produce una naturalización de las diferencias sociales. A medida que el rendimiento se coloca en un primer plano y el espectáculo se impone, se valora mejor socialmente a aquellos que son capaces de ofrecer el mayor espectáculo. En este sentido, se naturaliza, por ejemplo, la falta de prestigio de muchos deportes femeninos debido a una menor musculatura física, o la falta de prestigio de los resultados de las personas con diversidad funcional. Y eso salta a un nivel social, porque se naturaliza un menosprecio en la sociedad.

 En relación con lo anterior, ello supone una discriminación. El hecho de que el deporte esté orientado a este rendimiento lo convierte en un elemento discriminatorio desde la infancia. Esto se ve claramente en las pruebas de acceso que los niños y niñas tienen que realizar desde pequeños para practicar diversos deportes. Quienes no superan las pruebas no pueden jugar y son expulsados. El reflejo de esa expulsión no se limita al deporte, sino que afecta también socialmente, al estatus social, etc. Entonces, si echamos un vistazo de verdad, nos daremos cuenta de que el deporte está organizado como una esfera en la que sólo puede participar una élite. No está organizada de forma democrática o inclusiva, está reservada exclusivamente para algunas personas. A esto se añade, además, la exclusión de clases, ya que el proletariado no tiene acceso a las instalaciones ni a la tecnología punteras.

El deporte está organizado como una esfera en la que sólo puede participar una élite. No está organizada de forma democrática o inclusiva, está reservada exclusivamente para algunas personas

Y, por último, el fortalecimiento del patriotismo también es muy claro para mí en el deporte. Los aparatos de estado utilizan a sus deportistas de élite para afianzar el patriotismo y escenificar “lo bien que va su estado”.

Sí, eso se ve con la Eurocopa. Cuando una selección gana, de golpe, parece que la gente olvida todos los males y problemas que nos rodean. 

Eso es. Ahora eso se verá también en los Juegos Olímpicos. Volverá a competir la selección española, y eso se utiliza claramente para reforzar un sentimiento nacional español. Pero cuando estamos aplaudiendo ese sentimiento nacional, indirectamente estamos aplaudiendo el status quo.

También es interesante profundizar en la figura del deportista de élite. Hemos hablado antes de que, de una forma u otra, ser protagonista de una marca le asigna al deportista una función publicitaria, pero también podríamos hablar de ídolos y de referencias concretas en la sociedad.

A nivel social, el deporte se ve principalmente en su forma amateur. Pero deben existir, de alguna manera, modelos a seguir. Es decir, justamente, esos modelos que garantizarán la reproducción de ciertos valores, totalmente capitalistas: el mérito, el sacrificio, la productividad, la maximización del rendimiento... Al fin y al cabo, la función de los deportistas de élite es esa: hegemonizar o naturalizar este sistema de valores dentro de la clase trabajadora, así como la idea de que el deporte debe ser de esa forma concreta.

En este sentido, creo que la función principal de los deportistas de élite, y que yo he sentido como principal contradicción, es la función despolitizadora. ¿Por qué? Porque los deportistas de élite suelen ser figuras sin ninguna opinión política. Entrenan 24 horas, sin apenas tiempo para pensar, inmersos en su individualidad; en su día a día, en su alimentación, en su entrenamiento, en su descanso, en sus psicólogos, en sus fisioterapeutas, en las mejores instalaciones, etc. Todo se mueve en torno a eso. Y digo que eso es despolitizador porque se normaliza un modelo de vida individualista como ese.

Este individualismo frustra todo interés colectivo. Si los miembros de la clase obrera estamos obsesionados con nuestro cuerpo, nuestros entrenamientos, etc., obviamente no dedicaremos tiempo a un interés colectivo que supere esa individualidad o ese ego. Y esa es una de las principales funciones que cumple el deporte en la actualidad: provoca una atomización enorme.

Si los miembros de la clase obrera estamos obsesionados con nuestro cuerpo, nuestros entrenamientos, etc., obviamente no dedicaremos tiempo a un interés colectivo que supere esa individualidad o ese ego

Por otro lado, el deportista de élite también refuerza la idea de meritocracia. Se extiende la falsa ilusión de que todas actuamos en igualdad de condiciones; da igual ser de Sudamérica o de Noruega, aunque esto no es en absoluto así. Para llegar a ser deportista de élite hay que reunir unas condiciones concretas; económicas, familiares, sociales... alinearse tienen que alinear mil variables para llegar a ese máximo nivel en el deporte pero, en ese sentido, intentan representar una falsa igualdad de oportunidades.

Para mí siempre ha sido muy significativo lo que pasa en los campeonatos del mundo, o al menos en los que yo he participado. Aunque, desde luego, no se puede comparar con lo que ocurre en el mundial de atletismo; el mío es una disciplina mucho más minoritaria. Pero, por ejemplo, en muchas carreras de montaña, no existe ninguna selección mexicana, o quizá sólo participa un único atleta, después de haber pagado todo de su bolsillo. Entonces, ¿hasta qué punto se puede hablar de igualdad de oportunidades, si para tantas personas es imposible participar en los campeonatos? El proletariado que vive en la periferia, por ejemplo, no tiene igualdad de oportunidades real para llegar a la élite.

Así pues, podemos decir que, para que la máquina siga constantemente funcionando, más allá de alcanzar un determinado nivel de rendimiento, también influyen la manera en la que se llega a ese nivel y que una deportista se autopromocione de una manera concreta. Ya hemos hablado sobre las funciones del deporte en general y más específicamente del deporte de élite, pero sería interesante abordar esta otra pregunta: ¿cómo aparecen las trampas tan habituales en el mundo deportivo (escándalos como el dopaje), y cómo las entiendes tú?

Estas trampas son una consecuencia directa y lógica de lo ya mencionado. Si el espectáculo deportivo se basa en la maximización constante del rendimiento, es decir, si el espectáculo debe continuar sin cesar, el rendimiento también debe aumentar cada vez más; no puede interrumpir ese círculo vicioso. Siendo esto así, estas marcas se vuelven imposibles a partir de un determinado punto, simplemente desde un punto de vista natural, por los propios límites del ser humano; el crecimiento constante se vuelve imposible.

Por lo tanto, hay tres maneras de mejorar estas marcas. La primera es la mejora del entrenamiento y la nutrición mediante la ciencia. La segunda sería el perfeccionamiento de los productos que se utilizan, como por ejemplo las placas de carbono en las zapatillas, que antes estaban prohibidas. Y la tercera sería el dopaje.

Hay una infinidad de productos en el limbo de la legalidad y médicos especializados en todas partes. Esto no es casualidad. El dopaje es imprescindible para este modelo deportivo; sin él, el espectáculo se moriría. 

El dopaje es imprescindible para este modelo deportivo; sin él, el espectáculo se moriría

La cuestión no es simplemente estar en lo más alto, sino más bien mejorar ese nivel año tras año y romper los récords para que todo siga funcionando.

Así es; si no es así, se cae todo. Todo se reduce a lo mismo todo el tiempo: espectáculo y más espectáculo. Además, aquí hay otro elemento interesante. Parece que en esas trampas siempre se pilla a atletas de Etiopía y Kenia, es decir, atletas provenientes de territorios que no han construido un aparato sólido. Los y las atletas de la periferia siempre están más expuestos. Esto profundiza en el racismo del mundo deportivo: de cara a fuera, parece que solo se dopan las personas africanas. Sin embargo, para ellas, en muchos casos, el deporte de élite es un ticket de salvamento, una cuestión de supervivencia.

Vamos identificando cómo se inserta el deporte en este modelo de sociedad, y que se trata de un ámbito con mucha corrupción. Antes has mencionado que al deporte se le atribuye un sistema de valor concreto, y puede parecer que es en sí algo que se debe impulsar, pues se dice que crea un determinado modelo de persona. ¿Es cierto esto? ¿Cuál es, en todo caso, el sistema de valor o la ética que impulsa el deporte? 

Primero, diría que el deporte no tiene ningún valor inherente. Es una manera de socialización, que toma una u otra forma en cada momento histórico, y que en este momento, como es obvio, le es funcional al Capital. En mi opinión, la actividad física, en otra forma, tiene beneficios; es bueno para la salud y también dispone de ciertos elementos que se pueden aprovechar a la hora de organizarnos de una manera eficaz en el camino a alimentar el proceso socialista.

Por una parte, porque la actividad física tiene potencialidad para romper con el individualismo que hemos mencionado. Puede llegar a ser un medio para profundizar nuestras relaciones interpersonales: ser un modo de socialización. Debemos promover diferentes maneras de socialización, pero, en mi opinión, también hacernos con el control de ese ámbito. El deporte tiene, más que unos valores inherentes, ciertos valores potenciales: puede valer si está organizado de una manera concreta y tiene un objetivo concreto. No sé qué forma concreta debería tomar eso, pero está claro que el modelo actual no promueve nada de eso.

Es una gran mentira decir que el deporte promueve unos valores determinados per se como la disciplina y el sacrificio. Esa creencia naturaliza la cosmovisión del Capital. Se suele hablar de la cooperatividad, solidaridad y del trabajo en equipo, entre otras cosas, pero, sobre todo, del rendimiento. El individualismo se sitúa en el primer plano, y es eso lo que se naturaliza. Deberíamos reflexionar sobre esto.

Históricamente, ha habido debates sobre este tema de mucho interés. Hay quien defiende que el individualismo viene creado por la competencia, mientras que otros dicen que no tiene por qué ser así, y que esta relación varía en función de la orientación que se le quiera dar. Creo que es un debate complejo, pero, de momento, en lugar de tener un debate esencialista o discutir sobre la forma concreta que debería tomar el modelo deportivo, deberíamos empezar a crear unas formas universalistas de socialización bajo nuestro control, y empezar a desnaturalizar los elementos mencionados.

Entre los beneficios que aporta el deporte, has mencionado la salud de las personas. Puede parecer obvio que una buena salud sea más deseable que una mala. Sin embargo, teniendo en cuenta los perfiles extremos que vemos hoy en día, se puede decir que ambos extremos pueden enmarcarse en los mismos parámetros: por una parte nos encontramos con un estilo de vida totalmente sedentario y alejado de todo tipo de noción saludable, y, por otra parte, una obsesión con una visión concreta de la salud y la apariencia física. ¿Qué reflexión haces de esto?

Este modelo deportivo no promueve la salud, sino lo contrario. Esto se ve muy claro en el deporte de élite: en el momento en el que el rendimiento prevalece sobre todo lo demás, se abandona la salud personal. He podido conocer la situación de muchas atletas: muchas mujeres hemos perdido la menstruación, hay trastornos alimentarios…

¿Por qué se ven tantos psicólogos en el deporte de élite? Tal vez, hablando en unos términos más humanos, no es natural competir al más alto nivel durante varios años. Y, además, ¿luego qué? ¿la solución pasa por ponerte una prótesis? Si nos fijamos, muchos deportistas de élite siempre están lesionados. ¿Es natural lesionarse cada dos por tres? Esto se ve muy claro en el deporte de élite, pero a nivel de sociedad, en general, no existe equilibrio. 

¿A tu parecer, como se insertan eventos deportivos como los Juegos Olímpicos o la Eurocopa en todo lo que dices? ¿Cuál es su objetivo y qué es lo que consiguen?

Son parte del espectáculo deportivo. Los eventos de este tipo buscan y promueven alejarnos de la realidad y despolitizarnos; son una vía para canalizar la frustración, promueven el patriotismo, y también la obsesión hacia el deporte. Al fin y al cabo, si en tu vida diaria sigues de cerca las vidas de dichos deportistas, naturalizas un determinado modelo de vida, y entras en una tendencia que reproduce ese modelo, aunque no dispongas de condiciones materiales para llevar un estilo de vida similar.

Además, los campeonatos de este tipo profundizan en la falsa imagen de la igualdad de oportunidades. La mantra de los Juegos Olímpicos va por ese camino: se reivindica “la paz mundial”, pero esa paz no existe. 

Es una especie de oasis que se crea en un contexto de desierto, miseria y decadencia. La gente consume este tipo de eventos para huir de su vida diaria y desea constantemente acceder a ese lugar. Sin embargo, la realidad es que las puertas de ese oasis no están abiertas para todo el mundo.

Sí, y detrás de todo eso están el ego y el deseo de ascender en la escala social. El deporte siempre ha respondido al mito de la meritocracia, pues, de manera más camuflada, representa que el éxito está en manos de todo el mundo, aunque en realidad no es así.

El deporte siempre ha respondido al mito de la meritocracia, pues, de manera más camuflada, representa que el éxito está en manos de todo el mundo, aunque en realidad no es así

Vamos llegando al final de la entrevista. Nos gustaría que reflexionaras sobre lo que podría dar el deporte. Podemos confirmar que, al contrario de lo que defienden muchos, el deporte no se encuentra a salvo de las condiciones generales de la sociedad y que contribuye a la despolitización de la sociedad. ¿Crees que es posible pensar en un planteamiento que reme en dirección opuesta?

Yo creo que sí es posible. El primer paso sería tomar conciencia sobre el carácter discriminatorio del deporte actual, de la relación que mantiene con la salud y demás. Como decimos, el deporte es una manera de socialización, y tiene potencialidad para promover relaciones interpersonales, si bien es cierto que, para ello, el proletariado tiene que estar unido, pues actualmente no tiene ningún control sobre las federaciones, asociaciones e instalaciones.

Deberíamos elaborar formas bajo nuestro control, siempre con la intención de aportar a un proceso político. El deporte, más que ser un objetivo en sí, debería ser una herramienta para promover la cooperación dentro de la clase trabajadora. Debemos obtener el control sobre nuestras vidas en todos los ámbitos de nuestra vida, y el deporte, en este sentido, es un ámbito más que hay que aprovechar, aún más viendo el protagonismo y el peso que está adquiriendo a día de hoy.

Deberíamos elaborar formas bajo nuestro control, siempre con la intención de aportar a un proceso político. El deporte, más que ser un objetivo en sí, debería ser una herramienta para promover la cooperación dentro de la clase trabajadora. Debemos obtener el control sobre nuestras vidas en todos los ámbitos de nuestra vida

Aunque haya muchos debates de gran interés más allá de la dicotomía “competición sí/no”, debemos ir creando espacios de socialización bajo nuestro control que permitan realizar un cambio integral de la sociedad.

Es una idea muy bonita, pero ¿qué traducción concreta tendría a día de hoy? ¿Por dónde podemos empezar?

Deberíamos empezar a experimentar con nuevas formas de hacer deporte bajo nuestras propias reglas, por así decirlo. Crear nuevas dinámicas, como gimnasios propios, donde el acceso sea universal, gratuito, pero toda la gente tenga que aportar; trabajar en la medida que sea parte activa de ese deporte. Hay miles de formas.

La clave sería realizar deporte en unos parámetros establecidos por nosotros. Abrir y desarrollar unos espacios propios de calidad para que el proletariado tenga una oferta de calidad. Hoy por hoy, el proletariado se ve expulsado por la oferta deportiva por la falta de tiempo o dinero. Por lo tanto, antes de empezar a pensar en un modelo ideal, debemos empezar a crear infraestructuras para que las personas jóvenes y en general todas las personas puedan salir de esa espiral discriminatoria de obsesiones, y, en la medida de lo posible, para que se unan al Proceso Socialista.

Estaríamos hablando, por lo tanto, de hacernos con unas bases de infraestructura donde la gente funcione con otras “normas” que puedan, poco a poco, abrir el camino hacia otro sistema de valores.

Así es. La cuestión se basaría en la creación de un modelo deportivo que no siga reproduciendo los elementos mencionados. El deporte, hoy en día, alimenta un modelo de persona de un modelo de sociedad concreto. Debemos construir un modelo que establezca las condiciones para hacer frente a esto. ¿Deporte para qué? Para relacionarnos: entre nosotros y nosotras, con nosotras mismas, con la naturaleza, pero de una manera saludable.

El deporte, hoy en día, alimenta un modelo de persona de un modelo de sociedad concreto

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