Es llamativo leer, en periódicos escritos mayormente en castellano, sobre la escasa presencia que tiene el euskera en la administración capitalista. Más llamativo aún es que este contenido solo se pueda leer entre los pocos contenidos en euskera, cuando las cuestiones sobre el euskera, a diferencia de todo lo demás, deberían tratarse en castellano.
En los periódicos escritos en castellano el euskera sirve para informar sobre el euskera, sobre las danzas vascas, sobre las pruebas de bueyes, sobre Korrika y el pastel vasco, no así sobre economía o política. Las cuestiones importantes siguen tratándose en castellano, mientras que el euskera es utilizado para crear un gueto de privilegiados. Y es que, aunque el castellano es más adecuado para la venta, el euskera tiene más interés para garantizar la exclusión social y mantener los privilegios de la clase media.
Las cuestiones importantes siguen tratándose en castellano, mientras que el euskera es utilizado para crear un gueto de privilegiados
Es un debate de largos años. ¿Quién rechaza más el euskera, el que lo prohíbe o el que lo reduce a ser lengua de la administración? ¿El que se niega a usarlo o el que solo lo utiliza para cuestiones folclóricas?
Es evidente que, si el euskera va a tener futuro, lo tendrá por desarrollar su capacidad de relacionarse con cuestiones reales e importantes, y no por tener un ratio a cumplir tanto en los periódicos como en la administración. No parece, sin embargo, que exista interés en que el euskera se convierta en lengua de masas del proletariado; al menos por parte de la élite intelectual y cultural vasca. Muchos prefieren que el euskera sea un preciado tesoro que adquiere forma de oro, antes que verlo devaluarse entre los pobres.
No parece que exista interés en que el euskera se convierta en lengua de masas del proletariado; al menos por parte de la élite intelectual y cultural vasca. Muchos prefieren que el euskera sea un preciado tesoro que adquiere forma de oro, antes que verlo devaluarse entre los pobres
El rigor con la lengua y las decisiones en torno a la corrección y pureza que se toman en los despachos ponen más trabas al euskera que facilitar su uso. La burla y el purismo hacia quien habla con dificultad también es bastante evidente entre los vascoparlantes de élite. Un euskera minorizado es un negocio, porque a pesar de reducir el mercado aumenta su precio. Por ejemplo, difícilmente se podrían haber vendido ciertos materiales literarios si no hubieran sido escritos en euskera.
El euskera se ha convertido en un recurso vital para muchos; facilita el acceso al trabajo reduciendo la competencia o se vende directamente, tanto en la educación privada como en la forma productos de consumo. Aquellos que se benefician de la situación del euskera no quieren que esa situación cambie. Poco ayudaría a ninguno de ellos si dejara de ser una lengua minoritaria, con las consecuencias que ello conlleva: que la educación sea universal y gratuita, que se enseñe con calidad y no permita la exclusión, que esté al alcance de todos y que no cree jerarquías entre los vascoparlantes, que no esté en venta...
El euskera se ha convertido también en una excusa para justificar la injusticia: bajos salarios, malas condiciones laborales, horas extras dedicadas a la causa laboral… Son el pan de cada día en los diferentes centros educativos que venden el euskera como mercancía, pero se callan, en nombre del euskera. Si el euskera encuentra su raíz social en las rentas altas, también es un recurso para obtener rentas altas. Lo uno y lo otro no son más que rendimientos económicos derivados de su arrinconamiento social, y no se dan porque el euskera sea por naturaleza la lengua de los estudiosos o de los aristócratas, ni porque tenga características especiales para ello.
El euskera se ha convertido también en una excusa para justificar la injusticia: bajos salarios, malas condiciones laborales, horas extras dedicadas a la causa laboral… Son el pan de cada día en los diferentes centros educativos que venden el euskera como mercancía, pero se callan, en nombre del euskera
Lo escaso y curioso tiene capacidad para saltarse las leyes de la competencia, introduciendo nuevas condiciones en un mercado determinado. Leyes para mantener lo escaso y curioso como escaso y curioso, subvenciones específicas… Se adoptan medidas excepcionales que, al fin y al cabo, permiten acceder a una renta monopolística, es decir, convierten lucrativo lo que no lo es. En un mercado minado por gusto o por necesidad, pero igualmente arraigado socialmente, que reivindica su necesidad e importancia, la inyección de dinero de las administraciones públicas se convierte a menudo en imprescindible. El euskera pervive en el capitalismo gracias al estado del capital. Los que venden quieren que se venda poco, para que se venda mucho lo suyo, como quien es instruido quiere que los demás no aprendan, para no tener competencia en el trabajo.
El euskera se mueve, pues, en el sistema capitalista, entre el deseo y la imposibilidad. Por un lado se busca que muchos aprendan a través de las subvenciones públicas, pero por otro lado esas políticas públicas son viables y tienen un público objetivo si pocos aprenden euskera. A ello hay que unir el hecho de que aprender y utilizar son diferentes, y aunque un aprendizaje masivo tiene interés para muchos, su escaso uso convierte al euskera en un tesoro preciado y materia de venta provechosa.
Los perfiles lingüísticos, lejos de fomentar el uso del euskera, contribuyen a su marginación, arraigando el euskera en un estrato social pero alejándolo cada vez más del futuro, del proletariado y de su movimiento de liberación. La élite que se ha creado en torno al euskera no ayuda al euskera, pero es la expresión de su dura situación. Muchas personas aprenden euskera solo como acceso al trabajo; y, además, quienes lo hacen son los estratos aristócratas más alejados de los movimientos amplios, del arraigo social; es decir, las capas superiores de la clase obrera que, lejos de representar el movimiento vivo, representan la cultura y el clasismo de la burguesía.
La institucionalización lingüística burguesa es evidentemente incapaz de sacar al euskera de una situación marginal. Y es que, aunque por un lado quiere vivir en euskera, por otro no puede vivir sin convertir el euskera en negocio, o sin los beneficios económicos que le proporciona el euskera, y eso condiciona su difusión. Además, se sabe que la vida y posibilidad de confrontación que da estar al margen alimentan el mercado del euskera para que unos pocos hagan negocio a costa de todos. Este amplio mercado del euskera solo puede sobrevivir si tiene una difusión limitada, sigue siendo un curioso tesoro y a cambio recibe subvenciones. Pero si el euskera quiere sobrevivir, tiene que salir del mercado y convertirse en la lengua del proletariado, tomar su lugar en el proceso de revolución socialista.
Aunque por un lado quiere vivir en euskera, por otro no puede vivir sin convertir el euskera en negocio, o sin los beneficios económicos que le proporciona el euskera, y eso condiciona su difusión
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