FOTOGRAFÍA / Irene Alcocer
2021/03/02

«La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así esta masa viene a ser ya una clase frente al capital, pero no todavía para sí misma. En la lucha, de la cual hemos señalado algunas fases, esta masa se reúne, constituyéndose en clase para sí misma. Los intereses que defienden llegan a ser intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política».

Karl Marx, Miseria de la filosofía

Si queremos cambiar el rumbo de la historia y obtener, en un futuro, el control sobre nuestras vidas, será imprescindible extraer lecciones políticas y organizativas de las experiencias prácticas del movimiento obrero. Asimismo, deberemos analizar cada programa político en su propio contexto histórico y estudiar las condiciones objetivas y subjetivas presentes en aquella época que permitieron llevar a cabo estos programas, puesto que solo la consideración de las transformaciones complejas nos permitirá identificar las oportunidades revolucionarias que genera la lucha de clases.

Deberemos analizar cada programa político en su propio contexto histórico y estudiar las condiciones objetivas y subjetivas presentes en aquella época que permitieron llevar a cabo estos programas, puesto que solo la consideración de las transformaciones complejas nos permitirá identificar las oportunidades revolucionarias que genera la lucha de clases

Lo que se denomina Revolución Alemana sucedió en una época caracterizada por la miseria posterior a la Primera Guerra Mundial, en el contexto que propició la Revolución Rusa y que generó una profunda reestructuración del continente europeo. Han transcurrido 102 años desde el intento de lanzamiento del Levantamiento Espartaquista y el asesinato de sus dirigentes políticos Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Nos referimos a la época histórica en la que los partidos obreros tradicionales vendieron a la clase trabajadora y al movimiento revolucionario emergente[1].

EL FIN DE DEL IMPERIO ALEMÁN

El Imperio alemán nació en 1871, después de la Guerra Franco-Prusiana. En aquel conflicto con Francia, se anexionaron nuevos territorios que hasta aquel momento habían pertenecido al Estado Francés. La expansión imperialista que tuvo lugar al final del siglo XX respondía a los intereses del régimen político burgués. El Imperio alemán, por su parte, a las puertas de la Primera Guerra Mundial, no solo se esforzó en obtener el control sobre territorios europeos y los nuevos territorios del continente africano, sino que también lo consiguió. A partir de la Conferencia de Berlín del 1885 se acentuó la competencia entre las potencias europeas y la expansión imperialista se fortaleció.

El Imperio alemán empezó a competir directamente con el Imperio francés y el Imperio británico, las dos mayores potencias de la época, y empezó a presentarse como una amenaza como actor político. En aquel contexto, se estaban desarrollando las tensiones que acarrearon la Primera Guerra Mundial, las tensiones iniciales de la guerra imperialista. Ciertas batallas de aquella guerra fueron determinantes en el inicio del proceso para la transformación política. Ante el debilitamiento de los poderes políticos y militares, el emperador Guillermo II, mientras el poder del Imperio entraba en decadencia, centralizó la dirección de la política de guerra en los altos mandos de la Armada alemana.

La concentración de decisiones y poder condicionó las cualidades del final de la guerra. En octubre de 1918[2], cerca de la derrota del Imperio alemán, los altos mandos militares decidieron movilizar a cerca de 40.000 soldados en una batalla contra la Armada británica. Ante esta decisión, los soldados se levantaron contra las políticas de guerra del Estado Alemán. Sin embargo, las autoridades pudieron controlar la revuelta. Realizaron el primer levantamiento dos días más tarde, en Kiel, ciudad costera de Alemania. También en esta ocasión, la armada marina se posicionó en contra de la política de guerra, y aplicando las lecciones del levantamiento de dos días antes, experiencias anteriores, rechazaron todas las órdenes de altos mandos alemanes, y crearon ese mismo día, en Kiel, el primer consejo de trabajadores y soldados.

A partir de aquel momento, mientras el poder del Estado se debilitaba, las declaraciones formuladas en su defensa y los levantamientos posteriores fueron expandiéndose por toda Alemania. Después del levantamiento de los hombres de la armada marina en Kiel, la situación empezó a repetirse también en otras ciudades importantes: en Bremen, Dresden, Magdeburgo… En los pueblos costeros, a partir de noviembre, miles de marineros alemanes, junto con soldados y trabajadores, tomaron las instalaciones militares y los puertos, haciendo así frente a sus oficiales y patrones. Posteriormente, estos se organizaron en consejos y reivindicaron la abolición del Estado imperial y un gobierno de consejos de trabajadores y soldados.

A finales del 1918, una semana más tarde del levantamiento de Kiel, el eco de los sucesos de todas las ciudades alemanas llegó también a Múnich. Múnich, situado en el Estado federado de Baviera, era una monarquía, a pesar de que el Imperio alemán, en conjunto, se regía por monarquía parlamentaria.

En esta situación, se llegó a movilizar a un total de 60.000 personas exigiendo la abdicación del emperador y del rey de Baviera. Asimismo, se presentó un programa de mínimos para atajar la miseria y el hambre que sufría el proletariado. Este movimiento fue liderado por Kurt Eisner, dirigente socialdemócrata, el cual, tras la fuga del rey de Baviera, encauzó la formación del consejo de trabajadores y soldados de Baviera y más adelante formó la República Socialista de Baviera.

Las políticas del Imperio alemán causaron en el proletariado y en ciertos sectores de la clase media una miseria y un deterioro de las condiciones de vida evidentes. Por lo tanto, y en una coyuntura de crisis en el Estado, se consolidó esta República Socialista, la cual fue gobernada durante casi 7 meses por los mencionados consejos. Tras la reivindicación de la República Socialista de Baviera, se convocó una huelga general en Berlín que fue secundada por cerca de 300.000 trabajadores, con el objetivo de movilizar a la gente. Desde el inicio de todos estos sucesos, se emprendió el proceso de reestructuración del Estado Alemán.

Las políticas del Imperio alemán causaron en el proletariado y en ciertos sectores de la clase media una miseria y un deterioro de las condiciones de vida evidentes. Por lo tanto, y en una coyuntura de crisis en el Estado (…), se convocó una huelga general en Berlín que fue secundada por cerca de 300.000 trabajadores

Después, vino la abdicación del emperador. Sin embargo, ante esta, el canciller Von Baden, antes de la abdicación y con el fin de destruir la revolución, intentó pactar con el sector reaccionario del Partido Socialdemócrata de Alemania, sector que defendió la intervención bélica. Los miembros de este sector traicionaron los principios de la Segunda Internacional, ya que se posicionó en contra de la guerra. En este camino, sería el socialdemócrata Ebert quien dirigiría el gobierno provisional.

EL PROCESO DE REESTRUCTURACIÓN DEL ESTADO ALEMÁN

Tras el armisticio de la Primera Guerra Mundial, se liberó a la mayoría de los presos políticos militantes de la Internacional Socialista, incluidos a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. A finales del 1918, después del final de la huelga general, uno de los objetivos del Estado era restaurar la normalidad, para así suprimir la fuerza del proceso revolucionario. Si bien en la reestructuración del Estado se cambiaron diversas leyes represivas a favor del movimiento obrero, en esta época y ante esta reestructuración del Estado, empezaron a aflorar perspectivas antagónicas en el seno del SPD, el Partido Socialdemócrata de Alemania.

En efecto, a finales del 1918, el Estado y el partido socialdemócrata reaccionario integrado en el mismo dieron pasos para actuar ante condiciones que propiciaran otro levantamiento. A la vista de estas posibilidades de levantamiento para terminar con el Estado Alemán, el SPD, junto con el USPD (Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania, escisión del SPD surgida a raíz de que este apoyara los créditos de guerra en la Primera Guerra Mundial) convocó una conferencia para reivindicar la república de los trabajadores y soldados. La definición y constitución de esta república quedaron a la espera de la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Mediante las reformas y la reestructuración del Estado que proponía el revisionismo, se aferraron a la ilusión de construir el socialismo con el menor perjuicio posible a la realidad burguesa.

A la vista de estas posibilidades de levantamiento para terminar con el Estado Alemán, el SPD junto con el USPD (…) convocó una conferencia para reivindicar la república de los trabajadores y soldados. La definición y constitución de esta república quedaron a la espera de la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Mediante las reformas y la reestructuración del Estado que proponía el revisionismo, se aferraron a la ilusión de construir el socialismo con el menor perjuicio posible a la realidad burguesa

Así, el SPD y el USPD acordaron convocar una Asamblea Constituyente para después conformar la República de Weimer, planteamiento al cual mostró su disconformidad el sector revolucionario de USPD, conocido como la Liga Espartaquista. La oposición fue absoluta. Denunciaron el movimiento de reconfiguración del estado burgués e insistieron en la necesidad de articular la defensa de los intereses de la clase trabajadora. A partir de este momento, al principio del 1919, la Liga Espartaquista se unió a la III Internacional, la Internacional Comunista. Esta desarrolló su propio programa político y defendió su proyecto político, en contra de la Asamblea Constituyente que defendían SPD y USPD. Este boicot se tradujo en una convocatoria para una huelga general.

En enero del 1919, en la correlación de fuerzas dentro de los consejos de Berlín, la mayoría se mostró a favor de la postura de una Asamblea Constituyente. En esa coyuntura, el ya denominado KPD (Partido Comunista de Alemania, de sus siglas alemanas) convocó una movilización de masas, acción que propició un levantamiento en Berlín, aunque fue completamente anulada por los denominados Freikorps[3]. Estos se mantuvieron fieles al poder imperial y tomaban como enemigos la construcción de un sistema político y el mismo movimiento obrero. Se trataba de una herramienta militar del orden burgués que, unos años más tarde, se uniría a las milicias de los nazis.

Tras el intento de levantamiento de Berlín, el Levantamiento Espartaquista se disolvió completamente con el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Se aniquiló la vanguardia del proletariado, del cual se consolidó el poder de SPD. El apaciguamiento del levantamiento de Berlín hizo a los consejos de trabajadores y soldados de Baviera temer por su futuro, al cual respondieron con el establecimiento de la República Soviética de Baviera. Esta fue, no obstante, oprimida por los mismos que destruyeron la vanguardia de Berlín; entonces, en mayo del 1919, con el fusilamiento del dirigente de la República Soviética de Baviera, Levine, se descompuso el mismo proceso revolucionario de Alemania. Asesinaron a numerosos militantes comunistas, encarcelaron a decenas de trabajadores y destruyeron el movimiento revolucionario. En respuesta a estos hechos, se instauró la República Democrática de Weimer.

DE LA SEGUNDA INTERNACIONAL A LA INTERNACIONAL COMUNISTA

La SPD fue la sección alemana de la Segunda Internacional, una de las más fuertes del movimiento internacional obrero, en cierta medida por el número de trabajadores inscritos y también por el alto nivel de sus fuerzas productivas. En la socialdemocracia internacional, y más concretamente, en la alemana, empezó a haber las primeras escisiones internas, entre otras cosas a causa de las distintas posturas que florecieron ante la guerra que había emprendido la burguesía. Precisamente, este proceso hizo que se traicionaran las decisiones de la Internacional Socialista.

Las tendencias desarrolladas en la socialdemocracia alemana rechazaban el marxismo y la ciencia proletaria, y de esta manera, obstaculizaban la construcción de la conciencia de clase. Basándose en la reforma y la redistribución, la socialdemocracia estableció las bases ideológicas y políticas para bloquear el movimiento revolucionario que se desarrollaba en paralelo a sus planteamientos.

Las tendencias desarrolladas en la socialdemocracia alemana rechazaban el marxismo y la ciencia proletaria, y de esta manera, obstaculizaban la construcción de la conciencia de clase. Basándose en la reforma y la redistribución, la socialdemocracia estableció las bases ideológicas y políticas para bloquear el movimiento revolucionario que se desarrollaba en paralelo a sus planteamientos

En Alemania, fueron los cuatro dirigentes principales de las líneas revolucionarias de la socialdemocracia los primeros en intentar emprender una lucha ideológica en contra de la política revisionista, una lucha que afloró cuando numerosos partidos entraron a los gobiernos del estado. Estos cuatro dirigentes eran Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring. Esta sección defendió que a la guerra, como herramienta de la burguesía, debía hacérsele frente con la lucha de clases y desde una perspectiva basada en la hermandad entre pueblos. Ante la universalidad del capital, tenían como objetivo una organización política susceptible de responder a la sociedad en su conjunto de forma universal.

En 1915, se celebró la Conferencia de Zimmerwald en Suiza, a la que acudió la mayor parte de las representaciones de la socialdemocracia europea que se posicionaron en contra de la guerra[4]. En caso de Alemania, no todos eran espartaquistas; había una facción que dos años más tarde crearía el USPD y se separaría del SPD, concretamente la línea reformista dirigida por Kautsky. A medida que avanzaba la guerra, esta tomaría una distancia cada vez mayor de la ruptura revolucionaria que planteaba la Liga Espartaquista; no compartía las cualidades de la dictadura proletaria necesaria para enfrentarse al capital, por lo que volvió a trabajar junto con el SPD.

La Liga Espartaquista, en su recorrido, viendo el rumbo que había tomado la guerra y la posición que habían tenido ambos partidos en ella, con el fin de terminar mediante el proceso revolucionario con los obstáculos que había impuesto la socialdemocracia dirigida por el MSPD[5], tomó la decisión de empezar a construir el partido comunista. Esta fue creada al final del 1918 y se unió a la III Internacional, a la Internacional Comunista, a principios del 1919.

El KPD se levantó, pero no obtuvo el respaldo de las masas. El SPD era un partido de gran aceptación social; por ejemplo, contaba con unos 3 millones de trabajadores en su sindicato. La socialdemocracia alemana era referente a nivel internacional. En ella no hubo ninguna ruptura ideológica interna hasta que Alemania participara en la Primera Guerra Mundial, concretamente hasta que el SPD votó en el parlamento a favor de los créditos de guerra. En conclusión, el revisionismo enraizado en la socialdemocracia y la disputa ideológica en contra del reformismo tuvo un corto recorrido y no consiguió afianzarse en las masas.

Tal y como se ha indicado en el fragmento del libro de Marx Miseria de la filosofía citado al principio de este texto, las condiciones objetivas sacan a la luz la existencia de las clases sociales (la clase en sí). Sin embargo, esto no implica directamente la construcción de una clase para sí[6], es decir, la toma de conciencia de la clase trabajadora de sus obligaciones históricas y el llevar la lucha de clases como lucha política hasta la última instancia.

En ausencia de un programa comunista que apropiarían las amplias masas, la interpretación revisionista del partido socialdemócrata, que iba acumulando cada vez más poder, podía dar lugar a la identificación del proceso revolucionario como un proceso gradual[7] iniciado como consecuencia de un acto espontáneo que dificultaba la superación de la concepción tradicional del partido y causó, junto con otros factores, el final del Levantamiento ­Espartaquista.

REFERENCIAS

1. Jon Larrabide. (Humilde) aportación al debate sobre los consejos obreros.

2. 1918 puñaladas: cien años de la Revolución de noviembre en Alemania.

3. Grupos armados de exmilitares. Eran paramilitares contra el movimiento obrero y el comunismo. Aunque estuvieran en contra del gobierno, los Freikorps no dudaron en unirse a las tropas de la nueva Armada de Alemania y vejar las fuerzas del sector revolucionario. Muchos de ellos participarían después, en 1923, en el intento de levantamiento de Hitler.

4. Rosa Luxemburgo. La Crisis de la Socialdemocracia. Rosa Luxemburgo preparó las tesis sobre los quehaceres de la socialdemocracia internacional con el fin de presentarlos en la Conferencia de Zimmerwald (Suiza). Por un error de información sobre la fecha de esta conferencia (septiembre del 1915), los compañeros de Luxemburgo no pudieron sacar a tiempo estas tesis de la prisión, y por tanto, no los pudieron presentar.

5. El SPD también se conoce por el nombre de MSPD, para diferenciarlo en la división con el USPD. La sigla está conformada por las palabras Mehrheits-SPD, que significa «el SPD de la mayoría». Por su parte, USPD significa el Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania. Esta ruptura ocurrió en 1917.

6. Alain Arruti. Sobre la conciencia y la universalidad.

7. Raniero Panzieri. Langile kontrolaren auziaren inguruko zazpi tesi.

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