El pasado jueves, el agitador fascista Vito Quiles visitó Hego Euskal Herria dentro de la gira que está haciendo en el Estado español. Esa gira estaba siendo peligrosa, porque, hasta entonces, estaba normalizando y alentando al fascismo. Aunque la respuesta antifascista estaba siendo amplia, los seguidores de Quiles ganaban presencia y se jactaban en cada ciudad a la que acudía. En ese frenesí fascista, se les ocurrió ir a Iruñea, convencidos de que, haciendo una demostración de fuerza en Nafarroa, podían dar un golpe simbólico. Pero ocurrió lo contrario, ya que han salido desmoralizados y, en cambio, el antifascismo ha salido reforzado. Ese discurso arrogante de Vito estaba demostrando ser atractivo, pero después de los acontecimientos de Iruñea han recurrido a la victimización, un registro que no atrae tanto.
La variable sociológica es importante, ya que los jóvenes que están activando Quiles y similares no sólo proceden de organizaciones fascistas tradicionales. Su esfuerzo por ampliar el espacio sociológico es obvio y encuentran el apoyo de los fascistas tradicionales en esa dirección, aunque haya contradicciones entre ellos. Es necesario poner trabas al ascenso del fascismo militante, y los acontecimientos de Iruñea, con todo lo que sucedió, suponen una contratendencia importante. Porque los fascistas se han echado para atrás y los antifascistas salimos reforzados. El vídeo grabado por Quiles asustado en las afueras del campo de fútbol del Sadar es buena muestra de ello. Dar continuidad a esta tendencia será la responsabilidad y el esfuerzo de las compañeras de fuera de Euskal Herria.
Los sucesos de Iruñea también han suscitado controversia entre quienes reivindican el antifascismo. Tanto sobre lo ocurrido como sobre el carácter del antifascismo. PSOE y PNV se mueven en una lógica parecida: se consideran antifascistas, pero en la práctica, denuncian o criminalizan cualquier respuesta antifascista consecuente. El alcalde de Iruñea, por su parte, aseguró que lo ocurrido fue "caer en provocaciones" y que en Iruñea "hay sitio para todos". Al parecer, poner un precedente para parar el fascismo es "caer en provocaciones".
Últimamente se está demostrando lo siguiente: los partidos parlamentarios no hacen nada para detener el fascismo, y si lo hacen, es cuando los resultados de esas luchas son positivos; y en esos casos no hacen más que apoderarse de ellos y distorsionarlos. El editorial publicado el domingo por la mañana por Naiz es muestra de ello, ya que atacaron a los antifascistas de Iruñea; o ahí tenemos también el programa de televisión Malas Lenguas, de la línea del PSOE, que a pesar de ser supuestamente antifascista, arremetió contra el antifascismo militante.
Es la organización revolucionaria la que pone las condiciones para hacer frente al fascismo, ya que sólo dichas organizaciones tienen independencia, claridad ideológica, compromiso militante y generosidad para dar un paso al frente en este tipo de situaciones. Es muy importante tener presente esta idea frente al falso relato de los partidos socialdemócratas. Más que alimentar la máquina del voto, la responsabilidad de estas organizaciones revolucionarias es ampliar el frente antifascista de los obreros. El fascismo es un fenómeno bajo la reforma autoritaria del capitalismo, y para combatir el fascismo debemos oponernos a la reforma autoritaria y al capitalismo de los Estados que lo sustentan. Desde el movimiento popular debemos construir un frente a favor de los derechos políticos de los trabajadores, combatiendo las medidas antiproletarias que emanan de los Estados y el fascismo.
En Euskal Herria tenemos que poner nuestro grano de arena para parar el fascismo que se está extendiendo por Europa, venga de donde venga. Tenemos que estar en primera línea contra el fascismo y el capitalismo que lo sustenta.