FOTOGRAFÍA / Lander Moreno
2021/11/02

Han sido consecuencia de los acontecimientos de aquellos años, entre otras, el abandono de la lucha armada de Euskadi Ta Askatasuna, la completa integración institucional de la Izquierda Abertzale o el contexto político actual de Euskal Herria. El hecho de que todo un sector social, que durante cinco décadas ha sostenido la estrategia armada, haya dejado de lado una de sus principales características ha creado múltiples debates. Aunque se ha hablado mucho de las consecuencias de este complejo proceso, no es muy conocida la transición interna que vivió la Izquierda Abertzale.

Por lo general, en la sociedad vasca se han construido tres narrativas en torno a la desintegración de la lucha armada: la hegemónica, la de la Izquierda Abertzale oficialista y la de la Izquierda Abertzale disidente, por decirlo de alguna manera. La primera visión es completamente reaccionaria, y afirma que la capitulación de la organización armada se produjo «porque la democracia prevaleció sobre el terrorismo». La segunda perspectiva toma como clave del proceso la ingeniosa dirección de la Izquierda Abertzale y una especie de voluntarismo admirable para la persuasión política interna. Interpreta que el resultado de todo ello fue que la Izquierda Abertzale se situase en el «camino adecuado». Por último, estaría la posición que se muestra crítica con la actual Izquierda Abertzale Oficialista, aquella que toma por «traidores» a los dirigentes políticos que promovieron el llamado cambio de estrategia. Entre otras cosas, les culpan de haber dado un golpe dentro del ­MLNV y de haber roto con los principios del movimiento. A pesar de los prejuicios, la escabrosa historia del conflicto vasco debería de darnos una oportunidad para la profundidad analítica y la crítica política, más allá de los tópicos. Las siguientes preguntas pueden ser un punto de partida interesante, tanto para la reflexión como para la investigación:

¿Hubo discrepancias en las organizaciones que conformaban el MLNV?
¿Hubo discrepancias entre ETA y la Izquierda Abertzale?
En caso de que las hubiera, ¿cómo se gestionaron internamente?

EL PARADIGMA KAS

Antes de abordar el ejercicio histórico, es necesario reparar a los fundamentos estratégicos de los que se sirvió el MLNV e identificar las causas de su agotamiento, aunque sea de forma breve. Llamaremos paradigma de la alternativa KAS a aquella fórmula estratégica que integraba el factor de la lucha armada, a pesar de sus adaptaciones a lo largo del proceso.

Ante la perspectiva de la transición, ETA militar rechazó el objetivo de derrotar militarmente al Estado español por insurrección y se hizo con el concepto de guerra de desgaste de larga duración. El objetivo del nuevo modelo de confrontación era el de forzar la negociación política para establecer la hoja de ruta de unos mínimos de libertades democráticas para Euskal Herria. Como el contenido de la hoja de ruta era intangible, tan solo discutirían los plazos y ritmos para su plasmación. Entendieron que los resultados de la negociación estarían determinados por, entre otros, «las correlaciones de fuerzas favorables». Para que la relación de fuerzas entre el Estado español y el MLNV se inclinara en favor del segundo, razonaron que debían acumular y aplicar fuerzas en los frentes militar, político y social; priorizando el frente militar y asignando a la organización armada la función de vanguardia. Al fin y al cabo, el MLNV pretendía doblegar al Estado con duras campañas de acciones armadas, obligándolo a aceptar en la mesa de negociación los puntos recogidos en la alternativa KAS[1]. La Izquierda Abertzale moderna se constituyó en torno a esta definición[2].

Al fin y al cabo, el MLNV pretendía doblegar al Estado con duras campañas de acciones armadas, obligándolo a aceptar en la mesa de negociación los puntos recogidos en la alternativa KAS. La Izquierda Abertzale moderna se constituyó en torno a esta definición

La guerra de desgaste se fundamentaba en la siguiente asunción: el Estado español, ocasionalmente, podía detener comandos de ETA, asesinar a militantes, expandir la represión en Euskal Herria y confrontar políticamente a la Izquierda Abertzale de forma brutal, pero nunca podría vencer por completo al MLNV. Según esta arquitectura estratégica, ETA mantendría su capacidad proporcional de autorreproducción militar, la Izquierda Abertzale no sufriría un declive crítico, ni en su capacidad de movilización, ni en su apoyo social y, por supuesto, el Estado español no se atrevería a tocar sus partidos políticos, sus organizaciones civiles ni su base social. Entendieron que, aquel equilibrio que supuestamente iba a ser duradero, a largo plazo, iba a suponer al Estado un coste personal, económico y político inasumible. Por lo tanto, al amparo del tiempo, la razón y las masas, al MLNV no le quedaba otra que ir encadenando golpes. Algunos lo llamaron la teoría del empate infinito.

LA NEGOCIACIÓN IMPOSIBLE

La negociación deseada por el ­MLNV se hizo cada vez más difícil a medida que se desarrollaba el conflicto vasco. A fin de cuentas, en cada uno de los contactos experimentados se repitió un patrón similar: ETA se sentaba en la mesa con la intención de debatir sobre contenidos políticos y el Estado español tan solo quería firmar en cuestiones sobre los presos, deportados y el «fin de la violencia». Cuando el MLNV realizaba valoraciones tanto del fracaso de cada intento de negociación como de cada campaña armada, interpretaban continuamente que las condiciones para conseguir la negociación política estaban «por llegar», es decir, que había que seguir golpeando con más dureza y en otras formas. En aquel entonces, nadie afirmaba categóricamente que mantener durante mucho tiempo la tensión armada pudiera agotar las posibilidades de negociación. La realidad del conflicto vasco de los años 80 y 90 dejaba margen para la incertidumbre por doquier, ya que ambos adversarios tiraban fuertemente de la cuerda. «Las cosas no se pueden medir únicamente por lo que sucedió después, hay que medirlas en comparación con la representación directa de la época», dice Emilio Lopez Adan, Beltza[3].

En cada uno de los contactos experimentados se repitió un patrón similar: ETA se sentaba en la mesa con la intención de debatir sobre contenidos políticos y el Estado español tan solo quería firmar en cuestiones sobre los presos, deportados y el «fin de la violencia»

No obstante, las dudas sobre la viabilidad estratégica de la actividad armada no son cosa de ayer en ETA. El histórico militante Eugenio Etxebeste, Antton, por ejemplo, escribió a la dirección de la organización en 1992 que la lucha armada «comenzaba a convertirse en freno». En una entrevista concedida al diario Berria en 2016, explicaba que «perder la batalla militar no podía llevar a que se perdiera la batalla política»[4]. Testimonios más cuestionables de antiguos militantes han puesto palabras similares en la boca de más miembros históricos, siempre en el contexto de conversaciones privadas[5].

ASEDIO

Antes de aterrizar en el escenario del conflicto vasco en el siglo XXI, conviene hacer algunos apuntes sobre los factores tanto coyunturales como estructurales que condicionaron el proceso. Al situar la trayectoria política del MLNV en la fase de 2007-2011 en su relieve material e histórico, en primer lugar, nos encontramos con la modernización del capitalismo español y con la transición política que se le asocia. La reforma del régimen supuso el agotamiento del ciclo de producción fordista y el desmantelamiento del movimiento obrero clásico, pero también el agotamiento progresivo de las alianzas del MLNV y la reducción progresiva de su potencial base social. De hecho, a los segmentos más importantes del sujeto político que se proyectaba en una «unidad popular» interclasista para la ruptura democrática, es decir, tanto a la aristocracia obrera como a la pequeña burguesía de Euskal Herria, se les abrió la oportunidad de proteger sus intereses particulares en las representaciones políticas del Estado, en los puestos de trabajo públicos, etc. Así, la constitución de 1978 y su momento histórico pusieron una lápida sobre las reivindicaciones de las naciones oprimidas y los conflictos sociales. Aprovechando la ocasión, las instituciones autonómicas españolas de Hego Euskal Herria (la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral de Navarra) obtuvieron estabilidad política. Paralelamente al conflicto vasco, la clase media que constituye la ciudadanía del estado vivió hasta 2008 una época de prosperidad política, económica y social. De esta manera, a medida que la despolitización de la sociedad iba creciendo exponencialmente, el MLNV se convirtió en una especie de oasis de antagonismo en medio del estado de bienestar.

A medida que la despolitización de la sociedad iba creciendo exponencialmente, el MLNV se convirtió en una especie de oasis de antagonismo en medio del estado de bienestar

Este cambio en las correlaciones de fuerzas abrió camino al Estado para asediar y ahogar a toda la comunidad de lucha de Euskal Herria. Paradójicamente, la democracia burguesa consiguió, poco a poco, poner la estrategia de la guerra de desgaste en contra del propio MLNV. El Ministro de Interior español creó una doctrina moderna, compleja y multilateral, homologada a los manuales de contrainsurgencia de las potencias capitalistas, para acabar con «ETA y su entorno».

Hay que entender dentro de estos parámetros, entre otros, la tortura, el terrorismo de estado, los movimientos civiles de protesta contra ETA, la intensificación de la colaboración policial entre los estados francés y español, el Pacto de Ajuria Enea que estableció la dicotomía «demócratas vs violentos», la dispersión y la política penitenciaria de excepción contra los presos políticos vascos, las famosas «salidas individuales» para militantes arrepentidos, las diversas ilegalizaciones contra la Izquierda Abertzale civil y política, el desarrollo tanto cuantitativo como cualitativo de la eficacia policial para descubrir las estructuras de ETA, etc.

A medida que iba recibiendo golpes, el MLNV formuló numerosos ajustes tácticos, con la intención de estrechar el pulso hacia la mesa de negociación política. El Estado y las delegaciones de la organización armada se sentaron frente a frente en varias ocasiones: en 1989 en Argel (Argelia), en 1999 en Zúrich (Suiza), en 2005 en Oslo (Noruega) y en 2006 en Ginebra (Suiza). También hubo contactos entre partidos políticos, en 1998 en los acuerdos de Lizarra-Garazi y en 2006 en Loiola (Gipuzkoa). Pero ninguno de ellos resultó. El desgaste de la citada trayectoria y el trágico fracaso de la última sesión negociadora situaron al MLNV en un callejón sin salida, en estado crítico.

LAS GRIETAS

En 2007 todo el movimiento se encontraba en serios apuros. La Izquierda Abertzale estaba ilegalizada políticamente y arrinconada socialmente. ETA vivía una crisis militar a nivel operativo y, por si fuera poco, el apoyo social general de la organización era más bajo que nunca. Por primera vez en la historia, la organización armada comenzaba a perder su buen nombre también en la Izquierda Abertzale. El 30 de diciembre de 2006, ETA hizo explosionar la terminal T4 del aeropuerto madrileño de Barajas en medio del alto al fuego. Como consecuencia de aquello, en palabras del exmilitante de ETA Josu Urrutikoetxea, «algo se rompió dentro de los ciudadanos vascos, y la gente no lo entendió»[6]. Aunque Batasuna no lo condenó públicamente, parece ser que Arnaldo Otegi, de forma privada, se lo expresó claramente a varios periodistas: «ETA ha atentado contra su historia y su credibilidad al llevar a cabo la acción durante el alto al fuego»[7]. La tensión y la deriva eran evidentes en el MLNV.

ETA vivía una crisis militar a nivel operativo y, por si fuera poco, el apoyo social general de la organización era más bajo que nunca. Por primera vez en la historia, la organización armada comenzaba a perder su buen nombre también en la Izquierda Abertzale

En medio del embrollo, la dirección de Batasuna comenzó a reconocer, a nivel interno, que el anterior modelo de negociación estaba agotado, aunque las dudas viniesen de antes. «Se precisaba de una aclaración estratégica. Los anteriores modelos de negociación no servían para repetirlos más veces. La perspectiva de una posible nueva negociación bilateral que se pudiera dar por el desarrollo de las fuerzas militantes era muy remota y, mientras tanto, la acumulación política histórica conseguida por la Izquierda Abertzale durante años se disipaba, con el peligro de que se quedara en la insignificancia política», sostienen Urko Aiartza y Rufi Etxeberria[8]. La efectiva realización de cambios tan profundos exige de sólidos consensos para cualquier movimiento, y qué decir para el MLNV.

Los últimos diálogos de Ginebra se rompieron a finales de mayo de 2007, sin haber llegado a acuerdo alguno; ni en la mesa ETA-Gobierno ni entre Batasuna-PSE. A partir de aquel momento, las perspectivas de Batasuna y ETA comenzaron a distanciarse entre ellas. De camino a casa, la delegación del partido sabía que la organización se preparaba para romper el alto al fuego, lo cual no le dejaba un buen escenario en el proceso que quería abrir formalmente en la Izquierda Abertzale. El 5 de junio de 2007, ETA declaró en los medios de comunicación «la apertura de todos los frentes para la defensa de Euskal Herria». Tres días después, el Tribunal Supremo dictó una sentencia de pena de cárcel contra Arnaldo Otegi, encarcelando al dirigente de Batasuna en Martutene (Gipuzkoa).

La organización, mientras tanto, retomó las acciones a partir de junio. Su eficacia fue escasa y sufriría redadas con cada vez más frecuencia. Sin embargo, ETA inició en otoño de 2007 una asamblea general, para debatir sobre el próximo ciclo armado. Los máximos responsables de la organización tenían fuertes disputas en aquel mismo momento, más que por razones estratégicas, por cuestiones operativas. Así, se desató una profunda crisis interna en ETA, hasta el punto de que hubo dos direcciones que en la práctica funcionaban por separado. Hubo un momento en el que parece que una sección de la dirección llegó a expulsar a la otra de la organización. Quienes la vivieron de cerca, afirman que aquella disputa «influyó notablemente en la aceptación y confianza que la organización tenía en la Izquierda Abertzale»[9].

El proceso interno de ETA seguía adelante en medio de la tormenta, acompañado por las detenciones de algunos de sus responsables y por sus consiguientes cambios de cargos. Al final de la primera fase del debate, en marzo de 2008, concluyeron una «larga fase de confrontación armada» con el apoyo del 80,5 % de la militancia. El Txosten Osatua (Informe Completo en castellano) afirmaba que «la Izquierda Abertzale debería dirigir su estrategia a endurecer el conflicto y a elevar la confrontación política al máximo». La organización advirtió de que, para ello, «la Izquierda Abertzale debería ordenar su casa», en referencia a aquellos que sostenían las tesis contra la lucha armada. No obstante, la asamblea de ETA no se llevaría a cabo como esperado. El planteamiento que, paralelamente, había comenzado a socializar la dirección de Batasuna era muy distinto, y condicionaría directamente el sentido de toda la Izquierda Abertzale[10].

EL MODELO DE DIRECCIÓN EN TELA DE JUICIO

En verano de 2008, el MLNV dio inició a la negociación más difícil de su historia: precisamente, a la resolución del conflicto entre las posiciones contradictorias que existían en su seno. Debido a la situación de ilegalización, las estructuras se vieron con enormes dificultades para reflexionar colectivamente sobre el fracaso del proceso de Ginebra que se cerró en 2007. Para cuando excarcelaron a Otegi, en agosto de 2008, Ekin[11] y Batasuna ya habían aprobado las planificaciones anuales que coincidían con el informe de la última asamblea de ETA. En aquel contexto, los miembros de Batasuna que querían divulgar nuevas tesis se volvieron a reunir en nombre de un «núcleo», con la intención de intercambiar opiniones con «el mayor número posible de personas de la Izquierda Abertzale»[12]. Según ellos, la mayoría de los miembros entrevistados coincidía con ellos.

Poco después, el diario Gara publicó una entrevista realizada a Otegi. El titular decía: «La Izquierda Abertzale debe construir una estrategia eficaz para lograr un escenario democrático»[13]. No hizo estas declaraciones como portavoz de Batasuna, ya que no coincidían con la postura oficial de la Izquierda Abertzale de aquel entonces. Puesto que comenzaban a aflorar diferencias y algunas de las acciones armadas habían levantado polémicas en la Izquierda Abertzale, las direcciones de todas las organizaciones del MLNV acordaron plantear un debate sobre la estrategia en diciembre de 2008. Preveían un plazo de seis meses antes de hacer llegar el proceso de reflexión a la amplia base social. Varios militantes sostienen que en la primera fase del debate interno restringido se impuso la «postura favorable al cambio de ciclo». ETA no aporta tanto detalle[14].

Con el paso del tiempo, hubo intercambios de declaraciones públicas entre la Izquierda Abertzale política y ETA. El 16 de marzo de 2009, por ejemplo, varios miembros de distintas organizaciones del MLNV realizaron un acto público, reivindicando «una estrategia eficaz y la colaboración entre independentistas». ETA, por su parte, respondió en Gara que estaba trabajando para definir una «estrategia político-militar efectiva»[15]. Afloraron voluntades contrapuestas, y el riesgo de ruptura, de nuevo, estaba en el aire.

En verano de 2009, cuando comenzaron a debatir sobre la estrategia y la línea política del futuro, el choque entre las tesis llegó a un punto crítico. La mayoría consideraba que si se continuaba con la lucha armada sería imposible llegar a acuerdos entre independentistas y obligar al Estado español a negociar. Otros cuantos argumentaban que eran compatibles. Por si esto fuera poco, varios miembros comenzaron a cuestionar el marco para el debate: ¿a quién correspondía la toma de decisiones sobre la lucha armada?, ¿solo a ETA?, ¿o a todo el MLNV? El modelo clásico de dirección del movimiento estaba en crisis. Esto era lo único que estaba claro[16].

Como las posiciones habían llegado a una situación de bloqueo, varios militantes de organizaciones civiles de la Izquierda Abertzale acordaron con una delegación de ETA suspender el debate. Posteriormente, trasladaron la decisión a las direcciones del resto de organizaciones. La dirección de Batasuna no estaba de acuerdo con la medida adoptada, ya que consideraban que el abandono de la concreción estratégica se había solucionado «en condiciones deficientes y con escasa representación». En vista de ello, elaboró su propio informe y decidió continuar con el proceso por su cuenta. A partir de entonces, el debate sobre la estrategia general del MLNV se dirigió y desarrolló desde las estructuras de Batasuna, no desde Ekin. De esta manera, el partido político comenzó a funcionar de forma autónoma al resto de estructuras del movimiento, concentrando numerosos poderes[17].

A partir de entonces, el debate sobre la estrategia general del MLNV se dirigió y desarrolló desde las estructuras de Batasuna, no desde Ekin. De esta manera, el partido político comenzó a funcionar de forma autónoma al resto de estructuras del movimiento, concentrando numerosos poderes

Finalmente, el debate estratégico se materializó en ponencias. Batasuna especificó sus tesis en el documento llamado Argitzen. Esta ponencia no expresaba explícitamente la intención de dejar de lado la estrategia político-militar, pero sí tenía una apertura conceptual que daba pie a ello. Los continuistas crearon la ponencia Mugarri, con una firme defensa de la lucha armada. La relación concreta entre ambos textos no es del todo transparente y, es que, algunos creen que hubo una disputa política entre las ponencias, mientras que otros afirman que son complementarias.

K.O. TÉCNICO

El Estado español había preparado para entonces alternativas más ambiciosas para el conflicto vasco que el cierre mediante negociación. La clave era obligar a Batasuna a alejarse de ETA y golpear a ambas. Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior español por aquel entonces, les dejó clara su doctrina: «O votos o bombas, vosotros elegís». El 13 de octubre de 2009 llevaron a cabo una operación policial en contra de varios miembros de la Izquierda Abertzale, que se conocería como el caso Bateragune. Como consecuencia de ello, encarcelaron Arnaldo Otegi, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta, Rafa Díez y Arkaitz Rodríguez. Sin embargo, estos miembros que encarnaban las tesis favorables al nuevo ciclo habían enviado las ponencias Argitzen a las asambleas locales antes de ser encarcelados. Sobre la razón de Estado del caso Bateragune, por otra parte, han predominado dos interpretaciones. Una afirma que el Ministerio del Interior español sabía que en la Izquierda Abertzale se estaba llevando a cabo un importante debate y que los miembros detenidos, en concreto, estaban realizando una labor eficaz para dar fin a la lucha armada. En consecuencia, el objetivo de la operación habría sido el de sabotear el proceso, para evitar que el hecho de abandonar la estrategia político-militar por su cuenta beneficiase políticamente a la Izquierda Abertzale. Según la otra versión, el Estado no tenía la certeza de que el proceso interno de la Izquierda Abertzale conllevara la capitulación de ETA, a pesar de ser consciente de la existencia del debate y de las intenciones políticas de los detenidos. Por ello, quería seguir metiendo presión[18].

En cualquier caso, el Estado intentó arruinar el modelo de pacificación de la Izquierda Abertzale, pero no porque no le interesase erradicar la lucha armada, sino porque quería hacerla desaparecer a su manera. A la burguesía española y a su brazo político-militar, no les convenía la existencia de ETA, abstractamente. Lo único que querían en los últimos momentos era mantener viva a una ETA con mínimas capacidades operativas, las suficientes para hundir políticamente a la Izquierda Abertzale y aplastar policialmente a la organización. El tiempo estaba a favor del Estado, y la gran pregunta ya no era la de cuándo acabaría la lucha armada, sino cómo.

El tiempo estaba a favor del Estado, y la gran pregunta ya no era la de cuándo acabaría la lucha armada, sino cómo

ÚLTIMO ALIENTO

Pese a que los dirigentes estuvieran en prisión, las nuevas tesis seguían ganando posiciones en la Izquierda Abertzale. Tras las detenciones, Gara publicó la ponencia de Batasuna y una carta abierta firmada por los cinco encarcelados. La carta formulaba términos más explícitos, ya que expresaba que la nueva política de la Izquierda Abertzale debía basarse «tan solo en el apoyo popular»[19]. Seis días después, varios militantes realizaron la Declaración de Altsasu, explicando que hacían suyos los Principios Mitchell. Estas normas empleadas por Sinn Féin en Irlanda del Norte para terminar con el IRA, entre otros, suponía «el uso exclusivo de medios democráticos y pacíficos», también una «actitud activa contra el uso de la violencia». La declaración desató tensión en la Izquierda Abertzale, ya que varios miembros que participaron en el acto público no supieron sobre su contenido concreto hasta el último momento. Los militantes que tenían dudas o desacuerdos tampoco vieron con buenos ojos que las palabras de aquella rueda de prensa se pusieran en boca de toda la Izquierda Abertzale, y mucho menos sabiendo que faltaba por llevar a cabo el debate principal. ETA también añadió matizaciones significativas mediante una nota[20].

Ambas ponencias circulaban paralelamente y en ámbitos distintos en la recta final del debate. Mientras que unos pocos trataron de obstaculizar la llegada del documento de Batasuna a las asambleas locales, el partido impuso un veto general a Mugarri, y tan solo extendió Argitzen a los pueblos. Finalmente, los autores de Mugarri tuvieron que retirar la ponencia, por orden de Batasuna. El EPPK (Colectivo de Presos Políticos Vascos) fue la excepción en todo este proceso, ya que fue la única organización que recibió la ponencia continuista. Batasuna y la representación de los presos realizaron dos reuniones al hilo de este problema. EPPK lanzó duras acusaciones al partido: le advirtió de que la ponencia escogida por la dirección unificada era Mugarri, y que Argitzen era la ponencia de Batasuna, «no la de toda la Izquierda Abertzale». Tampoco les gustó nada la carta de Gara y la Declaración de Altsasu, ya que los portavoces de los presos consideraban que habían sido decisiones tomadas «sin la aprobación de la dirección unificada». Batasuna se excusó afirmando que el modelo de coordinación y dirección «había perdido su eficacia». EPPK respondió a ver si la razón del abandono del órgano de coordinación no habría sido la de que «temiesen que la dirección unificada no aceptase la nueva estrategia»[21].

A pesar de las quejas y resistencias de última hora, Argitzen contó con una amplia aceptación. Es innegable que la mayoría de la base social de la Izquierda Abertzale tenía la voluntad de dejar atrás la lucha armada. En consecuencia, en febrero de 2010 publicaron la resolución Zutik Euskal Herria, declarando formalmente el rechazo definitivo por la lucha armada[22]. Las posiciones continuistas fueron desistiendo poco a poco, incluso en el seno de ETA. Estando la organización en las últimas, intentó trasladar su estructura logística a Portugal con intención de prolongar la campaña armada. Sin embargo, las fuerzas policiales detuvieron la maniobra y tanto sus responsables políticos como los materiales fueron detenidos. A partir de ahí, la dirección de la organización no puso más trabas y se limitó a gestionar el proceso del desarme junto con la Izquierda Abertzale.

A pesar de las quejas y resistencias de última hora, Argitzen contó con una amplia aceptación. Es innegable que la mayoría de la base social de la Izquierda Abertzale tenía la voluntad de dejar atrás la lucha armada

CONCLUSIONES

Podemos afirmar que en la última fase del MLNV hubo un conflicto político interno generado por tesis contrapuestas sobre la lucha armada, al menos entre el núcleo de dirección de Batasuna y algunos militantes tanto de ETA como de Ekin. Las ideas favorables al nuevo ciclo salieron reforzadas de la crisis de liderazgo, cumpliendo los objetivos de evitar divisiones y de garantizar la supervivencia partidista de la Izquierda Abertzale.

Sin entrar en valoraciones ético-políticas de todas las consecuencias que ha supuesto la decisión, a día de hoy se puede afirmar lo siguiente respecto al cambio de dirección de la Izquierda Abertzale: por un lado, si Otegi y el resto «liquidaron» la lucha armada, lo hicieron antes de que la inercia represiva del Estado o el aislamiento social la liquidaran. Por otro lado, desde el punto de vista procedimental, es cierto que los impulsores del cambio de ciclo realizaron irregularidades correspondientes a la democracia interna. Aun así, la aprobación se generalizó sin grandes oposiciones en la amplia base del movimiento, habiendo de por medio algunas detenciones selectivas del Estado y la presión política interna sobre los sectores minoritarios que no estaban de acuerdo.

Tras la ruptura de las últimas negociaciones, el Estado español vio una oportunidad real para deshacer tanto políticamente como militarmente la Izquierda Abertzale. La autodestrucción de la lucha armada, sin embargo, ha provocado una reconfiguración del campo de juego político de Euskal Herria. El hecho de permitir la participación electoral a la nueva Izquierda Abertzale domesticada ha sido un paso necesario para estabilizar la democracia burguesa española, después de haber dejado a ETA fuera de juego.

Siendo el MLNV uno de los movimientos de liberación nacional más fuertes del centro imperialista occidental, y tras ser testigos de su innegable fracaso histórico, queda en entredicho la capacidad objetiva de su fundamento estratégico para superar la opresión tanto nacional como de clase. Lo que se nos plantea es la caducidad de estrategias basadas en el etapismo y el interclasismo, así como los límites que se encuentran las organizaciones armadas especializadas para llevar a cabo profundas revoluciones sociales. Desde el respeto hacia los militantes que han dado su vida de forma desinteresada por una Euskal Herria sin clases y hacia el proyecto emancipador, la crítica y la disciplina son las obligaciones éticas de los militantes comunistas del siglo XXI. Que la identificación de los errores y las aportaciones de los antecesores sirva para acercarnos al horizonte que nos une.

Siendo el MLNV uno de los movimientos de liberación nacional más fuertes del centro imperialista occidental, y tras ser testigos de su innegable fracaso histórico, queda en entredicho la capacidad objetiva de su fundamento estratégico para superar la opresión tanto nacional como de clase

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] Los puntos de la alternativa KAS, tras la actualización de 1978: 1. Amnistía total. 2. Legalización de todos los partidos políticos, incluidos los independentistas, sin necesidad de restringir los estatutos. 3. Salida de las fuerzas armadas del Estado español de Hego Euskal Herria. 4. Adopción de medidas para la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de las masas populares y, en particular, de la clase trabajadora. Satisfacción inmediata de las aspiraciones sociales y económicas manifestadas por sus organizaciones representativas. 5. Un nuevo estatuto de autonomía que reconozca la soberanía nacional del pueblo vasco y su derecho a la autodeterminación.

[2] Para profundizar en la creación de la Izquierda Abertzale moderna: Askunze, D. (2021) Klase-borroka ezker abertzalearen baitan 70eko hamarkadan. Arteka.

[3] Letona, X. (2021) Emilio Lopez Adan: «Militanteen duintasun etiko eta iraultzailea defenditu nahi dut». Argia.

[4] Esnaola, E. (2016) Antton Etxebeste: «Gatazka batean irtenbide demokratikoa lortzeko baldintzak erein behar dira». Berria.

[5] Murua, I. (2015) Un final para ETA, Donostia: Ttarttalo. Págs. 41-44.

[6] Esnaola, E. (2020) «Delitu terrorista al da bakea negoziatzea? Ez du zentzurik». Berria.

[7] Murua, I. (2015) Un final para ETA, Donostia: Ttarttalo. Págs. 13-14.

[8] Aiartza, U. y Etxeberria, R. (2021) Aiete, hamar urte ondoren. Erria.

[9] Murua, I. (2015) Un final para ETA, Donostia: Ttarttalo. Págs. 15-20.

[10] Ibidem. Págs. 22-25.

[11] Órgano político unificado para la dirección y coordinación del MLNV de aquel momento. Se creó en 1999 y se disolvió en 2011.

[12] Murua, I. (2015) Un final para ETA, Donostia: Ttarttalo. Págs. 106-107.

[13] Gara, 30-11-2008.

[14] Murua, I. (2015) Un final para ETA, Donostia: Ttarttalo. Págs. 109-110.

[15] Gara, 25-05-2009.

[16] Murua, I. (2015) Un final para ETA, Donostia: Ttarttalo. Págs. 121-122.

[17] Ibidem. Págs. 123-124.

[18] Murua, I. (2015) Un final para ETA, Donostia: Ttarttalo. Págs. 128-129.

[19] Otegi, Zabaleta, Jacinto, Rodríguez y Díez (8-11-2009) Una foto y un futuro, Gara.

[20] Murua, I. (2015) Un final para ETA, Donostia: Ttarttalo. Págs. 131-132.

[21] Ibidem. Págs. 137-138.

[22] Ezker Abertzalea (2010), Zutik Euskal Herria.

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FILMOGRAFÍA

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