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Ha comenzado la carrera de ver quién da más por Osakidetza. Unos reprochan, otros prometen y a otros les tiembla el pulso a la hora de decidir a quién votar en las siguientes elecciones. Ante el verdadero problema que está suponiendo para los pacientes y para los trabajadores del sector la situación sanitaria actual, los partidos políticos han decidido priorizar y abanderarse de propuestas respecto a este tema. No son en vano las resonantes palabras de subida presupuestaria, parar la privatización o la importancia de la atención primaria.

Por un lado, el PNV curiosamente viene a decir que hay que mejorar el servicio de Osakidetza. Parece que la chapuza gestionada por ellos los últimos años no cuenta. Por otro lado, EH Bildu arremete con todo en sanidad contra su mayor contrincante, el PNV, y es que los otros les han dejado todo un campo de viento para ahora recoger tempestad, un campo que a priori parecería poco fértil para cosechar ideas como “aumentar la contratación, reducir la precariedad o no jugar con los derechos básicos”, según sus términos, que serían los sanitarios. Llama la atención, sin embargo, el nivel de abstracción de estas propuestas, ya que más allá de lo que quisieran proyectar para conseguir más votos, en ningún momento plantean cómo harían todo esto. Resuenan los tiros al aire como: ¿más médicos? ¿más dinero? ¿menos privatización? De acuerdo, pero sin apenas responder a la gran pregunta del ¿cómo? (Hablo sobre la propuesta electoral de cada partido más en profundidad en este texto de colaboración).

Da la impresión de que EH Bildu y otros partidos como Podemos están usando la estrategia de desgaste para señalar al PNV como responsable de la situación actual. ¿Pero acaso las propuestas de estos partidos resolverían el problema estructural que sufre la sanidad? Ya nos han demostrado de lo que es capaz el gobierno más progresista de la historia del PSOE, permitiendo la Ley 15/97 a favor de la privatización. O en Navarra, donde “el gobierno del cambio” no ha podido mejorar nada estando al mando del Departamento de Salud. ¿Será acaso que los partidos políticos se encuentran con ciertos límites en este contexto de crisis capitalista? ¿Será acaso que ellos son responsables de reforzar las falsas ilusiones mientras las pruebas se retrasan, las listas de espera aumentan y hasta la consigna por una sanidad de calidad y universal se vuelve inabordable?

Como he dicho anteriormente, no podríamos entender el desmantelamiento de la sanidad como un proceso aislado, sino como un proceso general que se está dando en Europa en un contexto de crisis capitalista. De esta forma, los partidos de aquí también están subordinados a las directrices que marcan las políticas de austeridad del continente, en el ámbito sanitario inclusive. Por lo tanto, se vuelven evidentes los límites de estos; tanto por la falta de intención y la falta de programa para confrontar muchas de las decisiones, como por las tendencias que ya vienen dadas. Dicho esto, sería importante señalar que tampoco ningún partido pone en cuestión el sistema que permite la riqueza de unos pocos haciendo negocio con la sanidad, mientras la gran mayoría está condenada recibir una atención médica sin calidad y colapsada en la pública. Ejemplo de ello sería la falta de propuestas para la socialización de los recursos sanitarios tanto públicos como privados, ante un inminente desmantelamiento del sector.

Todavía quedan largos días para las elecciones. A los que pensáis limpiar la imagen de todos estos partidos y profesionales políticos: supongo que nos acabaremos encontrando en la sala de espera de algún ambulatorio con horas de retraso. Pero por mi parte, que quede claro: ningún partido va a salvar Osakidetza.

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