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Manex Gurrutxaga
2025/07/03

Gaza es el campo de concentración más grande y poblado del mundo, con un territorio de unos 365 km² y habitada por casi 2,3 millones de personas antes del 7 de octubre de 2023, según la Oficina Central de Estadísticas de Palestina. Actualmente, es difícil conocer los datos reales, pero, mientras se escriben estas líneas, desde el 7 de octubre, se han registrado al menos 59.038 muertes, 18.700 detenciones, 17.000 edificios dañados y dos millones de desplazados. Sin contar, por supuesto, las personas desaparecidas y los cuerpos sepultados bajo los escombros. 

Gaza funciona como un campo de concentración e incluso como un campo de exterminio desde octubre de 2023, ya que podemos afirmar que se está llevando a cabo un genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza

La singularidad de la Franja de Gaza no es la población en sí misma, ya que existen ciudades más pobladas en el mundo. Lo que la distingue es el hecho de que esta densidad de población se encuentra en un territorio que funciona como un campo de concentración, al menos desde que Israel instauró el bloqueo total en 2007. Podemos afirmar que se trata de un campo de concentración porque el Estado de Israel retiene a la población palestina en un territorio por la fuerza, sin respetar ningún derecho fundamental, con un control militar directo sobre sus vidas y con el objetivo de llevar a cabo una limpieza étnica.

El sionismo, por supuesto, niega el hecho de que la Franja de Gaza sea un campo de concentración, de la misma forma en que niega la ocupación, colonización y limpieza étnica de las tierras palestinas, a pesar de que desde octubre de 2023 varios cargos políticos y militares se hayan pronunciado de forma aún más desvergonzada sobre las verdaderas intenciones del sionismo y las imágenes que salen de Gaza cada día den la vuelta al mundo.

No obstante, el sionismo se defiende de los ataques recibidos instrumentalizando a las víctimas del Holocausto en un gigantesco ejercicio de cinismo, al tiempo que extiende a los cuatro vientos la falsa acusación de antisemitismo. Básicamente, adopta el papel de víctima, reivindicando que está actuando en defensa propia, con el fin de, por un lado, legitimar la existencia del Estado de Israel y, por otro, blanquear sus políticas terroristas. El sionismo, aunque ellos así lo quisieran, no es ni la ideología, ni el proyecto político que representa a todos los judíos, ni mucho menos a todas las víctimas del Holocausto y, lo más importante, la posición de víctima no otorga automáticamente la razón a nadie, ni mucho menos la legitimidad para llevar a cabo un proyecto político supremacista, el cual se basa en la opresión y desaparición de otros pueblos de Oriente Próximo.

El antisemitismo es el escudo de hierro para la protección del sionismo, y eso es, fundamentalmente, lo que se encuentra tras ese derecho a la defensa que tanto reivindica Israel. Nos quieren vender que, si no se defienden, los palestinos y, en general, los árabes, actuarán en contra de los judíos; sin embargo, la realidad es que la única persecución sistemática que existe hoy en día la ejerce Israel contra los palestinos y contra el resto de minorías étnicas existentes en el Estado de Israel. Y es que es precisamente aquello de lo que acusa al resto lo que el sionismo pretende hacer con los pueblos de Oriente Próximo, lo cual se evidencia de la forma más cruel en la Franja de Gaza.

En las próximas líneas, trataremos de argumentar por qué afirmamos que Gaza funciona como un campo de concentración e incluso como un campo de exterminio desde octubre de 2023, ya que podemos afirmar que se está llevando a cabo un genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza.

Encierro total y control militar de las fronteras

En la Franja de Gaza no existe libertad de movimiento para sus habitantes palestinos; el Estado de Israel, por medio de la fuerza, controla todas las fronteras terrestres, aéreas y marítimas y, por tanto, controla también todo lo que puede salir o entrar en Gaza. Esto significa que, en la práctica, los gazatíes padecen de un encierro semejante al de un campo de concentración o al de una cárcel.

Todo el territorio fronterizo con el Estado de Israel y Egipto, es decir, el norte, este y sur de la Franja de Gaza, se encuentra rodeado por un muro construido con hormigón armado y vallas electrificadas, y controlado las 24 horas del día desde numerosas torres de control, drones, cámaras de seguridad, globos aerostáticos y sensores de todo tipo (de movimiento, sonido, térmicos y sísmicos). Además, en algunos casos, las torres de control cuentan con sistemas automatizados de tiro.

Hoy en día, tan solo existen tres pasos fronterizos para atravesar el muro –en el pasado, existían más pasos, pero los sionistas los han cerrado–: por un lado, el paso de Beit Haun o Erez, al norte de la Franja de Gaza; por otro, el paso de Kerem Shalom, fronterizo con Israel y Egipto al sureste; y, por último, el paso de Rafah, que limita con Egipto al sur. En teoría, tan solo el de Rafah y el de Erez son pasos abiertos a las personas, ya que el de Kerem Shalom es exclusivo para el paso de mercancías; no obstante, también esos pasos se encuentran muy limitados o cerrados para los gazatíes. 

El paso de Rafah es el único de los tres que une el territorio de Gaza con Egipto y, en teoría, es el Estado egipcio el que se encarga de la gestión de la frontera, pero, en la práctica, el paso se encuentra en manos de Israel, ya que es necesario su visto bueno para que Egipto lo abra o cierre. Además, Israel no ha tenido reparo para, cuando lo ha considerado necesario, acceder a este paso militarmente y tomar su control, como ya hizo entre el 7 de mayo de 2024 y enero de 2025.

Gaza tiene mar al oeste y, aunque allí no se hayan construido muros de hormigón, el Estado de Israel efectúa un control militar directo y total. Al igual que en el muro, tiene controlada la frontera gracias a las fuerzas armadas, drones, sensores y demás, y los gazatíes tienen prohibido salir libremente al mar, al tiempo que las embarcaciones extranjeras tienen restringido el acceso a Gaza. Además, Israel ha establecido un perímetro permitido para la pesca para los gazatíes. Así, aún si consiguen dicho permiso de pesca, en caso de que sobrepasen ese perímetro, las fuerzas armadas tienen permiso para disparar a los palestinos.

Control

En la Franja de Gaza no solo están controladas las fronteras, ya que el Estado de Israel trata de ejercer el control también sobre el día a día de la población. En el año 2005, las tropas de ocupación abandonaron Gaza, hasta que volvieron a entrar en octubre de 2023, aunque entre esas dos fechas también hubo ataques aéreos y ocupaciones temporales. Y es que, la ausencia de tropas en Gaza durante esos años no ha impedido al Estado de Israel desarrollar numerosos mecanismos de control con los que someter a la población palestina.

El más destacado es el uso de drones y satélites con los que el Estado sionista obtiene información completa no solo de los movimientos de los gazatíes, sino también de los objetos, edificios y demás existentes en Gaza. Además, en el caso de los drones, estos dispositivos son también utilizados como mecanismo de tortura psicológica contra la población, reproduciendo un zumbido continuado por sus altavoces para desgastar a quienes lo escuchan y transmitirle que está siendo vigilado. La armada israelí ha utilizado este sistema para difundir desde estos altavoces llantos de niños y gritos de auxilio de mujeres, con el objetivo de hacer salir a la población palestina de sus casas y proceder a disparar contra ella.

Israel utiliza asimismo todo tipo de cámaras y sensores para obtener la información más completa y rápida posible sobre Gaza. Por ejemplo, elevan desde tierras israelíes globos aerostáticos con cámaras de control, sensores de movimiento, sensores térmicos… para informarse a tiempo real de lo que ocurre en todo el territorio de la Franja de Gaza. Cabe destacar que Israel ha desarrollado la tecnología de estos globos aerostáticos con el único objetivo de poder controlar la Franja de Gaza.

El control sobre los gazatíes, no obstante, no se limita solo a eso, es decir, a la mera recolección de información, por decirlo de alguna forma, sino que el Estado sionista también controla el acceso de la población a alimentos, electricidad y otros materiales. Hasta marzo de 2025, el reparto de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza era gestionado por diferentes ONG, hasta que el Estado de Israel prohibió la entrada de cualquier ayuda humanitaria internacional a Gaza. Así, tras desencadenar una hambruna de dos meses que provocó miles de muertos, y con el apoyo de EE. UU., Israel puso en marcha un nuevo sistema para la distribución de ayuda humanitaria, el cual se lleva a cabo mediante la entidad privada Gaza Humanitarian Foundation (GHF), creada por el Estado sionista para controlar la gestión de la ayuda humanitaria.

Por un lado, sistema de distribución implantado por GHF ha reducido tanto las zonas o centros de distribución como su frecuencia. Si antes había unos 400 puntos de distribución en Gaza, la previsión de GHF era la de crear 8 puntos de distribución, y parece que hoy en día solo hay 4 en funcionamiento. Por otro lado, ha militarizado el reparto de la ayuda humanitaria: lo que antes era llevado a cabo por miembros de ONG, ahora lo gestionan las fuerzas de defensa Israelíes. De esta manera, quienes acuden a recibir ayuda se ven rodeados de muros, alambre de espino y torres de control, y solo tienen un paso de entrada y salida. Por si esto fuera poco, las fuerzas armadas sionistas tienen la orden de disparar contra los palestinos cuando se producen aglomeraciones de gente y, tal y como se está pudiendo ver, están disparando sistemáticamente contra las multitudes. Mientras se escriben estas líneas, una media de 75 personas palestinas son asesinadas cada día en las colas del hambre.

Por lo tanto, podemos concluir que se ha puesto en marcha un nuevo sistema para, por un lado, establecer un control más directo sobre los gazatíes y, como se ha dicho, utilizar el hambre como arma de guerra contra un pueblo y, por otro lado, y en la misma medida, para contar con un mecanismo de presión contra la resistencia palestina. Esto es, ante cualquier ataque o movimiento de la resistencia, Israel puede restringir u obstaculizar el reparto de alimentos, con el objetivo de poner a los gazatíes contra la resistencia, haciéndoles creer que el hecho de que Israel reduzca el suministro de alimentos es consecuencia de las acciones de los guerrilleros. Y es que, avivar contradicciones y brechas entre la resistencia y la población gazatí es otro de los objetivos.

La intención de Israel y Estados Unidos es conseguir que GHF se haga con el control total de todos los alimentos a los que pudiera acceder la población de Gaza. A pesar de que ya se han dado pasos en esa dirección, no se puede afirmar que se haya alcanzado plenamente el objetivo, ya que se sigue permitiendo la entrada de ayuda, de manera ocasional, sin necesidad de pasar por esa organización, aunque las condiciones para ello sean cada vez más estrictas, y todavía resisten algunos pequeños puntos de reparto de comida fuera del control de GHF, al menos en el momento de escribir estas líneas. Esos puntos son conocidos como cocinas comunitarias y han alimentado a miles de gazatíes durante los últimos años; por desgracia, son cada vez menos, debido a la destrucción sistemática ejercida contra ellos por parte de los sionistas.

Mientras tanto, el hecho de que Israel posea un control directo sobre la ayuda humanitaria significa que el acceso de los gazatíes a productos y bienes de primera necesidad es cada vez más limitado, significa que el Estado sionista quiere matarlos de hambre y sed, además de con bombas y disparos. De hecho, el acceso al agua potable también está bajo control del Estado de Israel, y lo utiliza como herramienta de limpieza étnica: ha bombardeado sistemáticamente pozos de, el acuífero de Gaza está contaminado y no se permite la entrada de los materiales necesarios para desalinizar el agua de mar.

Bombardeos y homicidios sistemáticos

Desde la creación del Estado de Israel, en el año 1948, el sionismo ha asesinado de forma sistemática a la población palestina y ha tratado de expulsarla de sus tierras. Incluso antes, con la llegada de los primeros sionistas en la Primera Guerra Mundial a la actual Palestina ocupada, territorio en aquel entonces bajo el control del Reino Unido, se inició por su parte una violenta persecución contra los árabes, la cual hubiese sido imposible llevar sin la protección y el apoyo logístico y financiero del Reino Unido, ya que el 90% de la población en aquel entonces era árabe. Perry Anderson recoge bien este proceso en el texto Scurrying Towards Bethlehem (Precipitarse hacia Belén).

Tras la Guerra de los Seis Días de 1967, el recién nacido Estado sionista se hizo con el control directo de la Franja de Gaza y, desde entonces, ha ido construyendo el campo de concentración y exterminio que hoy conocemos. En todo este tiempo hasta llegar al día de hoy, Israel ha ejecutado innumerables ataques, bombardeos y asesinatos, de manera sistemática, y más aún después del octubre de 2023, cuando las fuerzas sionistas volvieron a ocupar Gaza e iniciaron la ofensiva y matanza más cruenta en la historia de Palestina.

Para el Estado de Israel, es legítimo atacar, tirotear y bombardear un objetivo por el simple hecho de estar en Gaza, lleva a cabo asesinatos de forma indiscriminada y, además, no deja opción a sus habitantes ni siquiera de protegerse o de huir, ya que tiene cerradas las fronteras y cualquier edificio, hospital, campo de refugiados, etc. que puedan usar como refugio corre el riesgo de ser bombardeado, por el mero hecho de estar en Gaza. No hay más que ver cómo han reducido Gaza a cenizas desde octubre de 2023, dándoles igual si se trataba de hospitales, escuelas o viviendas particulares. 

Deshumanización

La deshumanización del sionismo hacia la población palestina es la premisa y consecuencia ideológico-moral de la situación que vive el pueblo palestino y de la mera existencia de la Franja de Gaza. El sionismo, desde su nacimiento como ideología política moderna, ha tenido como base el intento de deshumanización hacia los árabes palestinos, aunque, a medida que Israel se ha ido estabilizando como proyecto político, la deshumanización ha cambiado de forma, intensidad y crueldad. De hecho, en los albores del sionismo, la deshumanización hacia los palestinos se centraba, sobre todo, en hacer como si no existieran. Podemos encontrar reflejo de ello en la actitud de Theodor Herzl, padre del sionismo, cuyo principal objetivo siempre fue el de crear un Estado judío en tierras palestinas, quien apenas hacía mención a los árabes palestinos que vivían en esas tierras, actuaba como si no existiesen, al menos públicamente.

Algo parecido ocurre con el Primer Congreso Sionista, el cual reunió a los sionistas a nivel mundial en 1897. Junto con la Organización Sionista Mundial, creada durante este congreso, los pensadores sionistas reunidos en torno a estas entidades procuraban evitar menciones de colonización, limpieza étnica y expulsión forzosa de los palestinos de sus tierras. En consecuencia, actuaban como si en Palestina no viviese nadie, aunque supieran perfectamente qué tipo de exterminio suponía la construcción de un Estado judío en Palestina. De este ecosistema intelectual proviene, por ejemplo, uno de los lemas típicos del sionismo: “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. El historiador Ilan Pappé refleja de forma clara esta deshumanización en los orígenes del sionismo en los libros La limpieza étnica de Palestina y Los diez mitos de Israel.

El trato que sufre la población palestina es, al fin y al cabo, idéntico al que los nazis aplicaron a los prisioneros en campos de concentración: ser controlado las 24 horas del día, movilidad limitada, amenaza constante de ser asesinados, trato contra la dignidad de las personas, uso criminal del hambre y otra infinidad de prácticas que van en contra de toda humanidad

Aunque la deshumanización de los palestinos y las palestinas esté en la base del sionismo, dicha deshumanización ha ido cogiendo una forma cada vez más cruel, explícita y violenta, a medida que el proyecto político sionista ha ido ganando fuerza, y, ni qué decir, lógicamente, desde 1948, con la construcción de su estado que les otorgó el control sobre el territorio y sobre parte de la población.

Hoy en día, la deshumanización de las personas palestinas por parte del Estado de Israel es sistemática y estructural, tanto en los territorios palestinos ocupados que controla directamente, como, por supuesto, en la Franja de Gaza. Tal y como se ha mencionado anteriormente, en los territorios ocupados por el Estado de Israel, los palestinos son, en un plano legal, ciudadanos de segunda, ya que existen decenas de leyes en vigor que discriminan a los palestinos, como es el caso de aquellas que les impiden el acceso a la vivienda, al suelo, etc. Asimismo, en el caso de los refugiados, a aquellos que tuvieron que abandonar el territorio por la Nakba en 1948, el Estado no les permite regresar, mientras permite el retorno de judíos de todo el mundo. En el día a día también tienen que sufrir un trato despectivo por parte de las instituciones del Estado, y qué decir por parte de la policía, quien ejerce una represión sistemática contra la población palestina.

Desde los inicios del sionismo, los árabes palestinos han sido tratados como seres no civilizados, como si fuesen irracionales o salvajes, pero, actualmente, se les trata directamente como amenaza: los palestinos son terroristas y enemigos para los judíos desde el punto de vista del Estado de Israel. El ministro israelí de Defensa, Yoav Galant, calificaba a los palestinos como “animales humanos” en la rueda de prensa que ofreció para ordenar el cierre total de Gaza, en octubre de 2023, en la que afirmó que no entraría ni alimento, ni agua, ni electricidad, ni combustible, proclamándose directamente y ante todo el mundo como autor de un crimen de guerra, con total impunidad.

Esta retórica y conceptualización sobre el pueblo palestino, la cual sostiene que es él el enemigo, salvaje y terrorista, le sirve al sionismo para crear una justificación previa para ese trato animal que le da. Trato que ni los animales merecen, dicho sea de paso. Quizá, uno de los ejemplos más claros de esa deshumanización sea ver cómo las fuerzas de defensa de Israel disparan a niños y a civiles y cómo lo celebran después, incluso en sus cuentas de Tiktok e Instagram. Mostrar con orgullo esta crueldad es señal de la percepción desfigurada que tienen los palestinos, a quienes equiparan con animales, además de que ejemplifica la absoluta fanatización de los sionistas. El medio de comunicación Al Jazeera ha documentado y demostrado de forma clara la cara más oscura de esta deshumanización en el documental titulado Gaza, el cual recoge los crímenes de guerra cometidos por soldados israelíes durante un año, basado tan solo en vídeos que ellos mismos subieron a las redes.

A pesar de todo, y aunque sea en lo más profundo de su alma, al menos algunos de ellos tienen algo de humanidad, ya que no son pocos los soldados sionistas que no pueden vivir con lo que han hecho y visto en la Franja de Gaza y se acaban suicidando. Quizá tenga que ver con otra de las caras más oscuras de la deshumanización: el trato y las torturas que sufren los presos palestinos. Y es que son aterradores los relatos de palestinos que han estado en prisión sobre las condiciones, malos tratos y torturas que vivían en las prisiones sionistas. Aquí no se explicarán, por cuestiones de sensibilidad, pero quien quiera conocerlos podrá encontrarlos fácilmente en las redes.

El trato que venimos describiendo hasta ahora es, al fin y al cabo, idéntico al que los nazis aplicaron a los prisioneros en campos de concentración: ser controlado las 24 horas del día, movilidad limitada, amenaza constante de ser asesinados, trato contra la dignidad de las personas, uso criminal del hambre y otra infinidad de prácticas que van en contra de toda humanidad.

Las características expuestas hasta ahora nos permiten afirmar que la Franja de Gaza funciona, en la práctica, como un campo de concentración, al menos desde el año 2007, y ni qué decir desde octubre de 2023. Pero, además, mientras se escriben estas líneas, se ha filtrado nueva información sobre los planes que tienen Israel y Estados Unidos para Gaza. Según estos documentos, la intención es, en una primera fase, hacinar a todos los gazatíes en campos de concentración aún más reducidos para que el Estado de Israel ejerza un control más directo sobre sus vidas, para después, según estos documentos, expulsar a toda la población palestina de su país a cambio de una cantidad de dinero.

Este plan no es definitivo, pero nos muestra dos cuestiones de forma clara: por un lado, que lo que todo lo hecho en la Franja de Gaza y, en concreto, el nuevo sistema de gestión de ayuda humanitaria recién implementado, no es más que el primer paso para tener a los gazatíes cada vez más controlados y hacinados. De hecho, una vez conseguido el control sobre la gestión de la ayuda humanitaria, pueden amenazar a los gazatíes para obligarlos a desplazarse a estos campos de concentración con condiciones más duras.

Por otro lado, el plan mencionado también demuestra, de forma explícita y una vez más, que el objetivo real del sionismo es la limpieza étnica, y no terminar con Hamas, liberar a los rehenes o cualquier otra excusa que utilicen. La última fase de este plan consiste en llevar a cabo una reestructuración de la Franja de Gaza, para llenarla de resorts y hoteles dirigidos al turismo y, cómo no, con el fin principal de que el capital estadounidense haga negocio. Es así como aparece Gaza en un video que difundió Donald Trump, el cual fue creado gracias a la inteligencia artificial y en el que también aparece su entonces socio, Elon Musk.

Junto a ello, no podemos dejar de mencionar que el genocidio que se está llevando a cabo en la Franja de Gaza, así como la colonización y limpieza étnica que está ejecutando el sionismo en tierras palestinas, no serían en absoluto posibles sin el apoyo y la ayuda de los estados capitalistas occidentales. Es evidente que el principal responsable es Estados Unidos, ya que la relación entre estos dos estados va más allá de la cooperación, y es que EE. UU. ofrece todo tipo de protección y ayuda al Estado de Israel, ya que este último es el representante de los intereses occidentales en Oriente Próximo. El segundo responsable, casi en la misma medida que EE. UU., es el Reino Unido, quien, además de enviar material para la guerra como barcos, aviones, armamento, etc., ha intervenido directamente en Gaza. Desde una de las bases militares que Reino Unido tiene en Chipre, en Akrotiri, la Royal Air Force (RAF) ha operado varios vuelos a la Franja de Gaza, y podría haber transmitido información a las Fuerzas de Defensa Israelíes. 

Los estados de la Unión Europea son igualmente responsables del genocidio y la limpieza étnica que se están llevando a cabo, principalmente por su venta de armamento militar, por la no ruptura de relaciones con el sionismo y por el silenciamiento y represión hacia los movimientos de solidaridad con Palestina. Y es que esto también está ocurriendo: estamos observando una censura severa y represión por parte de los aliados de Israel contra las iniciativas que se solidarizan con Palestina, siendo el caso más notorio el acaecido en las universidades de EE. UU., pero ha ocurrido en la misma medida en países como Reino Unido, Francia y Alemania.

Para finalizar, hay que poner especial énfasis en señalar cuáles son las posibilidades y propuestas reales para acabar con la colonización, la limpieza étnica y el genocidio contra los palestinos. Hoy en día, lamentablemente, la propuesta que tiene más fuerza, o al menos la más extendida, es aquella que se conoce como la “solución de los dos estados”, según la cual el conflicto se resolverá mediante la creación de un Estado palestino, limitando el Estado de Israel a los territorios anteriores a la Guerra de los Seis Días. No es el cometido de este texto analizar en profundidad esta propuesta política, ni realizar a su respecto una crítica elaborada. Para ello, resulta más apropiado el libro que recoge el diálogo-debate entre Noam Chomsky e Ilan Pappé, titulado Conversaciones sobre Palestina. No obstante, cabe mencionar que se suele defender con frecuencia la solución de los dos estados desde el posibilismo, esto es, se sostiene la idea de que dicha opción no es la más correcta desde un punto de vista ético, pero sí la posición política más realista. Sin embargo, no hay por dónde coger esta propuesta, todavía menos desde el fracaso de los Pactos de Oslo y desde lo sucedido el 7 de octubre de 2023.

La solución de los dos estados viene de lejos, pero se basa principalmente en los Acuerdos de Paz de Oslo, ya que es ahí donde obtiene su base, una oficialidad, de manera que mediante el desarrollo de esos Acuerdos de Paz se pretendía conseguir la creación de un supuesto Estado palestino y la convivencia pacífica entre ambos Estados. No obstante, el fracaso de este pacto, la insistencia de Israel en la colonización de las tierras palestinas y los avances en la limpieza étnica demuestran, una vez más, cuál es la verdadera naturaleza de Israel, quien no está dispuesta a aceptar ningún Estado palestino y cuyo único objetivo es el de ocupar todo el territorio palestino y llevar a cabo una limpieza étnica. Y esto no constituye tan solo la voluntad de un mandatario o de un partido político, sino que es una idea que proviene de las mismas entrañas del sionismo. El Estado de Israel se ha construido sobre esa concepción del mundo y, por ese motivo, la solución de los dos estados tiene más de utopismo que de realismo, ya que un sionismo pacifista alberga en su seno una contradicción elemental. Hay que elegir entre el sionismo o la paz para los pueblos de Oriente Próximo, pues son incompatibles. 

La resolución del conflicto exige, inevitablemente, la superación del sionismo, su desaparición, tanto como ideología como en su expresión política más desarrollada: el Estado de Israel. Esta es la premisa fundamental para resolver el conflicto. Una vez que esto ocurra, podríamos comenzar a hablar de un solo Estado, un estado aconfesional y capaz de garantizar la igualdad de derechos y oportunidades para las diferentes identidades nacionales y religiones presentes en el territorio. Y las garantías para ello solo vendrán de la mano del socialismo, pero, para llegar a esta situación, primero habrá que cerrar muchas heridas y muchos tendrán que pagar por el sufrimiento y el terror causado a un pueblo inocente. Por ello, hoy por hoy, más que estar a favor de Palestina, tiene más relevancia estar en contra de Israel.

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