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Sortu está haciendo propaganda política sobre Txiki y Otaegi, y esto está siendo origen de muchas polémicas; la última de ellas, a raíz de una pancarta colocada con imágenes de los dos gudaris durante las fiestas de Mendillorri. En seguida han salido UPN, PP o Geroa Bai pidiendo la retirada de la pancarta, aunque no se podía esperar otra cosa por parte de  los que durante toda la vida han sido adversarios de cualquier visión emancipadora y combativa, y por parte de quienes son amigos de la represión. Batzarre o PSN tampoco han dudado en condenar las pancartas. También los partidos que se consideran de izquierdas han salido inmediatamente a criminalizar la lucha de Txiki y Otaegi y a negar su papel emancipador. Quienes en otro tiempo aprovechaban a intervalos las figuras de los gudaris, igualan también al verdugo y al que lucha contra él, una vez que pierden su valor electoral.

Los últimos fusilados por el régimen franquista son nombres que cualquier militante revolucionario de hoy debe reivindicar. Fueron asesinados por luchar por la libertad de Euskal Herria y por el socialismo. Pero, antes y después de ellos, también han sido otros muchos los que han caído en el camino por romper con el Estado capitalista, y la clase obrera revolucionaria no puede omitir la memoria de ninguno de ellos. A través de ellos recuerda su tradición de lucha. Solo con el reconocimiento de su labor se puede entender el papel histórico que cada uno tiene. Y la imposibilidad de reivindicar los símbolos de lucha es muestra de la pérdida de condiciones para dicha lucha.

Es por eso por lo que los partidos políticos rechazan las figuras de lucha. Y es que es el régimen posfranquista el que posibilita esos partidos que no son más que el pilar fundamental del régimen del 78. Las imágenes que pueden encarnar e impulsar la ruptura con el Estado y con el régimen del franquismo maquillado les son inaceptables, y nunca tolerarán ningún movimiento ni militante en posiciones de ruptura.

Con la polémica surgida en Mendillorri, Sortu aparece como un partido que lleva el testigo de combate de estos gudaris, algo que es bien recibido por parte de su electorado. Pero el papel fundamental histórico de los militantes revolucionarios de los años 70 fue la lucha por todo un proyecto emancipador, en coordenadas de ruptura con el Estado. Ruptura con la totalidad del franquismo, sí, pero también con el régimen franquista transformado. Y, en las últimas polémicas, se ha desechado por completo del debate la posibilidad de hacer frente al actual sistema político y económico desde una perspectiva de ruptura con el Estado. Sortu, junto con otros partidos, se ha integrado en dicho régimen, y señala claramente que su estrategia pasa por seguir incrementando las cuotas de gestión del mismo. ¿Quién puede pensar que un partido así pueda aceptar posiciones de ruptura?

Es lícito, importante e imprescindible rendir homenaje a quienes, mientras otros muchos callaban, se enfrentaron al régimen fascista, reivindicar a quienes no aceptaron su reforma, y tener presente a todos aquellos que no han rechazado posiciones de ruptura. Porque esos gudaris antifascistas no solo lucharon contra el franquismo, sino contra el Estado y a favor de la libertad de la clase trabajadora de Euskal Herria. Romper con el régimen del 78 y el capital es dar continuidad al hilo de la lucha y homenajear a todos los que han formado parte de ella.

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