El tensionamiento político que se genera en torno a la reforma del estatuto de autonomía catalán generará un ecosistema político específico en los Països Catalans (aunque cabe remarcar la relatividad de su cohesión política como territorio, en la que se trata de conjugar intereses políticos de diversa índole), que, en gran medida, marcará durante algunos años tanto los ritmos como el contenido del hacer político que se desarrolla en este territorio. El proceso de radicalización de las posturas independentistas arrastrado por los diferentes agentes políticos que protagonizan este proceso copará en gran medida la agenda política de los Països, haciendo que las diferentes voluntades o aspiraciones políticas orbiten de una manera u otra en torno a los programas y los planteamientos de este núcleo. Desde la primera década del milenio, CIU caminará hacia posiciones políticas más radicales, más «rebeldes», en un intento de diferenciarse del PSC (que a diferencia de su homónimo PSE, por ejemplo, integra una facción nacionalista en su seno) y destacar en una parte del electorado catalán.
Lo que en un principio podría categorizarse como pugna entre facciones, competición en torno al quién da más, conjuga con la llegada y el impacto de la crisis del 2008. El recrudecimiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora y las clases medias pone encima de la mesa la necesidad de un programa político que sepa adecuarse a la coyuntura y hacer frente a la nueva realidad que se está expresando, y que, como posteriormente se ha confirmado contundentemente, venía para quedarse. La ausencia de una organización revolucionaria fuerte, con un programa político rupturista claro, unida al optimismo generado por el planteamiento independentista, con un gran impacto mediático (derivado de las diversas pugnas en los bloques políticos ya existentes y el carácter espectacular y performativo de sus planteamientos concretos), hará que la efervescencia o el potencial político en gestación se encauce hacia los partidos y propuestas democrático burguesas recientemente radicalizadas. La máxima de «España nos roba», terminará capitalizando un potencial político ideológicamente difuso, pero contestatario. A lo largo de estos años se celebrarán la primera consulta municipal sobre la independencia (2009), la Diada (2012) y la consulta sobre la independencia del 9N (2014) y los partidos que responden al planteamiento independentista irán adquiriendo cada vez más peso en el panorama electoral.
El referéndum representa el último eslabón del procés y representa asimismo el momento político que más ha marcado la política reciente. Es el momento más álgido de este proceso político, enmarcado dentro de un aumento de tensión paulatino intensificado en los meses previos y que tendrá un impacto remarcable en la población en los días posteriores. Tras años de tiras y aflojas entre los partidos que protagonizan este proceso, el procés acabará convirtiéndose en un movimiento de masas que superando a estos agentes independentistas, pondrá encima de la mesa la mayor experiencia de autoorganización popular de los últimos años, que se desarrollará en un contexto social políticamente cargado. Esta experiencia se materializa en la creación de los CDR, que se nutrirán del tejido político de la EI. No obstante, aunque la EI no tendrá la capacidad de dirigir de manera efectiva y ordenada dicha efervescencia, podría decirse que el conflicto político seguirá enmarcándose dentro del mismo planteamiento político, que comenzará ahora a discurrir por otras vías. Esta realidad se patentará con la derrota de este planteamiento, que, aunque no consiga alcanzar sus objetivos, conseguirá que los restos de la potencialidad desatada por los acontecimientos y el contexto político refluyan hacia un sentido común, que legitimará al movimiento independentista y su programa y empapará a los sectores nacionalistas y progresistas, emergiendo o expresándose en las huelgas generales posteriores.
Las sentencias de 2019, que condenará a los políticos que han liderado el procés, se producirán en un momento de reflujo y descontento por el mismo. El 14 de octubre se publicará la sentencia condenatoria del juicio para estos líderes y esto relanzará un ciclo político movilizatorio que se nutrirá del sustrato generado por el descontento a través de la herramienta Tsunami Democràtic, que llevará a cabo cortes de carretera y ocupaciones como la del aeropuerto, en un intento de lanzar un pulso. Al mismo tiempo, las movilizaciones en Barcelona iniciarán un ciclo de disturbios constantes en la ciudad. Estos sucesos representarán el momento en el que más claramente la reivindicación de la independencia cumplirá la función de canalizador de un descontento, mayoritariamente juvenil, que identifica al estado como enemigo, pero que es totalmente impotente para superar el paradigma político contestatario. Esto hará que el potencial político existente vuelva a ahogarse en las jornadas en las que los disturbios acapararán el foco mediático, sin capacidad de capitalizar la coyuntura y las posibilidades que esta encerraba. En cualquier caso, este momento dejará marca en el sector más joven y derivará en un crecimiento de Arran en los meses que le siguen.
A lo largo del mismo año se celebrará el Primer Congreso de Vivienda de Catalunya, un momento clave para la conformación de un movimiento por la vivienda que se encontraba ciertamente fragmentado. A lo largo de los últimos años PAH había dejado de ser la organización hegemónica y había perdido una cantidad importante de fuerza militante que había dado el salto a las instituciones desde 2015, aunque todavía mantenía cierta fuerza y referencialidad por la generación de afectados que se suma durante la crisis de las hipotecas. El Sindicat de Llogaters será su fracción mejor organizada dentro de un esquema organizativo descentralizado, y tiene como objetivo presionar las instituciones con el fin de forzar reformas que rebajen la presión de los alquileres. Se caracterizarán por ser organizaciones heterogéneas, que combinan espacios con sectores de la EI y otros más autónomos o libertarios. Este congreso permite por primera vez proyectar este movimiento como una fuerza unitaria, aunque realmente existan ciertas pugnas y diferencias ideológicas y estratégicas en su seno. La ruptura no tardará en presentar sus primeros síntomas, en la huelga de alquileres propuesta por el Sindicat de Llogaters.
La ausencia de una organización rupturista fuerte, con un programa político diferenciado y claro, que consiga conectar con las necesidades y las aspiraciones de la clase trabajadora, en particular con los sectores más jóvenes de la misma, volverá a evidenciarse a medida que la tormenta amaina. El descontento popular ha bailado al compás del programa independentista durante años, y el paso del tiempo solamente ha dejado un poso de frustración (derivada del fracaso político experimentado). El panorama generado por la crisis del 2008 empalmará con un nuevo ciclo de recesión económica y financiera, que generará un contexto caracterizado por la miseria (creciente) y ofensiva política de las elites financieras (a través de sus diversas instituciones y partidos políticos profesionales) contra las clases medias y el proletariado. La caída prolongada de los salarios, la inflación, la aniquilación progresiva de la capacidad de ahorro de las familias y la destrucción de derechos sociales y políticos volverán a ocupar los titulares de los medios de comunicación. La quiebra del proceso independentista encajará con el desvanecimiento de las bases que sostenían el pacto social, y con ello se desvanecerá asimismo la ficción basada en la oferta civilizatoria de la sociedad capitalista, sostenida sobre el concepto de la sociedad del trabajo, que responde a una etapa concreta de acumulación capitalista que lleva décadas en jaque y su correlato político, el programa socialdemócrata.
Esta realidad impactará fuertemente en la nueva generación de trabajadores, que habiendo vivido la crisis del 2008 y su resaca prolongada, ha tenido que presenciar el proceso de desintegración de todas sus certezas, tanto a nivel económico (un proceso de proletarización agresivo y pauperización progresiva de sus condiciones de vida), como político (anacronismo de los partidos políticos, programas políticos y formas de hacer política que se han conocido hasta este momento, sumado al papel protagónico que una parte de estos partidos socialdemócratas viene desempeñando en diversos países del centro imperialista en calidad de ejecutores de la voluntad de la oligarquía).
Aunque esto no derive mecánicamente en un desarrollo y extensión inmediato de la organización revolucionaria, podría afirmarse que sí que comienza a existir un sentido común generalizado que deja de apoyarse en estas formas políticas clásicas y el estado caracterizado por su cada vez más evidente capacidad de reflejar las aspiraciones y necesidades de esta nueva fase. Esto se dará de manera más evidente si cabe en las nuevas generaciones de jóvenes proletarios, dando pie a una falta de fe hacia las estructuras y organizaciones que respondían a las necesidades de las clases medias, pero que se muestran impotentes para hacer frente al desmantelamiento de las condiciones de supervivencia que las sostenían. Una vez esfumada la unidad proyectada por estos partidos, encarnada en los Països en el programa político independentista y el procés, el potencial político volverá a dispersarse en ausencia de una propuesta catalizadora convincente.
¿Quiénes sois y de dónde venís?
Horitzó Socialista (HS en adelante) es un órgano de difusión y reflexión de la juventud comunista en los Països Catalans. Nace en un contexto de ruptura política con el espacio político de la Esquerra Independentista (EI) y se ha convertido en una de las herramientas de construcción del Movimiento Socialista (MS).
Con este objetivo, HS sirvió, en un primer momento, como espacio de difusión del trabajo teórico que estaba produciendo la militancia comunista que estaba organizada en la EI. Actualmente, en el momento de expansión y mayor organización en que nos encontramos, el MS está incorporando militancia que proviene de diferentes tradiciones políticas y HS es una herramienta que permite mostrar parte del trabajo que se está haciendo.
El MS somos la forma organizativa que estructura una nueva generación que ha roto con las limitaciones que la socialdemocracia imponía en nuestros espacios. Frente a la ofensiva burguesa que vivimos, tenemos la necesidad imperiosa de reconstruir el socialismo como movimiento de masas que supere el estado de derrota actual. Por este motivo, lo que en un primer momento se da como ruptura con el interclasismo y nacionalismo del movimiento de liberación catalán, actualmente se está conformando como espacio político que, con la construcción del socialismo como objetivo, está aglutinando militancia que proviene de diferentes tradiciones políticas –como son el feminismo, los grupos comunistas de vanguardia, la autonomía y el anarquismo–, y quiere superar la impotencia actual.
El MS somos la forma organizativa que estructura una nueva generación que ha roto con las limitaciones que la socialdemocracia imponía en nuestros espacios. Frente a la ofensiva burguesa que vivimos, tenemos la necesidad imperiosa de reconstruir el socialismo como movimiento de masas que supere el estado de derrota actual
¿Qué valor e importancia poseen en vuestra gestación política el procés, el 15M o la ola de movimientos sociales?
En el contexto de derrota política del comunismo que arrastramos desde hace décadas, se han dado diferentes ciclos de movilización que, desde un anticapitalismo más o menos definido, han canalizado el descontento generado por las diferentes ofensivas burguesas. Así, durante la ofensiva globalizadora de los noventa e inicios de siglo, este ciclo toma la forma de movimiento antiglobalización. Tras la crisis del 2007 y la reestructuración capitalista posterior, tanto el procés como el 15M han sido dos de las formas que ha adoptado el descontento.
Ambas expresiones comparten el contenido popular de sus reivindicaciones. El primero, conformado como movimiento interclasista que confronta un estado antidemocrático en favor de la construcción de un estado catalán más social. El segundo, oponiéndose a banqueros y políticos, y reclamando una mayor participación ciudadana mediante la democracia directa. Ambos movimientos han sido complejos y heterogéneos, pero comparten haber sido la expresión temporalmente organizada de una clase media en descomposición que, ya sea mediante el soberanismo o el ciudadanismo, responde a la crisis con un proyecto que subordina al proletariado al programa socialdemócrata.
El interclasismo de estos movimientos no puede desvincularse del contexto de derrota ideológica que el proletariado atraviesa y, por lo tanto, lejos de achacarlo a traiciones, entendemos que tanto el 15M como el procés han sido expresiones del descontento popular que, sin organización independiente del proletariado, no pueden superar su fase interclasista. Forman parte del proceso de politización generalizada en la que nuestra generación se ha socializado, con sus experiencias de lucha y sus limitaciones. El MS, por lo tanto, no se puede comprender sin estas experiencias previas, ya que nuestra militancia ha participado en ellas.
Más allá de estos dos fenómenos, centrales en el escenario político posterior a la crisis, tanto el movimiento por la vivienda como el movimiento feminista también son claves para comprender el nacimiento del MS. No solo porque buena parte de la militancia se ha formado en la participación en estos, sino porque la militancia ha podido tomar consciencia en la práctica de las limitaciones y contradicciones tanto de las organizaciones políticas en las que participábamos como las propias de los movimientos sociales. En este sentido, la voluntad de superar la falta de horizonte estratégico nos lleva a la necesidad de ir más allá del espontaneísmo, el horizontalismo o la parcialidad que caracterizan a los movimientos sociales.
¿Cuál consideráis que es el detonante de esos procesos?
El proceso de una ruptura política es complejo, y probablemente necesitaremos coger distancia y ver como se acaba materializando para comprender en toda su diversidad las causas que han permitido un cambio generacional como el que se ha dado. Aun así, hay causas estructurales que permiten contextualizar las condiciones objetivas que han permitido este proceso.
Estas causas se pueden dividir en dos. Por un lado, el contexto de crisis, que marca una nueva generación formada políticamente en su desarrollo, así como el proceso de proletarización como signo de nuestro tiempo. El empeoramiento generalizado de las condiciones de vida de la población, así como el aumento de los mecanismos represivos que lo acompañan, han marcado un proceso de politización que, como comentábamos, no ha superado el interclasismo en su forma de masas, pero sí ha permitido el desarrollo de la crítica en los sectores previamente politizados.
Por otro lado, este contexto de crisis y proletarización es coetáneo al contexto de derrota o estancamiento del ciclo político anterior, en el que el proyecto de clase media de respuesta a la crisis ha sido predominante pero no ha permitido extraer un nuevo pacto social de la burguesía. Al 15M le siguió un ciclo de renovación de la socialdemocracia en apuestas institucionales que han mostrado las limitaciones reales en llegar a gobiernos municipales y estatales, y el procés se cerró con una última fase de movilizaciones, como último destello de radicalidad, de respuesta a la represión por los encarcelamientos de los líderes del movimiento independentista. El nacimiento de una nueva generación política que rompe con las limitaciones de la socialdemocracia no se puede entender sin un ciclo anterior que las pone a prueba y hace evidentes en un momento de empeoramiento de las condiciones generalizado.
El nacimiento de una nueva generación política que rompe con las limitaciones de la socialdemocracia no se puede entender sin un ciclo anterior que las pone a prueba y hace evidentes en un momento de empeoramiento de las condiciones generalizado
Y, ahora, ¿qué ha cambiado?
En este contexto de estancamiento del bloque de la clase media, hay una clara incapacidad de canalizar el descontento generalizado entre el proletariado y esos sectores de la clase media que están en proceso de proletarización. A nivel general, entre el proletariado predomina el nihilismo y el apoliticismo. Entre los sectores politizados, se da una reproducción mecánica de formas anteriores que ya han demostrado su impotencia. En algunos casos, se da por la necesidad de mantener un discurso triunfalista que permita canalizar la movilización popular mediante los partidos institucionales, vía que se está agotando. En otros casos, esta impotencia se da por la falta de un trabajo teórico y práctico que haya permitido superar las tendencias socialdemócratas.
La politización general de la población durante el último ciclo no ha ido acompañado de la reconstrucción organizativa del socialismo y no se ha superado un sentido común funcional al programa de la clase media. Además, parte de la militancia que se formó entre el movimiento antiglobalización y el 15M lo hizo en espacios que partieron de la irrelevancia política y que consiguieron iniciar un trabajo de masas mediante un sindicalismo social que no ha superado su fase economicista y reformista. Para estos sectores, el desarrollo de un proceso revolucionario con independencia ideológica se vincula al retorno a la irrelevancia y al sectarismo, lo que les aleja de la superación del posibilismo.
Es en este contexto, en el que cada vez más militancia ve la necesidad de superar las limitaciones y construir un movimiento de masas que no renuncie programáticamente a la construcción del socialismo, para estos sectores, el despliegue de la independencia política mediante la construcción de la organización socialista en su fase actual de movimiento es el salto clave que permite superar las limitaciones de nuestra generación.
Cada vez más militancia ve la necesidad de superar las limitaciones y construir un movimiento de masas que no renuncie programáticamente a la construcción del socialismo. El despliegue de la independencia política mediante la construcción de la organización socialista en su fase actual de movimiento es el salto clave que permite superar las limitaciones de nuestra generación
¿Por qué creéis que se ha dado esa ruptura mayormente en sectores juveniles?
Cuando hablamos de cambio generacional no hacemos referencia a que esta se dé únicamente entre el sector juvenil, sino que identificamos el desarrollo de una nueva generación política que ha llevado a cabo una ruptura con los postulados que caracterizaban el ciclo o generación anterior, enmarcada en el bloque de la clase media.
Aun así, como ha sucedido históricamente, la juventud es un segmento de la población que, precisamente por aquello que la caracteriza, presenta mejores condiciones tanto objetivas como subjetivas para ser la vanguardia de una ruptura generacional. La juventud del proletariado es una fase que se caracteriza por un menor efecto directo de los mecanismos de disciplinamiento de clase que socializan el sentido común burgués. Por este motivo, durante la fase juvenil, se dan mejores condiciones en la actualidad para organizarse políticamente. Además, este proceso se está dando entre una juventud con una tradición política de organización previa.
En la actualidad, podemos dividir en dos generaciones el sujeto que inicia esta ruptura política. Por un lado, una primera generación que se politiza en el momento de auge de las apuestas institucionales socialdemócratas y que vive todo el desarrollo del procés. Vive sus limitaciones y sus derrotas en primera persona. En segundo lugar, las generaciones que vienen después, que comparten el hecho de ser herederas de la crisis pero que además se han politizado en un contexto de descontento masivo y de descrédito de la socialdemocracia. Han vivido las fases finales del procés y, a diferencia de la generación anterior que se politizó principalmente en el movimiento estudiantil, el feminismo o el antifascismo, lo ha hecho principalmente en el movimiento por la vivienda. Ambas generaciones forman parte del cambio generacional y de la ruptura política que coge forma en el MS.
Habladnos más sobre la ruptura. ¿Con quién y sobre qué fundamentos?
En términos generales, la ruptura que marca el nacimiento del MS se da con el ciclo político anterior, caracterizado por la falta de independencia política del proletariado y por la subordinación de las formas políticas que adopta al programa de la clase media. Por este motivo, la respuesta popular que acompaña al empeoramiento de las condiciones de vida y a la ofensiva burguesa desde la crisis del 2007 no ha superado, en la movilización de masas, el discurso socialdemócrata ni el sentido común burgués. Las diferentes expresiones del anticapitalismo no han superado la desorientación ideológica que arrastramos y han asumido como propias desviaciones que se enmarcan dentro del sentido común hegemónico. Así, la interseccionalidad como método de análisis de la realidad que reduce el socialismo al economicismo, el nacionalismo como expresión política de un interclasismo asumido o el horizontalismo como forma organizativa son diferentes expresiones de las limitaciones de esta desorientación.
En términos más concretos, el inicio de la ruptura política se ha materializado en la Esquerra Independentista. La EI es un movimiento político heterogéneo ideológicamente y estratégicamente que bebe principalmente de dos tradiciones políticas que se enmarcan en el nacionalismo revolucionario. La primera, organizada en Poble Lliure, representa la línea marxista del movimiento. Con influencias del maoísmo, ha asumido como propia la estrategia del frente patriótico con un claro etapismo en sus objetivos (la independencia junto a la burguesía catalana como camino para construir una república social que cree las bases para avanzar hacia el socialismo). La segunda, organizada en Endavant, ha tenido una influencia autónoma y libertaria mayor, así como de la teoría interseccional y, aunque recoge la tradición socialista como propia, aúna diferentes tendencias herederas del movimiento antiglobalización. Ambas líneas asumen la Unidad Popular como estrategia propia de la EI y, aunque la conceptualización que se hace de esta varía según la organización, se materializa en la organización espontánea de los diferentes frentes en que se evidencia la lucha de clases para, bajo un programa que aúna la clase media con el proletariado, canalizar estas reclamaciones mediante la política institucional. Por este motivo, la CUP, su candidatura institucional, asume el papel de llevar las reclamaciones de los movimientos sociales a las instituciones burguesas.
Es esta heterogeneidad en la EI lo que permite que, mediante contradicciones en su planteamiento estratégico e ideológico, su organización juvenil adopte un discurso más radical, en parte influenciado por la crítica que los sectores comunistas hemos planteado en los últimos años. Así, la ruptura se ha evidenciado en una organización que mantiene la cara radical del movimiento, a pesar de las contradicciones evidentes con su organización adulta e institucional, mientras el SEPC, sindicato estudiantil, plantea un programa netamente socialdemócrata.
La Esquerra Independentista no es hegemónica en el movimiento anticapitalista, aunque en la fase inicial del procés la CUP se convierte en una referencia para parte de la izquierda más allá del nacionalismo revolucionario. Actualmente, se comparte un sentido común que no rompe con la cosmovisión burguesa, que sigue presente en parte de los movimientos sociales. La ruptura del cambio de ciclo, por lo tanto, se da, principalmente, a partir de las limitaciones de estas expresiones políticas.
¿Qué dificultades os habéis encontrado en este proceso?
La dificultad principal ha sido la de llevar a cabo un proceso de crítica de las limitaciones de los espacios políticos en los que participábamos sin disponer de un nivel de organización como el de la actualidad, basado en principios comunistas. La independencia política no ha sido solo un principio que reconocemos como clave en la conformación de un proceso revolucionario, sino que ha sido una limitación que hemos experimentado en la práctica.
En la última fase previa a la ruptura organizativa, cuando las críticas ya caminaban hacia una definición de la necesidad de construir en la teoría y en la práctica el proceso socialista, la conformación de dos bloques dentro de Arran ha evidenciado cuál es el papel de los cuadros socialdemócratas. El bloqueo de todo debate y formación que permitiera confrontar las dos líneas fue una constante. La burocracia y el uso de mecanismos internos para establecer trabas al debate y a la posibilidad de profundizar en la crítica es la vía habitual. La respuesta ha sido irracional y nunca se ha dado mediante el debate político, sino que se ha centrado en el descrédito personal.
Esto ha dificultado enormemente el avance teórico hasta el momento de la ruptura, ya que el debate político no se daba en condiciones y no permitía profundizar en los posicionamientos. Es por eso que la construcción de estructuras organizativas nuevas que permitan asegurar esta independencia, no solo está permitiendo un avance ideológico como no se había podido producir antes, sino que está permitiendo llegar a conclusiones prácticas a las que no podríamos haber llegado sin una ruptura organizativa.
La construcción de estructuras organizativas nuevas que permitan asegurar esta independencia, no solo está permitiendo un avance ideológico como no se había podido producir antes, sino que está permitiendo llegar a conclusiones prácticas a las que no podríamos haber llegado sin una ruptura organizativa
¿Qué es lo que os ha permitido superar esas dificultades? ¿Alguna facilidad reseñable?
El hecho que la ruptura política se haya dado como consecuencia de la detección de una serie de limitaciones que no permitían la construcción de un proyecto que respondiera a los intereses del proletariado, ha supuesto que este proceso de crítica no solo lo haya hecho militancia desde diferentes espacios que ha confluido en unos mismos planteamientos, sino que lo ha hecho la militancia más activa y disciplinada, que en la práctica política veía estas limitaciones.
Por este motivo, teniendo en nuestras manos la construcción de un movimiento que responda a los intereses del proletariado, somos conscientes que la disciplina militante, que construye una ética funcional a la práctica política y que no desprecia el trabajo teórico en la formación militante, es clave para hacer avanzar este proceso.
Además, la referencia del proceso del MS en Euskal Herria ha sido un ejemplo que ha permitido clarificar algunos de los debates y tareas que se nos presentan a los comunistas en la actualidad. Entrever qué procesos podían desencadenarse en el escenario político y analizar los procesos recientes en una perspectiva internacional está siendo clave para plantear los siguientes pasos. Centrar la atención en estas tareas y obviar los ataques y calificativos que está recibiendo el MS por parte de los movimientos que ven perder su hegemonía en los diferentes territorios es clave para no construir un espacio político subalterno a la socialdemocracia.
Por último, miremos al futuro. ¿Cómo lo veis?
La reconstitución organizativa del proletariado bajo el programa del comunismo se está produciendo gracias a las condiciones de posibilidad que dan el contexto de proletarización que permiten el cambio de ciclo, pero también se da a pesar del contexto. Vivimos en un proceso de desarrollo de las formas autoritarias de unos estados democráticos que diluían el conflicto social mediante el pacto con las clases medias y ahora vivimos una ofensiva que no solo se da contra las condiciones del proletariado, sino contra toda forma de organización independiente al capital.
Actualmente, estamos en una fase de construcción y crecimiento del MS y, por lo tanto, estamos en un momento muy inicial de su desarrollo. Aun así, el MS está ganando referencialidad a nivel internacional entre el proletariado organizado y en nuestro territorio genera interés, aunque públicamente solo se muestra un medio de difusión.
En el futuro, pues, la generación de espacios de organización de masas en un momento en que cada vez hay más necesidad y atención será el siguiente paso de un proceso de organización a nivel internacional que ha de volver a permitir al proletariado confrontar al poder organizado de la burguesía. Nuestra tarea es trabajar por esta reconstitución del comunismo como ideología de masas y eso se concreta, en la actualidad, en la creación de un movimiento de masas.
La generación de espacios de organización de masas en un momento en que cada vez hay más necesidad y atención será el siguiente paso de un proceso de organización a nivel internacional que ha de volver a permitir al proletariado confrontar al poder organizado de la burguesía
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