(Traducción)
La crisis estructural del sistema capitalista
está siendo un elemento determinante en la recesión económica que estamos
sufriendo. El deterioro de las condiciones económicas ha influido en un proceso
de proletarización de la clase obrera, se irá reduciendo la capacidad económica
de la mayoría de la sociedad y todo ello provocará la creación de nuevos
patrones culturales. Según los datos de agosto del Observatorio de la
Emancipación del Consejo de la Juventud de España, los jóvenes deberían cobrar
el doble de lo que ganan en la actualidad para poder comprarse una vivienda, un
sueldo medio de 1.935,57 €. Asimismo, el alquiler tampoco aparece como una
opción. El pasado curso, el Consejo de la Juventud publicó que los jóvenes
destinamos el 65% del salario a pagar el alquiler y según los últimos datos,
por ejemplo, en Madrid, un total del 105% del salario sería necesario
para cubrir los gastos del alquiler. En el mismo sentido, la tasa de paro de
los jóvenes ha aumentado, al igual que los contratos temporales y la movilidad,
es decir, las condiciones laborales empeoran, por lo que la pobreza material y
la austeridad aumentan.
Pero esta proletarización
no solo se manifiesta en la imposibilidad de pagar los medios de vida del
individuo, sino en el hecho de que la sociedad en sí es pobre. El desarrollo de las fuerzas productivas en la
sociedad burguesa es tremendo, junto con los avances en el conocimiento técnico
y científico, el desarrollo tecnológico, tanto en inteligencia artificial como
en robótica, es enorme. En lo que respecta a la sanidad, se ha encontrado la
causa y la solución de muchas enfermedades y dolencias, mientras que en la
cadena de producción se han inventado vías para reducir la carga de trabajo del
ser humano, se han ampliado las posibilidades de construir vías para acortar
largas distancias y se ha hecho posible la producción de alimentos al por
mayor. Se han abierto puertas, pero, aun así, no recibimos los medicamentos, no
se llevan a cabo tratamientos punteros en el día a día; ha aumentado la dependencia
sobre el trabajo, han aumentado las horas de trabajo reduciendo los salarios;
las posibilidades de salir de nuestros barrios son cada vez menores, se impulsa
el localismo, convirtiendo a la migración en la única posibilidad de salida; se
tiran miles de toneladas de alimentos cada día mientras miles de familias no
tienen ni migas de pan. Todo esto se debe a que la viabilidad de los avances
(tanto del conocimiento como de la tecnología) en el sistema capitalista es
nula, no pueden desarrollar toda su potencialidad, no al menos para garantizar
las condiciones de vida, del desarrollo humano. Toda esta potencialidad se
dirige a la producción de los beneficios privados, situando el objetivo de
desarrollo en el extremo opuesto al interés del proletariado. ¿No es todo esto
el reflejo de un modelo social pobre?
De hecho, podemos entender la pobreza en dos sentidos, en términos absolutos y relativos. Porque la pobreza de quien no tiene mínimos materiales para sobrevivir es indiscutible, de quien no tiene qué llevarse a la boca, de quien se le han refutado las posibilidades de un techo. Ése vive la pobreza como una condición, ya que vivir por debajo de la renta mínima le hace sufrir las condiciones más radicales de vida. Pero como se ha mencionado anteriormente, las capacidades de la sociedad capitalista han aumentado considerablemente en el último siglo, eso ha aumentado la viabilidad de mínimos para sobrevivir, por eso no tiene sentido medir la pobreza según los patrones históricos de los bienes materiales. La pobreza, en relación con la producción, es algo que debe determinarse en un contexto histórico y social concreto. Por tanto, hoy en día, en la sociedad burguesa, se pueden garantizar unas condiciones mínimas de vida, por lo que la pobreza debe calcularse en proporción a ellas, en el abismo entre las capacidades reales que se pueden garantizar y las oportunidades que se nos ofrecen. La pobreza es una condición en la que no se pueden garantizar necesidades básicas, pero no sólo materiales, sino también sociales, culturales y económicas, y las necesidades las determina la sociedad misma en cada momento histórico.
La proletarización, por tanto, no sólo se dará en la negación de alimentos y vivienda, sino que se dará en el marco de una modernización cultural completa. La vida social se reorganizará en el seno de esta proletarización, entorno a la privación de la libertad, que será la base de la pobreza.
El sistema capitalista ha creado la ilusión de la
liberación individual, y, en unas condiciones de vida dadas al azar donde
hemos sido dominados por fuerzas materiales. Pero, la negación, tanto formal
como indirecta, de la libertad, es el eje de las vidas de los pobres. El no
poder garantizar las necesidades materiales, culturales y sociales se resume,
indirectamente, en vidas sin libertad. Por un lado, es evidente que nuestra
libertad está siendo revocada formalmente, el endurecimiento del código civil,
la implantación de nuevas leyes y decretos, una proliferación del control
social y de las fuerzas policiales, las continuas campañas de criminalización
contra los jóvenes, la negación de las libertades políticas... Pero, por otro
lado, también nos son negadas las libertades de elección, de opinión y la
libertad política individuales. Esta aparente libertad de elección está
totalmente condicionada por el hecho de que, aunque estemos autorizados a hacer
o a elegir algo, muchas veces no tenemos las condiciones para poder llevarlo a
cabo, pero por otra parte tenemos la competencia de decidir sobre las acciones
punibles o socialmente estigmatizadas, porque
tenemos las condiciones para volverlas ejecutables, pero la sociedad burguesa
nos las niega. Así, de un modo u otro se nos anula la competencia de decisión.
En medio de excesivas oleadas de información se nos oculta la verdad, se
distorsiona la realidad, se manipula la propia voluntariedad (por ejemplo, en
las campañas de marketing), por lo que nuestra opinión se muestra totalmente
condicionada, condición que hace que la mero hecho de hablar de libertad de opinión se convierte en absurda. También se vende que al proletariado se le garantiza la
libertad de hacer política. Además de que los derechos de organización y de
lucha son violados una y otra vez, la política se representa como un choque
sincero de razonamientos, cuando la discusión realmente viene determinada por
elementos que van más allá de la racionalidad. Por tanto, siempre dominará el
que tenga mejores condiciones y mejores medios materiales, la razón se nos
es negada antes de empezar.
Si la libertad es la dominación y el
desarrollo de las fuerzas motrices, la expansión de la creatividad humana, la
fuerza humana esencial, que puede superar cualquier límite, por encima de todas
las medidas establecidas, la libertad es convertir al ser humano en fin de sí mismo. Porque sólo seremos libres, cuando nos
desprendamos de las condiciones determinadas por el azar, sólo cuando ejerzamos
el control obrero sobre la producción y la reproducción, sólo y exclusivamente,
cuando construyamos el socialismo, porque sólo
en comunidad es posible la libertad
individual.
«En sustitución de la antigua sociedad
burguesa , con sus clases y sus antagonismos de clase , surgirá una asociación
en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre
desenvolvimiento de todos».
El Manifiesto Comunista.
C.Marx y F. Engells, 1848