Este junio se celebra el 50 aniversario del fallecimiento de Gabriel Aresti. Queremos aprovechar esta efeméride para recordarlo y reivindicarlo, para sacarlo del ostracismo al que algunos quisieran condenarlo. Más si cabe en estos tiempos de crisis donde Aresti es una referencia histórica de valor y de conflicto, por representar él mismo en su propia
imagen y en su obra la ruptura entre dos mundos antagónicos. Y es que Gabriel Aresti es una figura perturbadora para el nacionalismo vasco; y lo es porque encarna la ruptura del mito de la unidad nacional, del interés nacional en común de burguesía y proletariado.
Gabriel Aresti siempre ha vivido en el limbo entre la aceptación y el olvido, entre la asimilación y el abandono. Y eso es así porque Aresti, como gran referente de la cultura vasca, y uno de los mayores innovadores de la literatura vasca, es, sin embargo, referente de otra cultura vasca, de una cultura proletaria, comunista. Es por ello que ningún defensor
de la cultura vasca puede renegar de él, pero muchos tampoco pueden reivindicarlo. Y es que, si su obra es una aportación a la cultura vasca, eso lo es solo en la medida en que es una innovación cultural asociada al ascenso social y político, revolucionario, del proletariado. Aresti es imagen viva y actual, porque así lo es la lucha por la emancipación de clase y el comunismo.
Gabriel Aresti es una figura perturbadora para el nacionalismo vasco; y lo es porque encarna la ruptura del mito de la unidad nacional, del interés nacional en común de burguesía y proletariado
En ese sentido, la contribución de Aresti es una especie de regalo envenenado para esa cultura vasca, defendida por el nacionalismo, que pretende anular el conflicto en su seno. Es una bomba de relojería contra aquellos que no pueden renegar de una aportación que enriquece la cultura en general, pero que lo hace porque es hija de su tiempo y se compromete con el mismo. Es una cultura vasca que rompe con la cultura vasca: he ahí la razón de su persistencia en el limbo, en ese claroscuro entre los dos mundos; entre el viejo que se muere y el nuevo que acabará por aparecer.
La figura de Aresti es perturbadora porque demuestra que un comunista puede contribuir a una cultura nacional; y de hecho lo hace de tal manera que su poso es tanto más hondo cuanto más contribuye con su aportación a una cultura proletaria, de lucha por la emancipación de clase y el comunismo
La figura de Aresti es perturbadora porque demuestra que un comunista puede contribuir a una cultura nacional; y de hecho lo hace de tal manera que su poso es tanto más hondo cuanto más contribuye con su aportación a una cultura proletaria, de lucha por la emancipación de clase y el comunismo. Es decir, tanto más honda cuanto más rompe con el nacionalismo que pretende monopolizar la cultura vasca.
Así, Aresti perturba los planes nacionalistas porque, sin ser nacionalista, es referente nacional del proletariado vasco e impulsa la supervivencia del pueblo vasco; demuestra que la supervivencia de un pueblo está estrechamente relacionada con su capacidad de proyectarse a futuro, y eso significa basar el porvenir en las fuerzas vivas de la sociedad, en el proletariado organizado por la revolución socialista.
Aresti es un comunista que reniega del nacionalismo y mediante ese gesto hace perdurar, da impulso, a una cultura nacional del proletariado; una cultura que ya no pertenece a la burguesía y a las clases que la apoyan, que ya no reivindica el aislacionismo y la confrontación nacional excluyente como actitud de supervivencia profundamente reaccionaria. Muy al contrario, la cultura nacional a la que contribuye Aresti es una cultura que, mediante su conexión universal con la cultura de clase del proletariado y su movimiento internacional, proyecta al pueblo vasco a un nuevo futuro comunista y lo hace perdurar como patrimonio a conservar.
Por eso es perturbador Aresti. Porque la sola existencia de su figura y su recuerdo pone a los nacionalistas frente a sus contradicciones. ¿Cómo podría un comunista, un internacionalista, ser referente cultural de un pueblo? Respuesta: precisamente
por eso. ¿Cómo se podría hacer perdurar una lengua y una comunidad de vida renegando de la política excluyente, con tendencias xenófobas y racistas del nacionalismo? Respuesta: precisamente por eso.
Y tanto más perturba cuanto más cuerpo adquiere su imagen y su recuerdo; cuanto más avanza el movimiento de emancipación del proletariado y hay un legado y una tradición comunista que lo reivindica. Tanto más cuando en Euskal Herria el Movimiento Socialista avanza en detrimento de las posiciones nacionalistas y lo hace consecuentemente: como movimiento internacional del proletariado en ascenso, y como movimiento profundamente arraigado a su tierra.
Si figuras comunistas como Aresti demuestran algo, eso es que las raíces y el amor a una tierra y a una comunidad son más profundos cuando no se basan en la exclusión, cuando se basan en la integración de todo el proletariado en la lucha por un futuro comunista, de libertad
Porque, si figuras comunistas como Aresti demuestran algo, eso es que las raíces y el amor a una tierra y a una comunidad son más profundos cuando no se basan en la exclusión, cuando se basan en la integración de todo el proletariado en la lucha por un futuro comunista, de libertad.
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