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Observando la época de ascenso del fascismo del siglo XX, podemos destacar la complicidad o ceguera de dos movimientos. La complicidad del centro-derecha, por un lado, y la de la socialdemocracia, por otro. Ambos hicieron el juego al ascenso del fascismo, ya que al estar en el gobierno profundizaron en el giro autoritario del Estado, y no hicieron nada por cerrar las puertas al fascismo. Hoy, aunque las diferencias históricas son evidentes, se observan similitudes.

Centrándonos en las últimas declaraciones y movimientos del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, y del PNV, vemos cómo han dado pasos para hacer suyo el marco del fascismo. El primero pronunció en el Congreso español un discurso que vinculaba inseguridad e inmigración, contra la supuesta ceguera de la izquierda. El PNV, por su parte, ha comenzado a publicar el origen de las personas que cometen delitos tras la petición de Vox, dando pie al racismo. Ambos utilizan este discurso teniendo en cuenta las tendencias reaccionarias de la clase media. En lugar de combatirlas, profundizan en ellas. Y ambos buscan competir con los partidos de ultraderecha a través de los siguientes discursos. Así, fortalecen la tendencia de la sociedad hacia la derecha y hacen juego al fascismo, que es el que más se fortalece con la expansión de estos discursos. Todo esto no debería sorprendernos, porque tanto el PNV como ERC son partidos que representan los intereses capitalistas. Cabe destacar, por otra parte, la indignación que generaron la semana pasada las declaraciones racistas de Isabel Díaz Ayuso y la pasividad que hubo por parte de diversos sectores de la izquierda cuando Otegi hizo unas declaraciones similares: "¿Quién nos va a sacar cafés en las terrazas si no son los inmigrantes?". Todo esto también pone de manifiesto las similitudes entre izquierda y derecha burguesa para tratar la cuestión de la inmigración.

Nosotros tenemos que poner en el centro problemáticas que ahonden en la tendencia de la sociedad hacia la izquierda y en la unidad revolucionaria. Para la clase trabajadora, la inseguridad es no tener garantizado el acceso a la vivienda o tener que soportar los bajos salarios y el empeoramiento de todos los servicios sociales. Estos son los problemas que hacen que la clase trabajadora llegue ahogada a final de mes. Estas problemáticas son las que tenemos que poner nosotros en el centro, porque focalizan en la unidad de la clase obrera y ponen en jaque la razón de ser de la clase capitalista. También otras cuestiones que apuntan al imperialismo y al carácter autoritario de los Estados: el genocidio palestino y la responsabilidad del imperialismo, o el auge del fascismo y su carácter capitalista y dictatorial. Sin dar por buenas las actitudes lumpen y posiciones que enemistan a la clase obrera, nos toca profundizar en pulsiones y problemáticas revolucionarias. Y debemos tener presente que estas actitudes provienen también de los problemas antes mencionados, es decir, del empobrecimiento general de la clase obrera.

Estamos viendo en qué consiste el antifascismo institucional: en abrir las puertas al fascismo y en hacer suyas las cuestiones que mejor le vienen a éste. En eso, y en criminalizar una y otra vez la respuesta antifascista en la calle. Como hemos visto, desde la derecha hasta la izquierda, todo el arco parlamentario está profundizando en la tendencia autoritaria de los Estados. Pero en estas circunstancias no debemos perder la esperanza. Porque somos miles y miles los que hacemos nuestro un antifascismo consecuente, los que queremos ver a los inmigrantes como aliados revolucionarios en vez de como enemigos, y los que estamos a favor de un frente amplio por los derechos sociales y políticos al margen del fraude institucional.

Construir la unidad de clase es más necesario que nunca. Empecemos, pues.

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